X-Men: Rites of Passage , de Chris Claremont y John Byrne
Después de Dark Phoenix Saga era difícil para la mayoría de los fans imaginar una historia que pudiese ser igual de poderosa e intensa. Y una vez más, Claremont y Byrne demostraron con Days of Future Past por qué eran el mejor equipo creativo de la industria. Han pasado casi 40 años desde que alcanzaron la cúspide creativa, y desde entonces solo ha habido un puñado de etapas igual de significativas e inolvidables (a saber, New X-Men de Morrison y Astonishing X-Men de Whedon y Cassaday).
Para Claremont, la resonancia emocional de la saga Phoenix emana de Jean Gray y de una pregunta fundamental sobre la responsabilidad: “La clave nunca es el poder, ya sea saltar edificios de un sólo salto o remodelar la forma y la estructura de la causalidad tangible, sino la persona blandiéndolo”, explicó el escritor nacido en Londres, y además, “¿Cómo te las arreglas? ¿Cómo evitas ser consumido?, este es el más absoluto de los poderes, ¿cómo puedes evitar ser tan absolutamente corrompido? y una vez que caes en desgracia, aunque sea un poco, ¿cómo puedes -como podría cualquiera- encontrar la expiación?”. Para Jean Gray, la única expiación posible fue el sacrificio máximo. Este sacrificio afecta la vida de todos los X-Men, especialmente Scott Summers, que decide ausentarse temporalmente, pero también la joven Kitty Pryde, que debe pasar una prueba de fuego y demostrar su valía como X-Woman.
En “Demonio” (originalmente publicado en The Uncanny X-Men # 143, marzo de 1981), Kitty Pryde debe enfrentar un difícil rito de paso. Sola en la mansión de Xavier, debe sobrevivir al ataque de un mortal demonio N’Garai. Este ejemplar también marca la colaboración final entre Claremont y Byrne, y es un ejemplo del increíble talento de Byrne como artista: “Mientras que Chris era capaz de divulgar la personalidad a través de un diálogo cuidadosamente elaborado, John lo hizo visualmente al asegurarse que ninguno de los personajes estuviera de pie, se sentara, se moviera o corriera como lo hacían los otros personajes. Chris y John pueden haber sido relativamente recién llegados al mundo de los cómics profesionales, pero sin duda sabían muy bien lo que estaban haciendo”, afirma Terry Austin (quien dibuja a lápiz y entinta la maravillosa portada de este número). Y eso es verdad. En el pasado, Byrne tenía la capacidad única de hacer que cada personaje cobrara vida. Y en las páginas de “Demon”, cada viñeta es una prueba de por qué fue el mejor artista de los 80s.
La historia comienza con una pareja cachonda que trata de divertirse un poco en el bosque, y son rápidamente exterminados por el demonio N’Garai, configurando así el ambiente de una historia que recuerda bastante a ciertas películas de terror. La primera aparición del demonio es impactante, y Byrne ni siquiera necesita una página completa para demostrar cuán letal puede ser esta criatura, la composición de la viñeta con la luna roja también es excelente. En las siguientes páginas, el Profesor X y todos los X-Men abandonan la mansión. Kitty Pryde está solo en casa, y es entonces cuando el demonio desbarata todas las defensas de la mansión y ataca a la joven mutante.
Como dije antes, siempre me han encantado los clásicos trajes negros y amarillos de los X-Men. La idea de que los nuevos estudiantes usen los antiguos trajes de los X-Men es, en parte, lo que dio origen a conceptos tan cautivadores como los Nuevos mutantes, pero todo comenzó con Kitty Pryde. “Una joven Sigourney Weaver fue la manera en la que su cara comenzó a evolucionar cuando comencé a dibujarla. Más de una ilustración comienza a verse de esa manera y dije, ‘OK, está bien. Ella puede crecer y ser Sigourney Weaver. Esa es una buena imagen’”, explica Byrne. Y, por supuesto, qué apropiado es que su bautismo de fuego sea una confrontación con una criatura asesina imparable que se parece mucho al alienígena de la película Alien de Ridley Scott.
“Incluso en la muerte …” (publicado originalmente en The Uncanny X-Men # 143, abril de 1981) es, en cierto modo, otro rito de paso, esta vez centrado en la figura de Cíclope, un hombre que todavía está de luto por la pérdida de su amada Jean Gray. Después de la partida repentina de Byrne, este número necesitó la ayuda del dibujante invitado Brent Anderson y el entintador Joe Rubinstein (quienes también están a cargo de la portada). Este es un ejemplar bastante peculiar en el que Man-Thing (la versión de Marvel de Swamp Thing de DC) lucha contra una entidad maligna llamada D’Spayre, que es la encarnación de la desesperación. Como expliqué en uno de los primeros cómics que escribí, titulado “La única sustancia viviente” (como parte de la antología Dawn of the Undead), en la época medieval, la desesperación era simplemente la palabra utilizada para expresar el concepto de suicidio, ya que el término suicidio aún no se había inventado.
Como buen conocedor literario, Claremont es obviamente consciente de los múltiples significados de la palabra desesperación, por lo que el comienzo de la historia muestra el suicidio de un hombre que resultó ser el padre de Aleytys ‘Lee’ Forrester. Lee es una joven valiente, capitana del buque pesquero Arcadia, que ha empleado a Scott Summers (también conocido como Cyclops) en su barco. Al investigar la muerte de su padre, Cyclops y Lee se topan con D’Spayre. Gracias a la ayuda de Man-Thing, Cyclops puede vencer a la entidad malvada.


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