Las revueltas comuneras de Castilla y Nueva Granada; un análisis comparado IV: fin de la rebelión

Juan Bravo, Padilla y MaldonadoJuan Bravo, Juan de Padilla, Francisco Maldonado y José Antonio Galán tuvieron un fin muy similar en sus respectivas revoluciones (pues va a ser en el liderazgo de todos ellos donde sus rebeliones pasen a ser revoluciones) y va a ser la muerte de todos ellos la que marque el fin casi definitivo de sus respectivos movimientos, movimientos que nacieron con ellos y que con ellos morirán.

Otro rasgo de similitud en el final de ambas rebeliones va a ser la autoria de sus ejecuciones. En ambos casos, exlíderes comuneros renegados y pasados al otro bando serán responsables o participes en las capturas que conducirán a la ejecución de esos lideres y la finalización de sus experiencia revolucionarias.

En el caso castellano, el equilibrio al que llegan los ejércitos comuneros entre febrero y abril de 1521 se ve quebrado en esos 2 meses por una recuperación del ejercito imperial, que refuerza su armamento y que a la vez aumenta el numero de sus partidarios en aquellos meses. Recordemos que la polémica medida de la Santa Junta de apoyar las revueltas campesinas provoco que muchos notables pasaran en masa al bando imperial, que les prometía no solo conservar si no aumentar su patrimonio económico a cambio de su fidelidad, o muchos otros que viendo la creciente recuperación del ejercito imperial, decidieron pasar al otro bando. De hecho serán muchos de estos últimos los que participen en la puntilla final al movimiento comunero.

Tras 2 meses en Torrelobaton, y viendo el creciente ejercito imperial que se dirigía hacia ellos, el líder comunero Juan de Padilla, decide salir de ese ultimo bastión comunero en dirección a Toro, para reforzarse con los ejércitos comuneros de la zona. Al mando de este ejercito comunero se encuentran los principales dirigentes del movimiento comunero; Juan de Padilla, Juan Bravo, Francisco Maldonado o Juan de Zapata, por lo que se convierten un autentico blanco móvil para los imperiales, que después de perseguirles largo tiempo, al final les alcanzan la madrugada del 22 al 23 de abril de 1521 en la localidad vallisoletana de Villalar. Allí, entre las campas y los muros de la villa se entabla la ultima batalla, donde el ejercito comunero es totalmente liquidado en la zona y sus lideres apresados. El día siguiente, 24 de abril, en la plaza mayor de ese pueblo de Villalar, los jefes del ejército comunero y de la Santa Junta, Padilla, Bravo y Maldonado son decapitados y expuestos públicamente para escarmiento.

Así pues, el ejercito comunero había sido aniquilado y tras 6 meses de resistencia, en octubre de 1521 los últimos focos de resistencia comunera en Toledo dirigida por María de Pacheco, se rinden al poder imperial. La revolución comunera había terminado en el mismo lugar donde comenzó más de un año antes.

Otro elemento de coincidencia común con la revolución neogranadina, cuyos últimos focos de resistencia armada fueron derrotados en la misma provincia en que se inicio la rebelión 7 meses antes, en la provincia del Socorro.

En el caso neogranadino, José Antonio Galán será el blanco móvil que el ejercito español lleva meses persiguiendo al ser la llama de resistencia que aun mantiene viva y recrudece allá por donde pasa al movimiento comunero, especialmente a las capas sociales mas bajas de la sociedad que son sus principales apoyos y beneficiarios.

Después de varios meses luchando y sublevando a los pobres, esclavos e indios del valle del Magdalena, a primeros de septiembre de 1781, Galán se instala en la provincia del Socorro, lugar de origen de la rebelión comunera y que por aquel momento estaba nuevamente sublevada por la indignación social ante el incumplimiento de las Capitulaciones de Zipaquira. Era, pues, un buen caldo de cultivo para proseguir con su rebelión social.

Sin embargo y para sorpresa de todos, ante el momento de mayor radicalismo de la rebelión, Galán es apresado en Onzaga (Santander) el 13 de octubre de 1781 por parte de uno de los ex miembros más destacados de la elite criolla que inicio en esa misma provincia 7 meses antes la rebelión comunera, Salvador Plata.

Galán fue acusado por todos los hechos ocurridos a lo largo de la rebelión, y fue ejecutado en la plaza mayor de Santa Fe el 1 de febrero de 1782.

Así pues, con su violenta e inesperada muerte, parte de aquellos criollos que ayudaron a iniciar la rebelión comunera se aliaron con los españoles para ponerla final apenas unos meses después, abortando con la muerte de su máximo dirigente que la rebelión se extendiera mas tiempo. Al igual que en el caso de los comuneros castellanos, ex partidarios comuneros ayudaron a poner fin a la rebelión. Al igual que en el caso castellano, los restos desmembrados del líder comunero fueron expuestos a escarnio publico para servir de ejemplo y advertencia.

Tras ello, el Virrey Manuel Antonio Flores, que ya había rechazado los pactos con los comuneros en el mismo momento de su firma en verano de ese mismo año, termina de darle la puntilla final, rechaza definitivamente las Capitulaciones y, además, reestablece todos los impuestos que habían dado origen al tumulto de Socorro de marzo de 1781 y originado la revuelta.

Como resumen comparativo de esta etapa de radicalismo socio-jurídica, comentar otra diferencia y es que, a nivel jurídico, los comuneros castellanos fueron mucho mas allá al proponer todo un plan de soberanía y contra-poder alternativo al poder imperial, que fue mucho mas allá que las capitulaciones neogranadinas, que se basaban, básicamente, en la revisión de las contribuciones de barlovento, y como mucho en la aparición publica de los americanos criollos en cargos públicos, que si bien comparado con la proclamación de soberanía castellana se queda muy corto si es muy novedoso e innovador en los textos reivindicativos americanos (hasta entonces no había habido una proclamación tan seria de reivindicación) y que muchos consideran como un prolegómeno de las aspiraciones nacionales e independentistas del siglo XIX.

Si bien, a nivel social, podríamos decir que la fase de radicalismo de José Antonio Galán fue muchísimo mas lejos que cualquier otra experiencia comunera en Castilla y en la propia Nueva Granada. Se desautorizo a los españoles, se atacaron haciendas de blancos criollos y españoles, se repartieron tierras y sobre todo, se atrevieron a la liberación de esclavos (uno de los motivos por los que se le dio muerte en Bogota). Los comuneros castellanos aunque rompieron lazos de unión con el imperio y aunque en la Constitución hacen un alegato abierto contra la esclavitud, y aunque toleraron rebeliones antiseñoriales no fueron tan lejos como el caso de Galán que hizo una autentica “campaña libertadora” por el valle del Magdalena.

Otro elemento de coincidencia de estas dos experiencias fue una de las consecuencias de ambas revueltas; los perdones reales o generales.

En ambos casos y a pesar de que tras la derrota de los comuneros se vuelve a reimponer la autoridad regia o imperial en cada caso, sin embargo, los reyes y virreyes de Castilla y España respectivamente tomaron buena nota de las revueltas y trataron de no elevar mas los ánimos con masacres o ejecuciones en masa de rebeldes comuneros que, sin duda alguna y con los ánimos todavía muy soliviantados por la reciente rebelión, podrían haber causado aun mas revueltas.

Por ello, tanto en Castilla como en Nueva Granada, después de liquidar la rebelión se concedieron perdones generales en ambos casos a la base social amplia de comuneros (si bien sus lideres, en ambos casos, si fueron públicamente ejecutados para escarmiento publico) con el objetivo de reintegrar lo mas rápido posible a estos comuneros nuevamente a la vida civil del reino y recuperar lo mas pronto posible la normalidad.

En el caso de Castilla, el emperador Carlos V retorna en julio de 1522 al reino castellano, más de un año después de la derrota comunera en Villalar y una vez bien asegurada la pacificación militar del reino tras la revolución comunera. Durante ese año, la encarcelación y represión contra los comuneros fue muy destacada. Se estima que fueron un total de cien los comuneros ejecutados desde la llegada del rey y junto la ejecución de los tres celebres lideres comuneros en Villalar, se ejecutaron algunos otros como Pedro Maldonado o la reclusión y posterior ejecución de otros celebres lideres como el del obispo Antonio de Acuña, mientras que otros muchísimos se vieron obligados a exiliarse del reino castellano para evitar la persecución como fueron parte del ejercito comunero superviviente de Villalar que escapo de castilla vía Portugal o el caso del celebre dirigente comunero Pedro Laso de la Vega, que se exilio del reino.

Sin embargo el emperador, consciente de la necesidad de frenar esta represión masiva contra los comuneros, el 1 de noviembre de 1522 se promulgó el Perdón General, que daba la amnistía a un total de 293 comuneros, de todas las clases sociales, pero que no incluía a destacados lideres comuneros que quedaron o bien perseguidos o bien recluidos como el caso de los dirigentes María Pacheco o Antonio de Acuña.

Por su parte en Nueva Granada las cosas tardaron también en volver a su cauce. Después de la ejecución de Galán en febrero de 1782 en Bogota, la rebelión comunera fue perdiendo fuerza.

En junio de 1782, Antonio Caballero y Góngora, quien fuera el negociador de los españoles frente a los comuneros de Berbeo en Zipaquira, y por tanto conocedor a fondo de la rebelión de los comuneros, toma posesión como Virrey de Nueva Granada y concedió, el 7 de agosto de 1782, un perdón general a los involucrados en la insurrección.

Con ello, se trataba de finiquitar definitivamente los últimos escollos de enfrentamientos con los comuneros, si bien para lograr esa pacificación se tuvo que hace a costa de la ejecución de algunos lideres de la revuelta como José Antonio Galán, Isidro Molina, Lorenzo Alcantuz y Manuel Ortiz, e incluso a costa del juicio e intento de condena del celebre dirigente comunero y criollo Juan Francisco Berbeo, que no obstante fue perdonado mas adelante o del líder indígena Ambrosio Pisco, condenado a prisión de por vida.

Como vemos, también en este apartado de los perdones reales, ambas rebeliones comuneras comparten similitudes, sus dirigentes máximos fueron ejecutados y en ambos casos se dieron sendos perdones generales a la mayoría de los militantes comuneros con objeto de no soliviantar más los ánimos y evitar otras revueltas aun mayores.

También en ambos casos, a la muerte de sus principales dirigentes, la rebelión persistió brevemente algunos meses mas, como símbolo de que a pesar de doblegarse a los líderes principales, las causas aun estaban vivas. Un ejemplo lo tenemos en un celebre poema sobre los comuneros, donde, hablando de la resistencia final de Toledo se dice:

“Toledanos, que en el reino no se diga, que al perder a sus mejores, Toledo queda vencida”

En el caso castellano, la ciudad comunera de Toledo dirigida por María de Pacheco resiste tenazmente 6 meses a la derrota comunera en Villalar, para rendirla definitivamente en octubre de 1521.

En el caso neogranadino, la resistencia no fue tan marcada ni tan abierta como es la resistencia armada de toda una ciudad importante en aquella época como Toledo, pero aun después de Zipaquira se registraron algunos brotes de resistencia.

También, algunos personajes anteriormente comuneros que se pasaron al bando regio o imperial, en ambos casos serian relevantes en la derrota y prisión de lideres comuneros posteriormente, como el caso de Juan Arias Dávila o Pedro Girón y Velasco en Castilla o el caso de Salvador Plata, que actúa en el apresamiento de Galán y en el juicio contra Berbeo en Nueva Granada, diciendo, como afirma Manuel Briceño que siempre fue “un infiltrado entre las filas comuneras para controlarlos desde dentro”.

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