El arte de Modigliani
En el escenario artístico de las dos primeras décadas del siglo XX, dominado por el fenómeno e las vanguardias, Modigliani aparece como una figura excéntrica, refractaria a otro género de clasificación que no sea el perteneciente a algo que, a falta de mejor nombre, se denomino la “Escuela de París”. Los miembros de este grupo, al margen de su vinculación física con la capital francesa, tan sólo compartían su rechazo a imposiciones académicas y una aspiración de modernidad que hundía sus raíces en los movimientos de finales del siglo anterior. En este ámbito cosmopolita, poblado de artistas procedentes de todo el mundo, Modigliani va a encontrar el entorno idóneo para desarrollar su peculiar concepción del arte.
Ajeno a la pulsión asociativa que caracteriza a buena parte de sus contemporáneos, las intensas relaciones de Modigliani con artistas como Utrillo, Soutine, se basaron en la amistad y no en afinidades plásticas. Esta actitud no se basaba únicamente en una aspiración de independencia, sino que surgía del vínculo profundo con la tradición de la obra del artista italiano.
Desde un primer momento, y en ello se puede detectar la influencia de sus maestros macchiaioli, Modigliani manifiesta su rechazo a las imposiciones de escuela y afirma decididamente su libertad y su independencia como creador.
Biografía
La escasez de documentos hace imposible redactar una detallada biografía de Amedeo Modigliani. Después de su muerte, muchos individuos vinculados con el ambiente bohemio, escribieron a cerca de la vida artística en París, recordando a Modigliani, al que normalmente nos presentan entregado a la droga, el alcohol y las mujeres. Tales recuerdos, generalmente exagerados, han dado pié a la leyenda que lo sitúa entre los “pintores malditos” junto a Van Gogh y Utrillo.
La aportación más extensa y fiable para la redacción de una biografía completa se debe a su hija Jeanne, quien en el libro “Modigliani senza leggenda” inserta fragmentos de la madre del pintor.
A modo de resumen y con la finalidad de conocer un poco su vida para así intentar entender mejor su obra, podemos decir que nace en Livorno (norte de Italia) en el seno de una acomodada familia de judíos sefarditas el 12 de Julio de 1884. A los once años padece una pleuritis muy grave que le atormentará toda su vida y de cuyas secuelas nunca se recuperará.
1901: En el invierno de este año una recaída en su lesión pulmonar hace que viaje al sur de Italia acompañado de su madre en busca de un clima más favorable. Durante este viaje contacta con las grandes obras del arte italiano.
1902: Con 18 años se matricula en la Escuela Libre de Dibujo Natural de Florencia y más tarde en la de Venecia. Es en estos momentos cuando comienza su vida de bohemio y se introduce en el consumo de hachís.
1906: Llega a París. Aquí alquila un estudio en el barrio de Montmartre. El artista se convertirá pronto en un personaje característico de la bohemia artística de la ciudad, pero siempre se mantendrá al margen de cualquier movimiento más o menos organizado.
1907: Conoce al que será su primer mentor en París, Paul Alexandre.
1908: Expone en el Salón de los Independientes.
1909: Regresa por unos meses a Livorno.
1912: Ante el deplorable aspecto que presenta el pintor realiza un último viaje a Italia impulsado por sus amigos.
1914: Estalla la guerra. El doctor Alexandre es movilizado y muere, pero Modigliani aunque intenta alistarse no lo consigue y es declarado inútil.
Traba amistad con la periodista y poetisa sudafricana Beatrice Hastings, y vivirá con ella turbulentamente durante casi dos años.
1915: Conoce al experto en arte y marchante Paul Guillaume, que será comprador de su obra e íntimo amigo del artista.
1917: Zborowski, ferviente admirador suyo se convierte en su sostenedor.
En abril encuentra a Jeanne Hébuterne, de 19 años con quien, pese a la oposición familiar de la joven vivirá ese año.En diciembre se da la primera exposición individual de Modigliani en la galería Berthe Weill; los desnudos expuestos causan un gran escándalo y la policía los retira.
1918: Las condiciones adversas (su salud y la guerra) junto al avanzado estado de embarazo de Jeanne lo obligan a viajar a la Costa Azul, donde ambos vivirán mas de un año. En noviembre nace su hija.
1919: Regresa a París. Meses mas tarde lo hace su compañera de nuevo embarazada.
1920: Su salud empeora y se agrava su dependencia del alcohol y las drogas consumido por la enfermedad y tras una semana de terrible agonía muere el 24 de enero a los 36 años. A las pocas horas, Jeanne en el noveno mes de gestación se suicida.
Contexto histórico
Como ya hemos visto en la biografía el pintor nace en Italia; en estos momentos, sobre mediados del siglo XIX, el mundo de la pintura italiana no muestra novedad alguna, como si a pesar de un brillante pasado su historia se hubiese detenido: retratos oficiales, pequeños paisajes sugestivos o anecdóticos, en definitiva un arte de salón frívolo y burgués. Sólo destacan en este panorama los macchiaioli (calificativo con el que fueron conocidos un grupo de pintores italianos que corresponden al de los impresionistas franceses. Macchiaioli viene de mancha y significa que hacen manchas o una pintura llena de manchas). Según Conrado Pavolini en su obra “Modigliani” estos artistas fueron los únicos que en la Italia del siglo XIX conservaron un recuerdo de la pureza de la pintura antigua y trataron de resucitarla con un lenguaje actual.
¿Qué le queda entonces a Modigliani si no quiere “ahogarse” artísticamente en su país natal?. Pues irse a París, principal foco cultural de estos momentos, cosa que efectivamente hace en 1906.
Podemos decir que París en esta época es el destino favorito de los que aspiran a ser artistas, un ámbito cosmopolita poblado de jóvenes procedentes de todo el mundo. En la capital francesa aún es reciente el pasado de los impresionistas, la gran lección de Cezanne, que murió precisamente este año, y un presente lleno de novedades: los fauves, que acaban de provocar un enorme escándalo en el Salón de Otoño en 1905 y Picasso (que prepara sus “Señoritas de Avignon”) y Braque que se encaminaban hacia el cubismo.
Incidencia de la escultura en su obra
Desde su llegada a París en 1906, Modigliani comienza a esculpir en piedra, pero será a partir de 1909 cuando animado por su amigo el escultor Brancusi se consagra en exclusiva a esta actividad.
Las obras de este periodo que se prolonga hasta 1914 están realizadas en talla directa y son fruto de un proceso de estilización que le debe mucho al arte negro, pero también a las estatuarias egipcia y griega arcaica.
En el verano de 1912 Modigliani realiza un viaje a Italia; en Livorno sus amigos criticarán su obra. Esto unido al alto coste de los materiales como la necesidad de disponer de un taller adecuado y los problemas de salud que le ocasionaba el polvo, forzarán el abandono de esta disciplina por parte del artista toscano.
Sin embargo el intenso ejercicio de síntesis que caracteriza esta etapa dejará una profunda huella en su producción pictórica posterior.
La escultura de Modigliani es fruto de una actitud sintética, de una búsqueda de lo esencial más allá del accidente físico. Puede hablarse entonces de una deuda del artista con las formas artísticas del pasado: egipcia, cicládica, griega preclásica y románica.
El rasgo más importante de su escultura será la simplicidad.
Modigliani como dibujante
Hay quien afirma que Modigliani sigue siendo, como sus antepasados florentinos, por encima de todo un dibujante; ciertamente el artista toscano mostraba grandes dotes para el dibujo. En general sus dibujos, tanto los estudios reposados como los apuntes rápidos, comparten el mismo trazo decidido y una economía de medios que se asienta en la extraordinaria capacidad del artista para la síntesis.
Al igual que en la escultura, con respecto a su concepción del dibujo el contacto con el arte primitivo va a dejar una importante huella en él: desaparece el claroscuro y la línea pasa a dominar las composiciones.
La pintura de Modigliani
Producción pictórica
El especialista Ambrogio Ceroni en “La obra pictórica de Modigliani” (1970) nos dice que el conjunto de sus obras asciende a 337, de las cuales 80 no parecen ser suyas y otras, pese a aparecer en exposiciones oficiales, se consideran dudosas. El propio autor no cree haber redactado un catálogo completo, puesto que cree que pueden aparecer nuevas obras.
De las obras de juventud (hasta 1906) solo se conservan tres dibujos, ya que unas se perdieron, otras fueron destruidas por el propio artista y otras son anónimas.
Su producción pictórica va a desarrollarse básicamente en París, desde 1906 (año en que llega a la capital francesa) hasta que fallece en 1920. De estos años los siete primeros son un periodo de experimentación, y en los restantes alcanza la madurez.
A esto hay que hacer tres aclaraciones:
– pasará unos meses en Livorno, su ciudad natal, en 1909 y allí pintará un cuadro.
– se dedica a la escultura desde el otoño de 1909 hasta 1913, año en que la abandona definitivamente.
– en 1918, debido a motivos de salud, se traslada temporalmente durante un año a la Costa Azul con Jeanne.
Iconografía
A excepción de cuatro paisajes pintados en Niza y Cagnes (1919) la obra de Modigliani es fundamentalmente retratística; en general pintaba retratos y desnudos sustancialmente relacionados con los primeros. Solo se conserva un autorretrato pintado en su último año de vida.
¿Cómo son sus retratos?
Normalmente son individuales a excepción de dos parejas y tres maternidades. Las posturas con las que se representan los personajes son de pié o sentados; y los brazos aparecen abandonados o entrelazados.
En pocos retratos aparecen naturalezas muertas; sobre la mesa en la que se apoya el retratado puede aparecer un modesto plato con fruta o una botella con un vaso. También puede aparecer un frutero o un florero encima de un armario al fondo. Pocas veces aparecen las personas en un ambiente determinado. Modigliani las representa con una ruptura de pared, en el centro o a los lados. Siempre es la imagen solitaria del hombre moviéndose en un extraño espacio que no tiene las dimensiones de la perspectiva clásica, pero tampoco las pretendidas dimensiones de la profundidad cubística.
¿ Cómo son los desnudos?
Son modelos profesionales que hacía sentarse o tumbarse en lechos de color bermellón y rojo violáceo
¿Quienes son los retratados?
Pocas son las obras hechas por encargo debido a que su brevedad no permitió al artista consolidarse como retratista. Por si esto fuera poco su actividad artística comprende los cuatro años de la Gran Guerra, que no eran los más adecuados para encargos de esta índole.
Los retratados eran:
– modelos profesionales (desnudos).
– personajes de la bohemia parisina: amigos y colegas (pintores, poetas e intelectuales en general). Destacan Picasso, Juan Gris, Soutine o Diego Rivera.
– amantes y amigas como Beatrice Hastings, Jeanne Hebuterne y Lunja Czechowska.
– gente que le rodea: amigos ajenos al ambiente artístico, dependientes de comercio, aldeanos, prostitutas….. en fin, gente de la calle que posaba gratuitamente para él lo que le permitía ahorrar los cinco francos que cobraban las modelos profesionales. Destacan Paul Alexandre, Guillaume y el matrimonio Zborowski.
Formación e influencias
Antes de su llegada a París el artista pasará por distintas escuelas de arte, como son la Escuela de Bellas Artes de Livorno en que entra en 1898 con catorce años y en la que se introduce en la pintura de la mano de Micheli, un discípulo de Fattori y, como él uno de los macchiaioli; la Escuela Libre de Dibujo Natural de Florencia (1902) y el Real Instituto de Bellas Artes de Venecia (1905).
No se conservan apenas obras anteriores a 1906, salvo un autorretrato al carboncillo y un dibujo del hijo de su maestro Micheli realizado con quince años y que, dentro de una técnica convencional, revela ya un buen dominio del dibujo.
Ortíz de Zárate, pintor chileno que conoció a Modigliani cuando ambos estudiaban en Venecia, afirmaría que por estas fechas el trabajo del joven artista era aún de corte académico. Habrá que esperar a que el contacto directo con el arte moderno transforme su pintura. Hasta entonces podemos decir que en estas primeras obras se aprecian influencias de los macchiaioli y hay un cierto interés por la secesión vienesa.
Ya en París se instala en el barrio de Montmartre, centro de la bohemia artística del momento. Cuando llega a Francia hay en el un amplio conocimiento de la tradición italiana y un profundo amor a la misma; también hay en él pese a esto una exigencia de renovación. Aquí su lenguaje se hace moderno, nutriéndose de aportaciones muy diversas, desde el decorativismo de Toulouse-Lautrec o Gauguin, en un primer momento, a la revolución cromática de los fauves, pasando por la figura central de Cézanne y sus descubrimientos acerca de los valores constructivos del color. Con todo, nunca rechazará la tradición y en su obra se distingue el aliento de artista del Trecento italiano (Simone Martine y Tino di Camaino), del arte egipcio o el de las civilizaciones arcaicas, así como el de las culturas primitivas que por estas fechas comienzan a conocerse en Europa.
En las siguientes obras apreciaremos algunas de sus influencias más características:
1.Retrato de Frank Havilland (1914).
Junto al retrato de Diego Rivera es el único testimonio del empleo por parte de Modigliani de una técnica de corte divisionista. La pincelada se hace fragmentaria y en algunas zonas compone una trama regular.
2.Antonia (1915).
Construye la figura a partir dos figuras geométricas fundamentales, el cilindro y la esfera. Se aprecia la influencia del arte africano que ya aparece en la escultura del artista.
3. Cabeza de mujer con cinta de terciopelo (1915).
El fondo de la obra es tratado como un tapiz, a la manera del “tabiqueado” de las obras de Gauguin y los miembros del grupo Pont- Aven.
4. Cabeza de mujer (1915).
El rostro es analizado desde dos perspectivas distintas. Esto es deudor de las audacias de Picasso en “Las señoritas de Avignon”.
5. Louise (1915).
Se aprecia la influencia de Cézanne. Como él, aplica las pinceladas con intención constructiva; la sensación de volumen se consigue por la yuxtaposición de pequeñas manchas de color.
Se aprecian sin embargo rasgos personales como la posición ladeada de la cabeza, los ojos ausentes o la boca pequeña que dan a la joven un cierto aire de desamparo.
Los rostros
Salvo los cuatro paisajes pintados en el sur de Francia la imagen del hombre es el único motivo que mereció la atención del artista.
Los retratos de Modigliani se pintaban generalmente en una sola sesión, ya que el artista realiza un proceso de abstracción del dato fenoménico y capta lo esencial del motivo sin otra guía que su propia subjetividad y con un método fundamentalmente poético. Por eso necesitaba entablar una relación afectiva con su modelo; una relación que excluía la presencia en el estudio de todo elemento ajeno y que podía evaporarse al término de esa misma sesión.
Muchos de estos retratos comparten un rasgo peculiar: las cuencas de los ojos presentan un color uniforme, sin iris ni pupila. Modigliani explica esta anomalía diciendo que los ojos así sirven para mirar al interior de las personas.
1. Retrato de Victoria (1916).
Los retratos de este año reflejan una mayor preocupación por individualizar los rasgos del modelo.
2. Hombre con sombrero (1916).
Aparece en esta obra una de las constantes en la producción de Modigliani: la combinación en un mismo retrato de dos puntos de vista distintos, de forma que la posición frontal del cuerpo y la cabeza convive con la presentación lateral de algunos rasgos del retratado. Una visión en clave intelectual de la anatomía sumamente frecuente en el arte primitivo, que los cubistas desarrollarán hasta las últimas consecuencias.
3. La rubia Renée (1916).
Se atempera el uso arbitrario del color y lo aplica de forma cada vez más realista. Sin embargo, este proceso no se da en las formas, que siguen siendo muy estilizadas.
4. Mujer con corbata negra (1917).
Pocas obras como ésta plantean con tanta intensidad el misterio de la mirada de la modelo. Según la propia explicación que el artista le dio a Léopold Survaje, se trataría literalmente de la visión introspectiva, la misma que se descubre en las imágenes del faraón Akhenatón o el Aúriga de Delfos.
5. Muchacha sentada con el cabello suelto (muchacha en azul) (1919).
Se prescinde en este caso del trazo negro para delimitar las líneas esenciales de la figura y compone la obra a base de grandes planos de color. El tradicional desinterés de Modigliani respecto a los efectos espaciales alcanza aquí un punto extremo y, dentro de un espíritu eminentemente decorativo, le lleva a prescindir de cualquier insinuación de tridimensionalidad.
El desnudo.
En torno a 1916 este tipo de obras dominan su producción. Si en los desnudos de los primeros años de la década destaca la rígida estilización de la estatuaria negra, las obras posteriores son un alarde de sensualidad. A diferencia de los retratos, el rostro se resuelve con unas pocas líneas y la atención se desplaza ahora al cuerpo, modelado con una combinación de contornos sinuosos de un trazo negro e intenso y una pincelada empastada que crea cualidades táctiles.
El peculiar encuadre corta la figura a la mitad de los muslos y hace que su cuerpo inunde toda la tela. Aunque en ocasiones aparezca la característica pose de “Venus púdica”, la modelo se muestra por lo general, en una actitud de abandono ausente que no hace sino aumentar la carga erótica.
1. Desnudo sentado (1916).
La línea sigue siendo aún fundamental, especialmente en la delimitación del contorno de la figura o en el dibujo de los rasgos del rostro.
La paleta de colores es cálida, ya que los matices dominantes son el naranja y el rosa.
2. Desnudo sentado con una camisa entre las manos (1917).
Como es habitual no trabaja por igual toda la superficie del lienzo por igual, de forma que el detenimiento con que aplica la densa pincelada de las carnes de la joven contrasta con el apresurado tratamiento del cabello: una gran mancha negra, rayada con la pintura aún fresca.
3. Gran desnudo (1917).
Con el tiempo los desnudos van haciéndose más delicados. El decidido trazo negro que delimitaba las figuras ha desaparecido, y el cuerpo de la modelo dialoga sin intermediarios con un fondo que se sigue construyendo a base de grandes pinceladas.
Bibliografía
PONENTE, Nelo: “Modigliani”. Editorial Toray S. A. (Florencia, 1969).
CERONI, Ambroggio: “La obra pictórica de Modigliani”. Editorial Noguer S. A. (Milán, 1970).
PAVOLINI, Conrado: “Modigliani”. Editorial Hermes S. A. (UNESCO, 1966).
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