Las huellas del movimiento obrero en Londres
Londres tiene una rica y variada historia que se remonta a hace casi 2.000 años, cuando fue fundada por los romanos con el nombre de Londinium.
Durante todo este tiempo, se ha convertido en una de las capitales financieras y culturales más importantes del mundo. La ciudad de Londres ha experimentado la plaga, has sido devastada por el fuego, ha sufrido la guerra, las convulsiones políticas, bombardeos aéreos o ataques terroristas, y los trazos de esta amplia historia y cultura se pueden observar hoy en día en los diversos museos, monumentos, lugares y objetos que se encuentran por la ciudad.
Tradicional e históricamente, y a pesar de que fueron numerosas las civilizaciones y culturas que han pasado por la capital británica, así como acontecimientos históricos de lo más variado, sin duda alguna si hay algún elemento que ha sido seña de identidad de la ciudad inglesa, ese ha sido su carácter de ciudad obrera y política.
Numerosos son los barrios londinenses donde la huella de los trabajadores quedó impregnada y, precisamente en relación con ellos, el movimiento obrero y los líderes y refugiados políticos obreros de todo el país y el continente europeo encontraron en sus barrios un refugio perfecto para vivir y desarrollar sus ideas.
A tal punto ha llegado esta identificación, que a día de hoy, la mayor parte de la historiografía occidental no duda en ubicar en Londres el nacimiento del moderno y actual movimiento obrero internacional, y ser uno de los pioneros en acoger a refugiados políticos.
1) El contexto histórico; un convulso siglo XIX
Sin duda, el periodo más esplendoroso económico, política y socialmente de Londres ha sido el reinado de la Reina Victoria de Hannover (1819-1901), durante el siglo XIX. Su reinado de 63 años y 7 meses ha sido el más largo en la historia del Reino Unido y se le conoció como época victoriana en su honor.
En esta época, el Reino Unido alcanza al primer puesto como potencia económica mundial, y como el mayor imperio político del mundo, iniciándose con la coronación de Victoria como Emperatriz de la India en 1877 y acabando con los amplios dominios del imperio británico en Asia y África, además de su influencia en América y Oceanía.
Durante el siglo XIX, Londres se transformó en la ciudad más grande del mundo y la capital del Imperio Británico. Su población pasó de 1 millón de personas en el año 1800 a 6,7 millones un siglo más tarde.
En esta época, varios son los elementos destacados e innovadores que dejan huella en la ciudad y que contribuyeron a fraguar esa imagen de un Londres industrial y obrero que caracterizó a la ciudad en la era victoriana.
El primero de ellos, sin duda es la aparición del Metro de Londres durante esta época. La economía urbana Londres del siglo XIX se transformó con la aparición del ferrocarril, y especialmente con la llegada del metro o suburbano de Londres, el primero que se construye en el mundo y que abre sus líneas el 10 de enero de 1863.
Por otro lado, la ciudad experimenta el fenómeno de la industrialización latente, que venía desarrollándose desde finales del siglo XVIII en todo el país, pero que alcanzan su apogeo a mediados y finales del siglo XIX.
Es precisamente ésta la época en la que los efectos de la industrialización se dejan ver en la geografía urbana con la diferenciación de los barrios por clases sociales y sus consecuencias.
Es una época en la que surgen los barrios obreros, fruto de la concentración de la incipiente clase obrera inglesa en las grandes fábricas de la ciudad, según se cuenta en el libro “La situación de la clase obrera en Inglaterra”, publicado en 1844 por el ideólogo socialista Federico Engels, donde describe las barriadas de Manchester así;
“El panorama que se observa desde el Ducie Bridge es por otra parte característico de todo el barrio. Abajo fluye, o más bien se estanca el Río Irk, riachuelo oscuro como la pez y de olor nauseabundo, lleno de inmundicias y detritos que deposita sobre la orilla derecha que es más baja.
En tiempo de seca, subsiste en este río toda una serie de parches fangosos, fétidos, de un verde negruzco, desde el fondo de los cuales suben burbujas de gas mefítico que despide un tufo que, incluso desde lo alto del puente, a 40 o 50 pies sobre el agua, todavía es insoportable”.
Toda esta situación de contaminación y degradación sanitaria e higiénica de los ríos y ciudades de la Inglaterra del siglo XIX derivaron en fenómenos puntuales de contaminación extrema, como fue el caso del “Gran Hedor” o “Great Stink” en Londres, de julio-agosto de 1858, periodo en el cual fue especialmente notorio un terrible y fétido olor saliente del río Támesis de Londres, debido a los muchos residuos humanos orgánicos vertidos al río.
Como afirma el escritor británico Stephen Halliday, autor del estudio “The Great Stink of London”, durante décadas y desde el inicio de la industrialización, las alcantarillas de Londres vertieron al Támesis todo tipo de deshechos humanos, desde basura, excrementos, restos de comida en descomposición y hasta cadáveres humanos que eran rescatados de los ríos para ser llevados a hospitales y centros de estudio anatómicos.
Este tipo de problemas generaron, además de la destrucción y el daño al medio ambiente, fuertes enfermedades y especialmente epidemias de cólera durante todo el siglo XIX, generando miles de londinenses muertos como efecto de esta problema.
Junto con la expansión económica y comercial que la ciudad experimenta fruto del desarrollo industrial e imperial se produce una fuerte división de clases sociales que surge con gran fuerza en el Reino Unido y en Londres a finales del siglo XIX.
La ciudad, como pasara con todas las grandes capitales mundiales de la época, se divide entre barrios obreros y barrios burgueses, y eso deja huella. Ya en esa época, podemos encontrar una gran diferenciación de Londres en zonas geográficas según las clases sociales.
Frente a un oeste y sur-oeste de predominancia claramente burguesa y adinerada (Chelsea, Kensington, Mayfair…) encontramos una zona este de predominancia abiertamente obrera y empobrecida, claramente identificable geográficamente con barrios muy marcados, sobretodo en el East End (Whitechapel, Millwall, Bethnal Green, Spitalfields….).
Estas zonas obreras, en las que abundaban los llamados “slums” o suburbios chabolistas, estaban fuertemente empobrecidas y deprimidas, donde la insalubridad, el hacinamiento, el trabajo brutal, el hambre, la pobreza y la miseria estaban a la orden el día, tal y como quedó reflejado en el llamado “mapa de la pobreza” elaborado en 1889 por el filántropo Charles Booth en el que, realizando un arduo trabajo de campo en cooperación con la policía y los vecinos del lugar, coloreó un mapa de Londres señalando los lugares más empobrecidos y los más enriquecidos y que, a día de hoy, sigue siendo un perfecto ejemplo de la geografía social de finales del siglo XIX.
2) Las primeras corrientes organizadas en las zonas obreras
Como método de respuesta a esta latente pobreza social en la que vivía sobretodo el East End, surgen dos movimientos opuestos en ayuda a la pobreza y a los trabajadores.
– Por un lado, desde la óptica conservadora; surgen los movimientos de caridad cristiana cristalizados en el movimiento Salvation Army, fundado por el líder, predicador y misionero espiritual cristiano William Booth.
Booth, oriundo de Nottingham, se muda a Londres en 1849 y, después de su conversión como predicador, inicia en julio de 1865 (en una casa en el número 23 de New Road, junto a Commercial Road) un movimiento evangélico, ubicado en el más pobre y miserable barrio londinense de Whitechapel, dirigido a los que estaban atrapados en los sectores más golpeados por la pobreza, el alcoholismo, el crimen, la desocupación, el hacinamiento y toda la inmensa variedad de males sociales del Este de la ciudad, materializando el inicio de actividades del colectivo en un sermón público de Booth ese mismo año justo en frente del actual pub The Blind Beggar, junto a la estación de metro.
Muy pronto la asociación cambió su nombre por el de East London Christian Mission hasta que, como indica la propia institución, en un momento dado, el hijo del fundador, Bramwell Booth, indica que a diferencia de los estatutos de la asociación que la definen como “un ejército de voluntarios”, él no era un voluntario, sino un comprometido militante de la obra de Dios, por lo que Booth redenomina, en 1878, la obra social con el nombre de The Salvation Army, para darle más firmeza y compromiso, y se empieza a conocer a sí mismo como el “General Booth”.
Todos estos sucesos se conmemoran con una gran estatua del general William Booth no muy lejos de allí, junto a la Mile End Road ( donde una placa ubica el punto de partida de su agrupación junto a unas elevaciones que simulaban los alzados que usaban para subirse y predicar sus sermones), justo a las puertas de otro gran edificio dedicado a los mismos fines, la Tower Hamlets Mission o también llamada inicialmente Great Assembly Hall (cerca del lugar donde ya existía un antiguo asilo de jubilados llamado Trinity Green Almshouses, pertenecientes al gremio de comandantes de barcos construida en 1695 como así lo atestiguan las placas de piedra y los barcos esculpidos en la fachada), cuya labor de caridad cristiana, no vinculada con Booth ni su organización, también se remonta a estos años, concretamente a 1870 cuando es creada por Frederick Charrington, en la zona de una antigua cervecería.
En la actual facha de este lugar de residencia y caridad se puede encontrar un enorme mural pintado por el artista Mychael Barratt en 2011 y que hace un recorrido por personajes y lugares históricos del East End, la mayoría vinculados al movimiento obrero o caritativo.
Como vemos, este barrio obrero y pobre, se convirtió en un bastión y centro neurálgico de las organizaciones misioneras cristianas que, de esa forma, aplicaban el concepto cristiano de la caridad como dogma. Pero no solo los sectores cristianos conservadores tuvieron su incidencia en el East End y en Londres a finales del siglo XIX.
– Por otro lado, desde la izquierda; muy pronto al calor de la revolución industrial y de la división social de clases, empieza a organizarse un potente movimiento obrero en Londres. Ya desde el siglo XVI-XVII, zonas periféricas de Londres fueron refugio de radicales políticos y librepensadores, como la zona de Spitalfields (refugio de puritanos franceses radicales) o Hackney (de librepensadores políticos y religiosos, como bien se recoge en la sección dedicada a ellos del Hackney Museum).
Ya desde las primeras décadas del siglo XIX, diversas corrientes obreras se crean en el país, tales como el cartismo, el socialismo utópico del filántropo Robert Owen que en febrero de 1834 crea precisamente en Londres la Grand National Consolidated Trades Union, origen primitivo del posterior tradeunionismo o sindicalismo. En Francia también habían venido apareciendo desde inicios de siglo diferentes movimientos obreros, utópicos y destacados ideólogos como Proudhon se habían convertido en figuras relevantes.
Pero será desde el este europeo, sin embargo, donde surgen dos corrientes y dos figuras que impactaran en el movimiento obrero inglés. En el Imperio Ruso, Mijaíl Bakunin da forma a una nueva ideología que dará a conocer como anarquismo.
De Alemania vendrán exiliados a Reino Unido Karl Marx y Federico Engels que, en 1848 publican “El Manifiesto del Partido Comunista” y que será origen de este movimiento obrero. Como un elemento para coordinar a toda esta amalgama de corrientes obreras que empiezan ya a expandirse por toda Europa, y especialmente en la cosmopolita Londres, se crea en la ciudad una nueva coordinadora.
El 28 de septiembre de 1864 se convoca en el teatro St. Martin’s Hall, en la zona conocida como Long Acre, una reunión que dará lugar a la Primera Asociación Internacional de Trabajadores o La Internacional-AIT.
El lugar se había construido en 1847/1850 como un “music hall” y fue cedido aquellos días para organizar los inicios del movimiento obrero mundial, que pusieron las bases del movimiento obrero mundial occidental tal y como lo conocemos a día de hoy.
Sin duda alguna, el hecho de ser Londres uno de los lugares más industrializados y con mayor presencia de obreros y organizaciones obreras de toda Europa, y su carácter relativamente abierto y liberal influyeron en ello.
A raíz de esto, se produce el surgimiento del movimiento obrero que, no obstante, se divide entre marxistas y anarquistas debido a las divisiones internas, incluso a nivel personal entre Marx y Bakunin, que irán creciendo con el paso de los años.
Por una parte, los marxistas o socialistas tuvieron su propia evolución local en Londres.
En 1847, los revolucionarios alemanes Karl Marx y Friedrich Engels llegaban exiliados de Europa por las fuertes persecuciones de los gobiernos y su implicación revolucionaria, y se establecían en Londres.
Fue en el céntrico y multicultural barrio del Soho (donde estuvo la primera residencia de Karl Marx y su familia al llegar a la ciudad) donde Marx inició sus trabajo y sus primeros contactos políticos con revolucionarios y socialistas locales y exiliados europeos, como la Liga de los Justos o Proscritos (redenominada Liga de los Comunistas, para quien Marx y Engels redactaron el famoso Manifiesto del Partido Comunista en 1848).
Marx, ya en situación de pobreza y mantenido económicamente por su socio, dedica toda su atención en su gran obra maestra, escrita en Londres, “El Capital”.
Para ello, desde su cercana casa en el Soho se traslada a pie diariamente hacia su gran fuente de inspiración, donde escribirá su obra maestra y gran parte de sus escritos, la British Museum Reading Room del British Museum.
En esta sala dependiente del museo, Karl Marx (y después de él Lenin con el pseudónimo de Jacob Richter en el siglo XX) pudo tener acceso a una amplísima bibliografía sobre economía y sociedad inglesa, que le permitió ahondar en sus estudios del sistema económico capitalista y comprender (para así criticar) las bases del sistema económico liberal-burgués.
Su vida transcurrió entre los libros, las bibliotecas y las largas horas de debate con su amigo fiel, Engels, en las casas de ambos o en los numerosos pubs que gustaban frecuentar. Además, también participó cooperando con los grupos radicales y revolucionarios locales, muchas veces a través de charlas o conferencias, como las que se daban en la London Patriotic Society de Clerkenwell Green que, ya como “The Twentieth Century Press” se orientó a una labor de difusión de propaganda marxista, que continúa hoy como Marx Memorial Library and Workers School como centro de estudio, análisis y difusión de propaganda marxista.
Tras su muerte en su casa de Kentish Town de Londres en 1883, Karl Marx fue enterrado en el Cementerio de Highgate, cerca de la estación de Archway, en cuya tumba, su fiel amigo Engels realizó su famosa oración fúnebre, y donde aún se conserva la tumba de Marx con su característico busto labrado, que se ha convertido en un destacado centro de peregrinación de todos los socialistas del mundo, especialmente cada 1 de mayo, día del trabajador.
Tras la muerte de su amigo, el co-fundador del comunismo Federico Engels siguió con su obra de divulgación de la ya naciente ideología comunista, a través de su cuartel general ubicado en una lujosa casa de la acomodada calle de Regents Park, junto a la Primrose Hill.
Allí, Engels se dedica a completar la obra de El Capital inacabada por su amigo así como a escribir en ese periodo de tiempo en solitario sus más importantes obras, como la “Dialéctica de la Naturaleza”, o “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”.
Pronto, su casa se convierte, como lo fue la casa de Marx en vida, en otro gran centro de peregrinación de los socialistas londinenses y de toda Europa que, de paso por Londres, no dudaban en acercarse a la casa de Engels a charlar con su maestro y fundador, hasta su muerte acaecida en esta casa en 1895.
Por otra parte, y al igual que los socialistas-comunistas, los anarquistas crean sus propios congresos y organizaciones al margen de los socialistas y marxistas y empiezan a tejer su red de influencias por el Londres, que llegará a tener mucho más peso histórico que en el caso marxista, cuyas tendencias más autoritarias no llegaron a tener tanta acogida.
Una figura clave dentro del anarquismo en Londres sin duda alguna fue el ideólogo anarquista ruso Pedro Kropotkyn que, huyendo de la persecución zarista, llega a Inglaterra en 1876.
Según la experta Sarah J. Young, a Londres llega por primera vez en julio de 1881 cuando asiste a una reunión de un Congreso de la Internacional Anarquista, viviendo en una casa de la Crescent Road de Bromley, un suburbio al sur de Londres.
Desde entonces, Kropotkin se une al movimiento obrero londinense y ayuda en mítines y organizaciones locales, como los que tomó parte en la Patriotic Club, en la Great Assembly Hall (junto a Eleanor Marx, hija del líder comunista, o el activista socialista y artista William Morris, en un ejemplo de unidad obrera), o en la Stratford Dialectical and Radical.
Pero sin duda alguna, la huella más profunda y la única aun visible y en funcionamiento del movimiento anarquista y de Kropotkyn a finales del XIX tiene lugar cuando en 1886, Pedro Kropotkyn y la anarquista británica Charlotte Wilson crean el periódico anarquista “Freedom”, ubicada desde entonces y aun hoy en día (en forma de editorial y librería anarquista) en el barrio obrero de Whitechapel del East End.
Según Young, Kropotkin, como muchos otros exiliados políticos rusos, volverán de nuevo a su patria en 1917 después de la oleada revolucionaria que, entre febrero y octubre de ese año, sacudió al país y desembocó en la revolución rusa que llevó a los bolcheviques al poder.
También se crearon espacios conjuntos donde socialistas y anarquistas pudieran militar conjuntamente y formarse política y culturalmente. Tal fue el caso del International Working Men’s Educational Club, situado en la calle Fairclough, adquirido en 1885 por grupos radicales judíos obreros, como lugar de conferencias y formación sobre política, economía, y literatura, así como conciertos y bailes, donde marxistas y anarquistas acudían unidos según el espíritu original de la Internacional.
Pronto se convirtió en un lugar referencial del movimiento obrero londinense, y desde allí partían la mayoría de las manifestaciones obreras de la época.
Los últimos grandes centros de reunión del anarquismo internacional tuvieron lugar entre 1899-1918, en las conocidas como “Dunstan Houses” de Stepney Green, que se convirtió en el cuartel general de los anarquistas del exilio, y donde vivieron, residieron y se reunieron periódicamente para debatir o publicar sus textos, periódicos o libros, los más importantes líderes anarquistas del exilio, como Rudolf Rocker.
Rocker, un escritor y activista de ideología anarquista alemán, estuvo viviendo en Londres e Inglaterra entre 1896-1918 debido a la persecución de la policía imperial alemana debido a su batalla por los derechos sindicalistas, y allí se juntaría con grupos anarquistas judíos del East End, la zona más empobrecida de la ciudad y allí empezaría una nueva vida en el exilio, donde incluso llegaría a nacer, en 1907 y fruto de una relación con una inmigrante judía, su hijo Fermin Rocker, cronista de la vida política de su padre.
Rudolf Rocker, que había aprendido directamente de nada menos que el ideólogo Pedro Kropotkin (que, como vimos, vivió en esas fechas y coincidió en Londres con Rocker)como reconoce en su memorias su hijo, se convirtió rápidamente en un líder declarado de los obreros judíos del East End, utilizando su domicilio en las Dunstan Houses como una autentica base y cuartel general anarquista, donde se editaban periódicos, escribían folletos y hacían reuniones políticas en las que participaba lo más granado del anarquismo europeo de la época, como Rudolf Rocker, Pedro Kropotkin o Errico Malatesta (quien vivió de forma estable en Londres entre 1900-1913) por lo que el espectáculo político de una reunión de similares características en pleno centro de Londres, irrepetible en la historia, debía ser una ocasión que quedaría grabada a fuego en la mente y los corazones de los activistas de todo el mundo.
3) Las últimas oleadas del movimiento obrero
A caballo entre los siglos XIX-XX el movimiento obrero londinense y europeo se encontraba en cierto declive y retroceso, en parte por la muerte de sus fundadores, Marx y Engels, y por la represión de la Comuna de París y de La Internacional.
A pesar de ello, los socialistas y socialdemócratas europeos, habían recogido la antorcha de los fundadores del comunismo y, poco a poco, habían empezado a crear sus propios partidos marxistas en toda Europa e incluso en Asia.
Uno de estos partidos nuevos se funda en 1898, cuando un entonces joven activista ruso llamado Vladimir Ilich Ulianov (posteriormente conocido como Lenin), crea en Minsk el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, germen del futuro Partido Bolchevique que en 1917 tomaría el poder en Rusia.
Lenin, gran admirador de sus predecesores ideológicos Marx y Engels, fue víctima de la represión zarista que le obligo a exiliarse en numerosas ocasiones, como muchos otros activistas rusos y europeos de la época, lo que provocó que viviera en el exilio, fuera de su país, durante gran parte de su vida.
Debido a ello, Lenin fue divagando por numerosos lugares fruto de la represión zarista rusa (especialmente de la temida policía política zarista, la Ojrana), llegando junto a su mujer Nadezhda Krupskaya a Londres en abril de 1902, donde estuvo hasta 1911.
En esa época, Londres era todavía un hervidero de activistas políticos de todo el mundo, que perseguidos por las policías de sus países, y aparándose en el ambiente liberal del país anglosajón, recalaron en la capital británica.
En esa época, entre 1900-1917, Londres fue testigo de la presencia de personalidades de talla mundial para la historia como Lenin, Stalin, Korpotkin, Rocker o Malatesta que, en esas casi dos primeras décadas del siglo XX, cogieron fuerzas y se reagruparon en la ciudad para plantar las futuras batallas políticas que les llevarían a la fama internacional y al reconocimiento del movimiento obrero.
Una vez en Londres, Lenin, al igual que Karl Marx antes que él, aprovecha sus estancias en su residencia en Islington, para acercarse al British Museum y su famosa Sala de Lectura, como fuente de inspiración para su etapa de estudio y análisis del sistema capitalista y especialmente del imperialismo, que será el plato fuerte y el objetivo específico del análisis y de las críticas al sistema capitalista mundial por su parte.
Como curiosidad de la huella dejada por el líder comunista ruso, con los años el bloque de viviendas donde se alojó, que fueron re-construidas en los años 50, se proyectó que fueran llamadas en su honor “Lenin Court” y aún se conserva un busto suyo en el Islington Museum.
Muy pronto, y en contacto con los grupos socialistas rusos del exilio y con los círculos marxistas locales, Lenin se puso a trabajar en sus muchos proyectos; por las mañanas se trasladaba al cercano British Museum Reading Room, a trabajar, como sus antecesores, en los textos que le brindaba el lugar, y por las tardes, y ya en contacto con el grupo marxista británico Twentieth Century Press de Clerkenwell Green (actualmente la Marx Memorial Library), le fue cedido en el local una sala entre 1902-1903, donde gestionaba la publicación del periódico oficial del POSDR en el exilio, “Iskra”, y donde aún hoy en día se conserva su despacho de Lenin.
Durante sus ratos libres, como informa Sarah Young, cuando no asistía a mítines, reuniones del partido o supervisiones del periódico, Lenin gustaba de pasear por rincones emblemáticos de la ciudad, o asistir a mítines radicales en Whitechapel o Mile End donde, quien sabe, puede que se encontrara en alguna ocasión con alguno de los pesos pesados del anarquismo mundial.
Sin embargo, junto con la documentación bibliográfica y la edición de periódicos, la labor más importante de Lenin y los comunistas rusos en aquellos años fue reorganizar y engrasar bien la máquina del partido socialdemócrata ruso en el exilio y prepararla para el asalto al poder, organizando para ello numerosos encuentros de los comunistas rusos en el exilio, que llevaron a que junto a él, pasaran por Londres destacados dirigentes comunistas del Imperio Zarista del momento como Stalin (la leyenda popular dice que ambos se conocieron en la Crown Tabern de Clerkenwell), Trotsky, Plejánov, Martov, Lunacharsky, Zinoviev, Máximo Gorky o Rosa Luxemburgo, en congresos en la capital inglesa (en Whitechapel o Islington) en los que llegaron a acudir hasta centenares de miembros y delegados venidos de todo el imperio, lo que nos da una idea de la relevancia que Londres y Lenin tenían ya en aquellos momentos para los principales dirigentes comunistas de Europa.
Poco después, los exiliados, como el propio Lenin, irían retornando a Rusia u otros países cercanos para ir preparando la incipiente revolución comunista que tendría lugar en 1917.
Como último eco de aquel movimiento obrero iniciado durante las primeras décadas del siglo XIX en Londres fue la presencia en las calles londinenses del futuro líder comunista y fundador del moderno Vietnam, Ho Chi Minh.
Y es que, el destacado revolucionario asiático estuvo en Londres a inicios del siglo, y trabajó en 1913 en las cocinas del Carlton Hotel, situado junto a Trafalgar Square, y en las del Drayton Court Hotel, en el oeste de la ciudad, ambas zonas lujosas y frecuentadas por la alta burguesía.
Parece ser que el líder vietnamita, nacido en 1890, empezó a ganarse la vida en 1911 como cocinero en lo que hoy llamaríamos un “crucero” francés (potencia colonial que dominaba entonces la actual Vietnam), lo que le llevaba a trasladarse en grandes viajes a la Europa occidental, y donde recaló en la capital británica en 1913, y donde estuvo trabajando como cocinero y, posiblemente, friegaplatos durante unos años, sin ejercer ningún tipo de actividad política, ya que su conciencia militante se iniciaría unos años después cuando, a partir de 1917-1919 se mudaría a estudiar a Francia y entraría ya en contacto con círculos socialistas y marxistas revolucionarios, afiliándose a la SFIO y posteriormente al Partido Comunista Francés.
Poco después, ya en los años 20 e inicios de los 30 del siglo XX, Reino Unido como todos los países capitalistas occidentales, se ve fuertemente sacudido por la Gran Depresión heredada del Crack de 1929 y se producen elevadas tasas de paro elevadísimas y una gran miseria social.
Como consecuencia de ello, las posturas políticas se radicalizan y aparecen, como en todo el continente europeo, los partidos y movimientos extremos, sobre todo en las zonas más pobres de la ciudad, tanto en la izquierda como en la derecha.
Durante esta década en el East End (que ya no contaba entre sus vecinos a sus históricos moradores de décadas precedentes del movimiento obrero mundial) surgieron partidos políticos de la extrema derecha e izquierda, como el Partido Comunista de Gran Bretaña (CPGB), formado en torno a 1920/21 y especialmente fuerte en Whitechapel y Bethnal Green, o la Unión Británica de Fascistas (BUF), fundada en octubre de 1932 por Oswald Mosley y que recibió un amplio apoyo entre las clases medias y altas.
El BUF se caracterizó por constante provocaciones no solamente a la izquierda comunista, si no especialmente a grupos judíos londinenses (el gran objetivo de la extrema derecha británica en aquellos años 30) y a minorías étnicas de Londres entre 1933-1936, y cristalizó en un intento de “tomar” por la fuerza el bastión judío inmigrante del este de Europa de la ciudad, el East End, que se saldó con una batalla campal entre los partidarios de Mosley y una coalición local formada por judíos, comunistas, inmigrantes y anti-fascistas en general, la famosa “Batalla de Cable Street” ocurrida en torno a esta calle el 4 de octubre de 1936, ya iniciada la guerra civil española, y que se saldó con 83 detenidos y 100 heridos, pero que frenó el paso de Mosley en el barrio.
Con el establecimiento de la revolución rusa a partir de 1917, el fin de la segunda guerra mundial y la derrota de los fascismos en 1945 y el establecimiento del estado del bienestar en casi toda la Europa occidental a partir de los años 40-50, el auge poderoso que el movimiento obrero experimentó en Londres, Reino Unido y en general en toda Europa a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX tocó a su fin y las calles de las grandes metrópolis occidentales se fueron vaciando de movilizaciones y protestas. Toda una época de la historia occidental había ido tocando, poco a poco, a su fin.
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