Video Clip, de Tanino Liberatore
Una extraña relación une al cine y al cómic, y no sería yo el primero en mencionar los vínculos entre ambos. No obstante, mientras el séptimo arte se ha nutrido generosamente del noveno (basta echar un vistazo a los exitosos estrenos de películas basadas en héroes de Marvel, por ejemplo), el cómic por lo general no ha ahondado demasiado en el nexo que lo une al mundo cinematográfico. Al menos no de manera consecuente.
Quizás, entonces, hoy se hace necesario leer obras como “Video Clip” de Tanino Liberatore. Aunque en una primera lectura muchos podrían señalar que se trata simplemente de una obra erótica, cargada de todo tipo de perversiones y elucubraciones sanguinarias, una segunda relectura nos permitirá apreciar la complejidad de los matices empleados por el extraordinario artista italiano.
Liberatore anuda dos vertientes importantes de la tradición fílmica, aparentemente incompatibles entre sí: las películas antiguas, que planteaban las escenas exactamente como si se trataran de obras teatrales; y las películas filmadas por D. W. Griffith en las primeras dos décadas del siglo XX. Griffith descubrió que el cine no debía obedecer las reglas teatrales. La cámara no tenía por qué mantenerse alejada de los actores, la cámara podía, de hecho, acercarse a los rostros de los actores, proeza que el público de teatro jamás podría lograr desde sus butacas. Aunque ahora nos resulta algo obvio, en ese momento el acortamiento de la distancia fue toda una revolución. Porque a mayor cercanía, mayor intimidad, y a mayor intimidad, mayores posibilidades dramáticas.
“Video Clip” reúne diversas historias cortas en las que Liberatore se aproxima al máximo a sus personajes. La cámara los sigue, los persigue incluso, y su intimidad queda enteramente al descubierto. “Real Vision”, por ejemplo, es un ingenioso juego de miradas y, por qué no, de enfoques de cámara. Un adolescente con un peculiar peinado mira aburridamente la televisión. Esta inofensiva secuencia inicial no nos permite adivinar qué es lo que sucederá después. En un arrebato homicida y hasta edípico, el desequilibrado muchacho acuchilla a su madre. Inmediatamente las cámaras de la prensa rodean su casa y él se convierte en la figura que aparece en la pantalla del televisor.
“Confinado”, con guión del maestro del terror Bruce Jones, es quizás una de mis favoritas: dos adolescentes cachondos dan rienda suelta a sus impulsos sexuales frente a la mirada impávida de un anciano paralítico. ¿Se trata acaso de un acto de crueldad? ¿Una provocación? Sea como fuere, la reacción del viejo es brutal. “Un inglés en París” y “Paseo para Lucie” exploran la violencia y la sexualidad de manera sutil, mientras que “Cuidaros de las grandes emulsiones” se centra por completo en la fotografía, y en las obsesiones de una supermodelo que odio ser retratada.
Por último, “Video” se despoja de todas las inhibiciones para mostrar con crudeza las actividades un adolescente. El muchacho se masturba vigorosamente mientras ve un video porno (ilustrado de manera sumamente explícita por Liberatore), una vez más, la cercanía de la cámara es tan enérgica que el lector termina invadiendo la privacidad del protagonista. Liberatore se luce con transiciones visuales que replican en cierto modo aquello que vemos en el video pornográfico y las actividades del jovencito.
Famoso sobre todo por sus trabajos en la década del 80, Liberatore es un artista de primer nivel, con una línea muy pulida, un tratamiento pictórico prolijo, y una capacidad única para dominar las texturas, tanto en las tintas como en el color. Ya antes he expresado mi admiración por otros maestros italianos como Milo Manara o Eleuteri Serpieri, y creo que ya era momento de dedicarle algunas líneas a Tanino Liberatore.
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