El Pacto Ribbentrop – Molotov (II)
2. ¿Cómo se fraguó el pacto?.
2.1 El doble juego de la URSS.
Hay que destacar que los primeros contactos vinieron desde la URSS, en las Memorias de Winston Churchill publicadas después de la II Guerra Mundial, el insigne escritor saca a la luz documentos del departamento de Estado norteamericano, sobre las relaciones Nazi-Soviéticas; en estos documentos ya se habla de un acercamiento en febrero de 1939: “Estos se referían a las cuestiones comerciales derivadas de la nueva situación de Checoslovaquia después de Munich. Rusia tenía contratos con el gobierno checo para recibir de las fábricas Skoda municiones. ¿ Qué iba a pasar con tales contratos?. El 17 de abril, el secretario alemán de Asuntos Exteriores Weizsaeker informó al embajador ruso que las noticias sobre un futuro pacto entre las Potencias Democráticas no creaban un ambiente favorable a la entrega de material de guerra a la Rusia soviética”. El embajador ruso alegó que la prensa inglesa, francesa y norteamericana ofendía más al Reich que la propia URSS.
“Las diferencias ideológicas apenas han influido en las relaciones ruso-italianas y no tienen por que servir de obstáculo a las ruso-alemanas. Rusia no desea explotar la presente fricción entre Alemania y las Potencias Occidentales. No hay razón para que Rusia y Alemania no vivan sobre un pie normal. Y, partiendo de la normalidad, las relaciones podían mejorar después.” – Dijo el embajador ruso.
A esto hay que añadirle un discurso del propio Stalin el 10 de marzo de 1939, en el que se ven las intenciones del país de los Soviets de entenderse con el eterno enemigo político. El discurso tuvo lugar con motivo del XVIII Congreso del Partido Comunista, el dictador georgiano manifestó:
“ No existían motivos aparentes para una conflagración entre Rusia y Alemania”
Dijo eso después que entre Berlín y Moscú las relaciones no habían sido nada cordiales en muchos años. Mas sorprendentemente todavía era la afirmación del dictador ruso de que las Potencias Occidentales tenían la intención de inducir al III Reich a lanzarse a un conflicto armado con Rusia:
“Pero los dirigentes nazis han rechazado la proposición. Por fortuna no pertenecen al grupo de dementes que existe en Alemania, y que sueñan con conquistar Ucrania. Para esos locos tenemos en Rusia bastantes camisas de fuerza”.
Lo cierto es que la URSS estaba haciendo un doble juego.
El 16 de abril, los Soviets mediante su Comisario de Asuntos extranjeros Litvinov, hicieron una oferta formal, determinando la creación de un frente unido de asistencia mutua entre Inglaterra, Francia y la república rusa. Las tres potencias “ a ser posible con la adición de Polonia” debían de grantizar a los Estados del centro y este de Europa que se hallaban amenazados de agresión alemana, pero había un obstáculo, y era que los países fronterizos a la URSS debían dar el paso a tropas rusas para que les defendieran de los alemanes. “Polonia, Rumania, Finlandia y los Estados Bálticos no sabían más si temer un ataque alemán o un auxilio ruso.” Esto era un terrible dilema que paralizaba la política franco-británica, por un lado dar garantías a estos países que a su vez no querían ayuda rusa.
El 18 de abril, el embajador alemán había comunicado directamente a Molotov el deseo de Hitler de concluir las negociaciones antes del conflicto con Polonia: un gesto de confianza con los soviéticos que, si no era rechazado, haría irreversible el proceso de aproximación, dos ideologías opuestas se aproximaban entre sí.
El 3 de mayo, Litvinov, es sustituido por Molotov, el motivo de esta sustitución parece ser disputas con el Mariscal Vorichilov, sobre la posible salvaguardia del ejército Rojo de los Estados limítrofes con la URSS, algo según éste último como inviable militarmente. Pero detrás de esta sustitución esta Stalin, Molotov era un incondicional del mismo. A todo esto hay que unirle que Litvinov, era proclive a un entendimiento con las Potencias Democráticas, y fundamentalmente era judío, algo que podía perjudicar las futuras relaciones con el Reich. Pero Stalin para continuar con su doble juego señalo que la política extranjera no iba a sufrir ningún cambio. Lo cierto es que el nuevo ministro Molotov siempre había sido partidario de un acuerdo con Hitler.
Según Churchill: “Munich y otras cosas habían convencido a Rusia de que Francia e Inglaterra no lucharían hasta que fuesen atacadas, en caso de conflicto con Rusia debería pensar en si misma.” Para él la destitución de Litvinov señaló el fin de una época, el Kremblin abandonaba toda fe en un pacto de seguridad con las Potencias Occidentales y renunciaba a todo intento de organizar un frente oriental contra Alemania.
El embajador alemán, conde Von Schulenburg fue a Moscú con una ventajosa oferta de crédito de mercancías. Por ambos lados se tendía a la concordia. Molotov resolvió hacer un arreglo con Alemania a expensas de Polonia. Los franceses lo advirtieron, en el libro Amarillo Francés se encuentra un notable despacho del embajador de Francia en Berlín (7 de mayo), en ese mensaje se da el informe secreto de que la base del acercamiento sería un cuarto reparto de Polonia.
Basándome en las memorias de Churchill, sigo haciendo hincapié en que la oferta Rusa todavía estaba por discutir en los Comunes, ésta fue rechazada con frialdad. Durante el debate en esta cámara, habló Lloyd George, éste basó su discurso en la experiencia vivida como Primer Ministro durante la “Gran Guerra”, en la cual los alemanes tuvieron que hacer la guerra a dos frentes, cosa que hasta el 17, entorpeció mucho el transcurso del conflicto a los germanos, de ahí la necesidad de firmar un pacto, aunque se vean perjudicados Polonia, Rumania y los Estados bálticos.
Se acercaba cada vez más el verano, el gobierno inglés y francés veían que el asunto del corredor polaco era cada vez más peliagudo. Ahora la oferta de pacto vendría de estos gobiernos. Eden trató de ir como mediador, pues ya había tenido contactos con el “oso ruso”, Chamberlain declinó tan generosa oferta, mandando a Strag, competente diplomático pero carente de toda significación especial. La comisión militar enviada a Moscú verso: “la repugnancia de Polonia y los Estados Bálticos a ser ayudados por los Soviets contra Alemania”.
El 13 de Junio, el articulo de fondo de Pravda manifestó que Rusia necesitaba fundamentalmente una neutralidad positiva de Finlandia, Estonia y Letonia:
“La seguridad de tales estados es esencialísima para Inglaterra y Francia según lo ha reconocido un político como Churchill”.
Ya en agosto, mientras rusos y alemanes tenían contactos serios, la comisión militar encabezada por el almirante Drax y el general Doumenc, por parte franco-británica, por parte soviética el mariscal Vorichilov (10 de agosto). La conferencia militar pronto chocó con la resistencia rumana y polaca a permitir el paso de tropas rusas por sus territorios, estos Estados tapones son fervientes anticomunistas. Los polacos sostenían:
“Con los alemanes arriesgamos nuestra libertad: con los rusos nuestra alma”.
Ya comenzada la guerra Churchill se reunió con Stalin y le pregunto cual era la posición rusa en 1939. Éste le contestó:
“Formamos la impresión de que ni Inglaterra ni Francia irían a la guerra si Polonia era atacada, sino que esperaban, unidas a Rusia, evitar diplomáticamente la agresión de Hitler. Nosotros sabíamos que no era así.”
Stalin y Molotov juzgaron necesario discutir y regatear mientras ocultaban hasta el fin sus verdaderos propósitos.
El 18 de agosto el dictador soviético firma un acuerdo comercial con el Reich.
El 19 de agosto, Stalin comunicó al Politburó que se proponía a firmar un pacto con Alemania. Hitler podía ofrecer más de lo que eran capaces de otorgar las Potencias Occidentales: los Estados bálticos y las provincias orientales polacas. El 22 de agosto las conversaciones de la misión militar anglo-francesa se suspendieron. Al día siguiente llegó Ribbentrop a Moscú.
2.2 Hacia el entendimiento con la URSS.
Hitler no quería repetir la situación de 1914, un doble frente, quería la guerra a toda costa, pero Italia, su mayor aliado por aquellos momentos, hasta 1942 no podía estar preparada. Sabía que se lo jugaba a un todo o nada. Por tanto veía necesario un entendimiento con la Rusia Soviética. Hitler en el año 34 había firmado un pacto de no agresión con Polonia, para demandar Danzig y el corredor, el 28 de abril denunció el tratado de no agresión polaco-aleman. La guerra, si Francia e Inglaterra apoyaban a Polonia, estaba servida, por tanto me reitero que Hitler podía hacer frente solo a las Potencias Democráticas. El Führer mediante su embajador en Moscú, ordenó la aproximación hacia los Soviets. Había que salvaguardar el este fuese como fuese, es más el primer paso lo había dado la Unión Soviética. Después de la firma del “pacto de acero” En mayo, primero en Milán y después en Berlín, el Ministro de Exteriores Alemán Ribbentrop organizó en su palacete un fiesta de embajadores. Allí se produjo una interesante conversación entre diplomáticos:
“- Vaticino a usted -Dijo el embajador rumano Crutzescu al embajador polaco Lipsky- que algo traman entre Berlín y Moscú.
Sí, aquí huele a piel chamuscada.
Pero también arden las plumas – aludiendo al escudo heráldico polaco- No olvidéis la proposición hecha por Stalin a los alemanes el 10 de marzo (relativo al discurso antes citado, el apartado 2.1).
Esta conversación versaba sobre la presencia del diplomático soviético Astachov, encargado de negocios de la Embajada rusa, la presencia de éste diplomático llamo la atención a los asistentes.
Pero continuo con el transcurrir de la conversación:
“- Pero Stalin ha prometido ayuda a las víctimas de la agresión nazi- dijo el polaco.
¿Aceptaría usted esa ayuda en caso de ser atacado?- dijo el rumano en tono sarcástico-, Los alemanes no hacen nada en vano, y eso lo sabe todo el mundo. Pero los otros, los rusos, tampoco. Su jefe de Estado, Rydz-Smigly, lo expresó en una reciente conversación con el embajador francés: “Con los alemanes arriesgamos nuestra libertad, pero con los rusos seguro que venderemos nuestras almas.”
No queremos perder ni la libertad ni nuestras almas.
Tiene usted toda la razón, pero eso mismo debía haber pensado su ministro de Asuntos Exteriores Beck, cuando en 1934 suscribió un pacto con Hitler.”
Quiero resaltar la ambigüedad en la que se encontraba el Estado Polaco, por un lado temían a Hitler y por otro a Rusia ¿ A quién hacer más caso?, sólo se fiaban de las Potencias Democráticas.
Las relaciones entre ambas Embajadas ideológicamente opuestas, comenzaron sin que nadie se enterará, aunque como he citado antes, algo se olía. Desde la destitución de Litvinov, el gobierno alemán dejó de definir su política como antibolchevique y empezó a atacar a las plutodemocracias, el “espacio vital” alemán se detenía en las fronteras rusas, no habría conflicto ruso-alemán salvo si los Soviets se unían a la política de “cerco” de Inglaterra y Francia. Aquí esta claro que ahora el objetivo de Hitler será aislar a Polonia, por tanto veía necesario un entendimiento con la URSS, para así tener sus ejércitos preparados para el frente occidental, y no tener un doble frente.
El 30 de mayo, el ministerio alemán de Asuntos Extranjeros envió la siguiente instrucción a su embajador en Moscú. “Contrariamente a lo antes planeado, hemos decido emprender negociaciones definidos con la Unión Soviética”.
El 4 de agosto, Schulenburg, embajador alemán, telegrafiaba desde Moscú:
“La actitud de Molotov evidencia que el gobierno soviético está dispuesto a mejorar las relaciones ruso-alemanas, pero sin que disminuya su antiguo disgusto por Alemania. Mi impresión general es que el gobierno soviético está resuelto a concordar con Inglaterra y Francia si éstas cumplen los deseos soviéticos…Las negociaciones, no obstante, pueden durar mucho, por que también hay gran desconfianza también hacia Inglaterra…Necesitaremos un considerable esfuerzo para hacer cambiar de postura al gobierno soviético”.
El 20 de agosto el Führer telegrafió a Stalin para pedirle que recibiera a su ministro de Exteriores, Joachim Von Ribbentrop. Ahora nos refugiaremos “en el nido del águila” (Obersalzberg). El Führer explicaba al Conde Ciano (Ministro de Asuntos exteriores Italiano), sus planes sobre la futura anexión Polaca, Ribbentrop se dirigió hacia él y le comunico algo al oído. Según Ciano:
“Debía de tratarse de una noticia de importancia, pues el rostro de Hitler mudó de expresión”.
“- Los rusos han dado su conformidad a que los negociadores alemanes se trasladen a Moscú. Eso significa un cambio total en la situación.” Dijo Ribbentrop.
Después Hitler dio un discurso de una hora, y en el reflejaba la importancia de las noticias de Moscú. Una vez hubo acabado, Ribbentrop añadió que la URSS había sido informada de las intenciones alemanas respecto a Polonia. Hitler subrayó las palabras del Ministro de Exteriores alemán diciendo que, ante esta nueva circunstancia, parecía lógico que tanto Francia como Inglaterra no se atreverían a declarar la guerra. Hitler reunido con su Estado Mayor del Ejército, predicó que por el momento la ayuda italiana era innecesaria, que se podía hacer frente hábilmente a “Las potencias democráticas”, por un eventual bloqueo británico, obteniendo del este, cereales, ganado, carbón, plomo y cinc.
2.3 ¿Cómo fue el impacto en aquellos momentos tensos?
Nadie en el mundo podía dar crédito a tal noticia, ¡ Un pacto entre nazis y comunistas !
El corresponsal de “United Press” difundió un teletipo, que venía a decir lo siguiente:
“Acabo de sabor que Alemania y la URSS han convenido en firmar un tratado de no agresión. El ministro de Asuntos exteriores alemán, Von Ribbentrop, saldrá a tal fin con destino a Moscú mañana, martes 22 de agosto de 1939. La declaración oficial será difundida por la radio esta misma noche.”
La radio alemana interrumpió su programación habitual para dar el siguiente parte:
“Los Gobiernos del Reich y de la Unión Soviética han determinado suscribir un pacto mutuo de no agresión. El ministro de Asuntos exteriores, Von Ribbentrop, llegará a Moscú el 23 de agosto para dar fin a las negociaciones conducentes a la firma del convenio”.
Las emisoras de radio de todo el mundo dieron la noticia de lo acaecido salvo Polonia. El gobierno polaco dio las siguientes directrices a su embajador en Moscú.
“La visita de Ribbentrop a la capital de los Soviets es sólo un signo de la deseperación en que se encuentra el III Reich”.
Pero lo cierto es que los polacos estaban alarmados, se empezaron a ensañar con la población alemana. Sus militares (mayoría de origen nobiliario), pensaron que en caso de guerra su caballería podía acabar con los alemanes.
La prensa comunista de la época vio el hecho como un acto de propaganda de Joseph Goebbels, aunque pasados los días dieron lo acaecido como un hábil maniobra de Stalin:
“La URSS, el país cuya diplomacia no ha cesado de reclamar el desarme tanto como era posible, que ha dado al mundo la política de seguridad colectiva, marca una vez más, y como un estallido, su voluntad de paz con todos. ¡ Silencio a la jauría antisoviética ! Nos encontramos en vísperas del hundimiento de sus esperanzas”
Diario Aragon, Ce soir 23, VIII, 1939.
“El movimiento “Paz y Libertad” está convencido de que tal pacto no puede más que contribuir a grantizar la paz”.
El secretariado: Jourdain, Ribard y Mabille, L’Humanite. 24, VIII, 1939.
Aquí nos encontramos con ejemplares de diarios comunistas franceses.
¿Pero cómo reaccionaron las “Potencias Democráticas”?
El Primer Ministro francés Daladier no llegó a creer la noticia. Llamó a su ministro de exteriores Bonnet para que se informara bien. A la mañana siguiente Daladier llamó a su embajador en Moscú, monsieur Naggiar, diciéndole:
“¿Cómo es posible que ayer mismo nuestra misión militar negociara con sus colegas rusos, y nadie se haya enterado de las negociaciones germano-rusas que estaban ya en marcha?”
Los franceses creían tener el mejor ejército de tierra del mundo, pero si esto pudiera ser cierto, tenían el peor general de la historia de Francia, Gamelin.
Chamberlain tampoco llegó a creer en la noticia, era un pacifista convencido, sólo políticos sagaces como Churchill se lo imaginaban. Lo cierto es que Gran Bretaña seguía dispuesta a mantener los compromisos con Polonia.
Los Italianos como Ciano y su embajador Attolico, quedaron perplejos y no llegaban todavía a creerse la noticia, pese a estar reunidos con el Führer en el momento que se le dio la noticia.