Todo el polvo del camino, de Wander Antunes y Jaime Martín
En la Gran Depresión un tipo llamado Tom intenta subsistir viajando de pueblo en pueblo en busca de un empleo. Un día, caminando, se cruza con un chico llamado Buck que, al ver que viaja en su misma dirección, le pide que le deje viajar con él. Al principio Tom se opone pero al final cede y durante algún tiempo comparten viaje, tanto a pie como de polizones en tren. Allí, Buck se dedica a leer historias de un libro de Jack London que lleva consigo, su destino es llegar a un puerto para enrolarse como marino y viajar a esos sitios que se describen en el libro. Tom salta del tren para seguir su camino y en su viaje ayuda a un hombre que tiene un accidente con su automóvil. Tras llevarlo al hospital se forma algo parecido a una amistad entre ese hombre y Tom, al pobre tipo le queda muy poco de vida y lo único que quiere es encontrar a su hijo, el cual vivía con su madre y ahora esta desaparecido. Al enseñarle una foto de éste, Tom cae en la cuenta de que el chico de la foto es Buck, el chaval que le acompañó hasta que se separaron en el tren. Tras decírselo a su amigo, éste le pide que haga lo posible por encontrarlo, así que, con los gastos pagados, se dedica a buscar a ése chaval viajando por sitios y pueblos perdidos donde a veces la ley y la justicia no siempre significan lo mismo…
No soy un gran consumidor de cómic europeo, crecí leyendo a Mortadelo y Filemón y cómics de Superhéroes y, salvo raras excepciones (Blueberry, Asterix, Corto Maltes, etc), no suelo engancharme a ese tipo de cómic, así que cuando me puse a leer éste cómic no las tenía todas conmigo. Sin embargo, según iba leyéndolo su historia sencilla me iba gustando cada vez más… el ver a Tom buscar a un niño por esos pueblos perdidos de los EEUU mientras intenta volver a encontrar también su humanidad perdida junto a su trabajo, su casa y su mujer es algo que te atrapa. Uno no puede evitar sentir simpatía por Tom, recorriendo sitios donde los agentes de la ley son más corruptos que los delincuentes que persiguen y donde el color de tu piel determina al momento tu culpabilidad. La historia que nos cuenta Wander Antunes es sencilla, triste, y realista, ambientada en la época de la Gran Depresión donde un monton de gente se quedo prácticamente sin nada, muy bien escrita y engancha enseguida. En cuanto al dibujo, es obra de Jaime Martín, un dibujante patrio que hace un trabajo cojonudo. No había visto nada de él y tengo que admitir que me ha gustado mucho, España es una potencia en cuanto a dibujantes, tanto los del tipo “superheroico” como los más realistas como Martín. Leí en un blog que su estilo de dibujo tiene influencias de Rubén Pellejero y es posible que sea cierto, ya que un aire sí que le da.
Este cómic me ha parecido muy bueno, tanto su historia como su dibujo, mención aparte para la edición que ha sacado Norma, muy muy currada y con abundantes extras. Si podéis echarle un vistazo hacerlo, no os arrepentiréis.
Lo peor: el precio. 16 euros joden mucho, no es que no los valga pero con ese precio mucha gente se echará para atrás, una pena.



Guión: Wander Antunes
Dibujo: Jaime Martín
Norma Editorial.
Formato: Cartoné. 17 x 24. 96 Páginas Color
Precio: 16 euros
Estados Unidos, 1929, la Gran Depresión. Millones de hombres, mujeres y niños están sin casa, trabajo y futuro, perdidos en la inmensidad del territorio americano, sin un lugar donde vivir, ni morir dignamente. Tom es un lobo solitario que lo ha perdido todo, la mujer a la que quería, la casa donde vivía y la poca esperanza que le quedaba. Pero conserva su humanidad, que le empuja a ayudar a un pobre moribundo que quiere reencontrar a Buck , su hijo perdido, antes de morir postrado en la cama de un hospital.