Sainte-Chapelle de París

El Palacio de la Cité, residencia y sede del poder de los reyes de Francia desde el s. X hasta el s. XIV, alberga la Conciergerie y la Sainte-Chapelle, recogidas en el Palacio de Justicia, su nueva sede.

Luis IX (rey de 1226 a 1270 y futuro San Luis) hace edificar la Sainte-Chapelle entre 1242 y 1248 para conservar las reliquias de la Pasión de Cristo. La más conocida de ellas es la Corona de Espinas, adquirida en 1239 por una suma que supera con creces el coste de la construcción del propio edificio.

Las Sagradas Reliquias habían pertenecido a los emperadores de Constantinopla desde el s. IV. Al comprarlas, Luis IX incrementa el prestigio de Francia y de París, que se convierte a los ojos de la Europa medieval en una “Nueva Jerusalén”, y por tanto en segunda capital de la cristiandad. Durante el periodo revolucionario, la Sainte-Chapelle, símbolo del derecho divino de los reyes, sufre numerosos deterioros. Sin embargo, los vitrales se mantienen. En 1846 comienza una gran campaña de restauración a la que debe el edificio su aspecto actual.

Dos santuarios superpuestos

Desde el principio, las reliquias se situaron en la capilla superior para su veneración. Sólo el rey y sus allegados, así como el colegio de canónigos encargado de los oficios, accedían a ellas a través de la terraza exterior, que estaba unida al Palacio. La capilla inferior era el lugar de culto del personal del Palacio.

La planta, de tipo basilical y con un ábside semicircular, es muy sencilla. Servirá de modelo para otras Santas Capillas como la de Vincennes y la de Chateaudun.

La capilla inferior

La estatua de la Virgen, patrona del santuario, recibe al visitante en la portada. La decoración polícroma restaurada del interior data de la campaña decimonónica, al igual que la decoración escultórica del portal. En el ábside de la izquierda, sobre la puerta que daba a la antigua sacristía, hay un fresco de la Anunciación del s. XIII. Es el mural más antiguo de París.

La bóveda rebajada se sostiene mediante unos codales calados que unen las columnas de las naves laterales a las paredes de los lados. Estas están decoradas con arquerías ciegas trilobuladas y 12 medallones en los que figuran los apóstoles. Las flores de lis de Francia sobre fondo azul de las bóvedas se alternan sobre las columnas con las torres de Castilla sobre fondo púrpura, armas de la reina Blanca de Castilla, madre de Luis IX.

La capilla superior

Es un verdadero relicario monumental y, como tal, está suntuosamente decorado. Las esculturas y las vidrieras se complementan para glorificar la Pasión de Cristo y dar la impresión de acceder a la Jerusalén Celeste, bañada de luz y color. Las vidrieras de la Sainte-Chapelle contribuyeron a darle renombre desde su construcción.

Las 1.113 escenas de las 15 vidrieras cuentan la historia de la humanidad, desde el Génesis a la resurrección de Cristo. Catorce de las vidrieras representan episodios bíblicos y se leen de izquierda a derecha y de abajo a arriba.

1. La vidriera de la historia de las reliquias de la Pasión es la única leída en bustrofedón (sistema de lectura serpenteante: se empieza abajo, de izquierda a derecha y viceversa hasta arriba). En la parte inferior de las ojivas lanceoladas se cuenta desde el descubrimiento de Santa Elena de las reliquias en Jerusalén hasta su llegada al reino de Francia.

2. La estatua de San Pedro es la original, como otras cinco estatuas de apóstoles. El santo lleva las llaves del paraíso. Las estatuas de los doce apóstoles, “pilares de la Iglesia”, se dispusieron simbólicamente en los arranques de las bóvedas con crucería ojival. Son buen ejemplo de la armoniosa escultura parisina de rostros idealizados de los años 1240 a 1260.

3. El gran relicario que contenía las 22 reliquias de la Pasión de Cristo, entre ellas un pedazo de la Sagrada Cruz y la Corona de Espinas, se exponía en la tribuna, pero fue fundido en la Revolución. Las reliquias que sobrevivieron se conservan en la actualidad en el tesoro de la catedral de Notre-Dame de París.

4. El rosetón occidental ilustra el libro profético de San Juan: el Apocalipsis aparece representado simbólicamente frente a la Pasión de Cristo en el vitral central del coro. En el centro del rosetón, Cristo viene con gloria al final de los tiempos para juzgar a vivos y muertos.

Los 100 capiteles con decoración foliácea de las paredes laterales son diferentes entre sí. En las enjutas de las arquerías, los ángeles evocan las 42 escenas de los mártires que figuran en los cuadrifolios.