La Dama del Lago (1999), de Andrzej Sapkowski

Detalle portada La dama del lago

Portada La dama del lagoEs imposible reseñar este libro sin decir de lo que va, es decir, sin hablar de que es lo que encontró Ciri en la Torre de la Golondrina, y es imposible comentar esto sin hacer un spoiler a los que aún no lo hayan leído, aunque se ve el meollo de la cuestión en seguida, dejando al lector considerablemente descolocado.

Así que si no soportas que te desvelen ni el más mínimo detalle de una novela antes de leerla, no leas esta reseña. He de suponer sin embargo que si estás ojeando esto, que va de la última parte de una larga serie de siete libros, es porque has leído los anteriores y sabes de qué van, con lo que, aunque no desvelaré los detalles de La Dama del Lago, no voy a dejar de decir que trata de… viajes entre diferentes espacios y tiempos. Y mundos.

Cuando en el magnífico final helado de la entrega anterior Ciri alcanzó la Torre de la Golondrina, también alcanzó la última gran vuelta de tuerca de la saga, y es la de los viajes entre diferentes mundos. Para algunos fans esto puede que fuera innecesario y todo debería haber continuado permanentemente en los reinos del norte. A mí, aunque al principio no me convenció, si he de reconocer que al final terminé aceptándolo y disfrutando plenamente. Además, y aunque éste es un detalle menor, hay algo que siempre me había chirriado de la narrativa de Geralt de Rivia, y es lo siguiente: si los hechos se desarrollan en un mundo totalmente ajeno al nuestro, ¿por qué Sapkowski emplea, y sobre todo pone en boca de algunos de sus personajes expresiones exclusivas de nuestro mundo, especialmente latinismos? Con estos saltos queda justificado, aunque sea de refilón, el filtrado de tales palabras al universo Geralt.

Pero no son sólo expresiones lo que se filtra. También personajes, mitos, así como interpretaciones de los mismos. Sin ir más lejos, por no ser más explícitos, tan sólo tenemos que fijarnos en el título, La Dama del Lago, archiconocido elemento del mito artúrico.

Quizá éste sea el motivo por el cual la novela tarda un poco en coger el ritmo. Al principio le pesa algo el cambio (ampliación) tan grande de contexto. Es una parada importante teniendo en cuenta lo trepidante que estaba la historia en este punto. Afortunadamente, el problema, que es solo de ritmo, se solventa.

Recordemos que en España se ha dividido la novela en dos entregas debido a su extensión, superior a las anteriores. Esta reseña es de las dos partes juntas.

La fase “demasiado tranquila” se correspondería con la primera mitad de la primera parte, y conceptualmente sería en la cual, después de las seis partes anteriores, decimos: por fin sabemos que éste es el Destino de Ciri, tantas veces gritado al viento. Ahora bien, ¿puede Ciri escapar del mismo? ¿Puede ser su dueña? Una vez que nuestra protagonista decide mandar sobre sí misma, se produce el punto de inflexión a partir del cual la novela crece. Coincidiendo con el final del primer libro se realiza la presentación de uno de los puntos álgidos de toda la saga, que se corresponderá con los dos primeros capítulos del definitivamente último libro.

Llegado este momento tenemos que recordar necesariamente Tiempo de odio, pues lo que ahora vamos a leer lo estamos esperando desde entonces, tanto por la intensidad y maestría en la narración como por el reencuentro de personajes: Ciri, Vilgefortz, Yennefer, Cahir, por supuesto Geralt, además de alguno que no estaba en la Torre de Thanedd, como Milva, Angouleme, Antillo, Regis, y el Némesis de Ciri, el sádico Bonhart. Pues todos estos, otros, y más sorpresas metidos en la misma coctelera de acero y fuego, agitada y removida: pasan muchas cosas en muy poco tiempo en un capítulo de impresión.

Pero Sapkowski no nos deja respirar, pues inmediatamente nos narra la que será batalla definitiva entre el norte y Nilfgaard, y qué bien contada está, diablos. Referencia obligada, por la calidad, a Tolkien, Martin o Cornwell, pero con estilo propio. Desde múltiples puntos de vista, saltando con facilidad de un cirujano de campo de batalla a un mensajero, a un general, a un soldado, a una enfermera, a un mercenario enano, cuenta la batalla en sus momentos más cruentos. Inolvidable.

Después de esto sólo queda ir cerrando líneas argumentales, cobrando especial importancia la de la logia de hechiceras. Sapkowski se toma su tiempo para hacer esto, sabedor de que debe concluir cuidadosamente la que probablemente será la obra literaria de su vida, y poco a poco nos conduce hasta un deus ex machina final casi accidental, que nos conducirá hasta una conclusión tremenda, casi un epílogo, muy en el estilo de toda la saga, dejando un sabor de boca muy Sapkowski, y muy adecuado al título de la novela.

Cuando cierras el libro una extraña amalgama de sabores queda en la boca. Triste porque se ha acabado. Dulce por la satisfacción de haber leído una magnífica saga, como se ha dicho acertadamente, una de las grandes renovadoras de la fantasía moderna. Un sabor pleno por haber conocido grandes personajes, pero escaso pues uno desearía haber conocido con mayor profundidad entre otros a Bonhart, a Regis, a Vysogota, a Dijkstra, a Yarpen, a Vilgefortz, todos ellos construidos con tal carisma y atractivo que merecerían una novela propia.

Y por supuesto siempre nos quedará el bardo. Y la hechicera. Y la Niña del Destino. Y por supuesto siempre nos quedará el brujo. Siempre estará ahí Geralt de Rivia.

Dejo, para acabar, las esta vez sí últimas citas de la saga.

“El destino persigue a las personas, y no sólo a las personas. Sin embargo no me convence la idea de que no pueda ser al revés. Porque tal opinión no es más que cómodo fatalismo, es un cántico de alabanza a la apatía y a la desidia (…) Y la vida, puede que sea un sueño y puede que se termine con un sueño… Pero es un sueño que hay que soñar activamente.”

“Al fin y al cabo, un corazón roto, aunque duela mucho, mucho más que un brazo roto, se cura mucho, mucho más rápido.”

“Todo ya ha sido alguna vez, todo ya ha pasado alguna vez. Y todo ya ha sido descrito alguna vez.”

“Si te van a colgar, pide un vaso de agua. Nunca se sabe que puede pasar mientras te lo traen.”

“El progreso, a largo plazo, iluminará las tinieblas. La oscuridad dará paso a la luz. Pero no de inmediato. Y, desde luego, no sin lucha.”

“El progreso iluminará las tinieblas, porque para eso está el progreso, igual que, con perdón de la expresión, el culo está para cagar. Cada vez habrá más luz, cada vez nos dará menos miedo la oscuridad y el mal que en su seno acecha. Acaso deje el día en que sencillamente dejemos de creer que algo se oculta en las tinieblas. Y nos reiremos de esa clase de temores. Nos parecerán infantiles. ¡Nos darán vergüenza! Pero siempre, siempre existirá la oscuridad. Y siempre estará el mal en la oscuridad, siempre habrá en la oscuridad colmillos y garras, crímenes y sangre. Y siempre serán necesarios los brujos.

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