Y: El Último Hombre #1- 5, de Brian K. Vaughan
“Sólo porque tienes un pene no significa que eres invencible”. No podrán encontrar palabras más ciertas en las páginas de “Sin hombres” (publicado en “Y: The Last Man” # 1 a 5, desde setiembre del 2002 hasta enero del 2003). Aunque, si nos tomamos una breve pausa, nos daremos cuenta de que, en realidad, para muchos hombres la posesión del falo es siempre una forma de legitimar su autoridad, ejercer control o dominio sobre otros. Claro que no soy el tipo de hombre que intenta imponer su visión o darle de puñetazos a alguien, pero entiendo demasiado bien los rituales de macho.
“Sin hombres” elimina el concepto del macho alfa, al erradicar a billones de hombres alrededor del mundo. De hecho, cada bebé, niño y adulto con un cromosoma Y simplemente muere al inicio de la serie. Ni siquiera los animales sobreviven. Han dejado de existir la mitad de los humanos del planeta, y con ellos millones de mamíferos machos. Con una excepción. Bueno, en realidad dos: Yorick Brown y su mono macho Ampersand.
El primer capítulo empieza justo antes de la gran catástrofe. Nos familiarizamos con el protagonista, Yorick Brown, un veinteañero desempleado, con un título universitario en lengua inglesa, un artista de las fugas, y un chico profundamente enamorado de una chica que ahora está viviendo en Australia. He leído el capítulo uno al menos 3 veces en los últimos años, y nunca deja de asombrarme. Brian K. Vaughan logra uno de los mejores primeros números que he leído en mi vida, es un primero episodio que inmediatamente te hace sentir simpatía hacia los personajes, intriga por sus secretos y dilemas, fascinación por un mundo nuevo, lleno de posibilidades y conflictos. Porque mientras escuchamos la conversación telefónica de Yorick, también tenemos la oportunidad de ver qué más está pasando en el globo terráqueo.
Como buen escapista, Yorick hace su rutina de Harry Houdini y, al mismo tiempo, habla con su enamorada. Él admite que no consiguió el trabajo al que estaba postulando. Ha pasado más de un año desde su graduación y todavía no ha sido capaz de encontrar empleo. No importa cuántas veces haya leído este número, no puedo dejar de identificarme con el protagonista. Quizás es porque después de estudiar literatura hispánica en la universidad he tenido los mismos prospectos profesionales que los de un egresado de lengua inglesa (tal vez peores), quizás es porque también he estado sin trabajo durante un año y entiendo la frustración y la depresión que esto conlleva. O quizás, quién sabe, es porque yo también me he sentido apresado, atrapado, incapaz de salir. La situación de Yorick Brown, sin embargo, es considerablemente más patética que la mía: “Algunos días, ni siquiera puedo abrir la puerta principal. Soy el artista de las fugas que no puede escapar de su departamento”.
No obstante, pronto Yorick no tendrá otra alternativa más que escapar. Y seguir huyendo. Porque justo a la mitad de su llamada, todos los hombres del mundo mueren simultáneamente. Para convertir una premisa impresionante en algo incluso más impactante, Brian K. Vaughan desplaza el foco de nuestra atención. Vemos Washington DC y las luchas políticas de la congresista Jennifer Brown (la madre de Yorick). En Nablus, al norte de Jerusalén, la coronel Alter Tse’Elon se alista para la batalla. En Jordania, la agente secreta 355 recupera un extraño y antiguo amuleto, ella no entiende por qué tanta gente está dispuesta a matar por ese objeto. En Boston, Massachusetts, la doctora Allison Mann intenta dar a luz a un clon humano muy especial. Hero Brown (la hermana de Yorick) encuentra el amor en el departamento de bomberos. Todas sus vidas, entrelazadas por el mismo evento desastroso –la muerte de todos los hombres– están a punto de cambiar drásticamente.
Después de que muere toda la población masculina del planeta (excepto Yorick Brown), el mundo se hunde en el caos. “495 de los 500 empresarios más adinerados ahora están muertos, al igual que el 99% de los propietarios de tierras […] murieron más del 95% de todos los pilotos comerciales, conductores de camiones y capitanes de barco […] A nivel mundial, 85% de todos los representantes gubernamentales ahora están muertos… al igual que el 100% de los curas católicos, imanes musulmanes y rabinos judíos ortodoxos”. Los líderes políticos y religiosos ya no existen. Este es un nuevo mundo. Un mundo sin liderazgo, pero no un mundo sin ambiciones. Entre las ruinas de una civilización que siempre giró en torno a la figura masculina, diferentes grupos civiles y políticos empiezan a tomar forma.
Yorick Brown se dirige inmediatamente hacia Washington. A lo largo de su viaje, debe enfrentarse contra mujeres violentas. En algunos casos, él simplemente teme que ellas lo puedan violar, en otros, sus preocupaciones son mucho peores. En Washington DC, la recientemente ascendida secretaria de agricultura, Margaret Valentine, asume su rol como presidenta de los Estados Unidos. La presidenta y la congresista Jennifer Brown deciden asignar a la agente 355 como la guardaespaldas personal de Yorick. Su misión: encontrar a la doctora Allison Mann, una experta en genética.
Cada vez que alguien descubre que Yorick es un hombre, los problemas empiezan. Por ejemplo, hay una pelea contra las Amazonas, un grupo de mujeres radicales que están determinadas a destruir incluso el último vestigio de influencias masculinas. Visto como un culto por algunos, y por otros como una sociedad que lava los cerebros, las Amazonas tienen una reputación bastante mala. Esto, sin embargo, no es impedimento para que Hero Brown se les una, luego de quemar una de sus tetas como parte del rito sacrificial demandado para todas las amazonas. En Boston, Yorick y la agente 355 encuentran a la Dra. Mann, sin embargo su laboratorio ha sido quemado. Ellos todavía no lo saben, pero están siendo cazados por un grupo de Amazonas y por la jefa militar Tse’Elon. El blanco es Yorick. Todas quieren matar al último hombre de la Tierra.
Es difícil creer que hace más de una década me perdiera de todo esto. No compré Y: The Last Man y me arrepiento de no haberlo hecho. No obstante, ahora finalmente tengo la oportunidad de leer el magnum opus de Brian K. Vaughan, aclamado por la crítica. Pocas veces he visto un ejemplo tan formidable de habilidades narrativas. Vaughan siempre me ha impresionado. Por supuesto, él se rodea con personas talentosas, como el portadista J.G. Jones, un magnifico ilustrador (probablemente uno de los mejores especialistas en portadas de la industria estadounidense); y la artista Pia Guerra sorprende a los lectores con sus espléndidos lápices (con tintas de José Marzán Jr. y colores de Pamela Rambo). “La mejor novela gráfica que he leído alguna vez”, escribió Stephen King. Aunque no puedo estar de acuerdo con él hasta que termine de leer toda la colección, debo decir que es definitivamente uno de los mejores arcos inaugurales que he tenido el placer de leer.
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