J.D. Salinger y El Guardián entre el Centeno
El 8 de diciembre de 1980 un asesino descargó cinco tiros sobre el cuerpo de John Lennon matando al ex-Beatle casi en el acto. La novela The Catcher in the Rye se hizo popular en España en ese momento porque el criminal parecía estar obsesionado con ella y portaba consigo un ejemplar que leía constantemente en el momento del asesinato. Un joven fan de 13 años corrió a leer el libro en busca de claves que le ayudasen a esclarecer y comprender porqué un genio de la música había recibido un destino tan cruel. Antes de acabar el primer párrafo de El Guardián entre el Centeno se había olvidado de todo absorto por la narración, fascinado por la forma en que estaba escrita, y reconociéndose en cada palabra. Aquel autor, J.D. Salinger, había escrito un libro sobre él. Lo había retratado sin conocerlo. Comenzaría así una larga historia de amor que se prolongaría hasta el presente, con diferentes ediciones de ese libro, que desde ese momento y para siempre sería su favorito, coleccionadas en una estantería. Un libro que regalaría mil veces llevado por su pasión. Y una inquebrantable admiración por su autor.
Jerome David Salinger, conocido como J.D., había nacido en 1919 Manhattan y hacía tres décadas que no concedía ni una entrevista. Desde que en 1951 publicase The Catcher in the Rye, la novela que lo lanzó al éxito masivo y que ha sido tanto lectura recomendada como prohibida en los institutos norteamericanos, Salinger había demostrado su talante huraño y su personalidad reclusiva. Son famosas sus historias de enfrentamientos con curiosos y periodistas, y sus amenazas de demandar a todo aquel que se acercara a su persona y a su obra. En vida de Salinger se publicaron otros tres libros suyos: Levantad, Carpinteros, la Viga del Tejado y Seymour: Una Introducción, Franny y Zooey, y Nueve Cuentos. Un corpus literario que multitud de estudiosos han intentado cohesionar dando lectura de una obra mucho mayor que cuenta la historia de dos familias a través de varias generaciones. Es de suponer que Salinger, que nunca dejó de escribir, haya dejado miles de páginas inéditas. El 27 de enero de 2010, a los 91 años, J.D. Salinge3 murió como había vivido, en silencio. Hemos perdido a un verdadero original y hoy la humanidad es todavía un poco peor.
A raíz de su fallecimiento han proliferado los obituarios. Reseñas apresuradas, la mayoría centradas en su obra más popular, El Guardian entre el Centeno. Déjenme que intente explicarles el motivo. Holden Caulfield es un adolescente encantadoramente enfurruñado con el mundo, que es expulsado del enésimo colegio, y la novela nos relata su viaje de regreso a casa. Pero eso no es más que quedarse en la mera anécdota. Así dicho, El Guardián entre el Centeno no cuenta nada. No puede considerarse una road-novel, no narra tampoco un viaje iniciático. Durante sus páginas, el protagonista sólo se vuelve en todas direcciones y reflexiona en torno a lo que le rodea sin dejar títere con cabeza, desnudando su alma ante el lector en el mismo trayecto. Pero no se trata de otro Ignatius Reilly, el descacharrante protagonista de La Conjura de los Necios. El personaje de Holden Caulfield es un ser tierno, entrañable, que a pesar de su furia contra el mundo, se nos hace afectuosamente cercano. A pesar de su aparente misantropía, Salinger derrama una compasiva mirada llena de comprensión hacia el ser humano. Porque Holden Caulfield es parte de nosotros mismos. Todos fuimos alguna vez, tal vez aún lo seamos, Holden Caulfield.
Para el protagonista de El Guardián entre el Centeno, todos los adultos son un hatajo de falsarios. Todos sus compañeros, que replican las actitudes de los adultos, que están empezando a comportarse con los convencionalismos de la edad adulta son, el peor insulto que Holden puede dedicarles, unos falsos. Sólo hay un personaje ante el que muestre simpatía y ternura. Su hermana Phoebe. Su hermana pequeña. Para él todo bueno, todo lo auténtico, se ha quedado en la infancia. Por eso quiere ser El Guardián entre el Centeno, el vigilante que preserve la inocencia y la seguridad de los niños mientras estos juegan ausentes junto al precipicio que supone hacerse adulto. Y es que Holden Caulfield sabe que está creciendo, que indefectiblemente está dejando atrás la niñez, que se está convirtiendo en lo que más detesta. En realidad toda su furia está dirigida contra sí mismo. Y todo ello escrito con un lenguaje aparentemente simple, pero que revela un profundo y certero trabajo de observación. Un retrato perfecto de la adolescencia en un puñado de páginas que les emocionarán, les pondrán una sonrisa de reconocimiento en los labios, y les harán reir a carcajadas. Dicen que hay otros libros mejores de Salinger, pero este es el que ha quedado grabado a fuego para siempre en el imaginario popular. Léanlo en pregúntense porqué.
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