Swamp Thing. La cosa del pantano de Alan Moore (2)
Incluso los monstruos conocen el miedo. Pero un tipo especial de miedo, algo que desafía la extrañez de la innatural manifestación corpórea de Swamp Thing. Él es, después de todo, una criatura con clorofila en vez de sangre, ramas en vez de venas y plantas en vez de piel. No hay nada normal en esta monstruosidad y, sin embargo, el miedo lo ataca con fiereza y sin pausa.
¿Qué podría asustar a Swamp Thing? La respuesta es simple: Alec Holland. Hace años, una bomba explotó y el científico Alec Holland murió, su cuerpo en llamas mezclado con una nueva vio-fórmula dieron origen a Swamp Thing. Sin embargo, como Swamp Thing descubrió en “Una lección de anatomía”, él nunca fue un hombre intentando adaptarse a su nueva naturaleza botánica, él era una planta que imitaba torpemente la biología humana.
En “El entierro” (publicado en “Saga of the Swamp Thing” # 28, en setiembre de 1984), Swamp Thing es acosado por el fantasma de Alec Holland. Una brutal dicotomía entre el hombre que fue y la criatura que es se establece en este relato. Pero por encima de todo, también podemos entender la importancia de los ritos funerarios. La momificación egipcia, la cremación vikinga o la tumba de occidente, cada cultura de la tierra ha honrado a sus muertos. Y el error fundamental de Swamp Thing ha sido no hacerlo. El cuerpo de Alec Holland se ha desintegrado hace mucho, pero incluso si está muerto en lo real, no está muerto en el orden simbólico. Para que él pueda recibir una “segunda muerte” y, en consecuencia, la paz eterna, debe ser enterrado por el monstruo que nació en el momento de su muerte.
Shawn McManus es un extraordinario artista y sus sombras profundas y sus pinceladas precisas son ideales para la oscuridad y la noche que toda historia de terror necesita. Shawn nos hace ver el miedo en la cara de Swamp Thing cuando intenta con desesperación eludir al fantasma de Alec Holland. Finalmente, cuando Swamp Thing encuentra el esqueleto de Holland, este gran artista nos da la conjunción perfecta entre la monstruosidad física y el horror de lo que alguna vez estuvo vivo y que ahora es sólo una trágica reliquia.
No obstante, es en “Amor y muerte” (octubre 1984) donde Alan Moore escribe la historia de terror definitiva. Una vez más, Moore muestra todo su talento en un juego de perspectivas cambiantes y técnicas narrativas complejas. Todo empieza con Abigail, quien siente “un repentino olor a carne de insecto chamuscada, acre y amargo detrás de la nariz”, luego se desviste desesperadamente, intenta quemar sus ropas, se baña y usa todos sus jabones y shampoos, pero la pestilencia sigue allí, ella va a la cocina y raspa su piel con una esponja de alambre hasta sangrar. Y la pestilencia sigue. Lo que empezó como un día perfecto se ha convertido en el momento más pesadillezco que ha experimentado alguna vez.
Al comienzo, ella estaba feliz de ver a su esposo Matt Cable encontrar un buen trabajo y comprar una nueva casa para ambos. El hombre había dejado atrás su alcoholismo, pero incluso un bastardo borracho sería un ángel en comparación a lo que es ahora. Matt está trabajando en Reincorporaciones. Cuando Abby visita las oficinas, tiene una intuición y ve, por un breve segundo, tan breve que cree que es su imaginación, cuerpos podridos saludándola en medio de la oficina de Matt.
Ella no tiene la valentía suficiente para destruir la felicidad que cree haber encontrado. No tiene la valentía suficiente para preguntarle a su marido qué significa “Reincorporación”. Sin embargo, sus sospechas la llevan a investigar y descubre que los colegas de su marido son asesinos y psicópatas que han estado muertos por décadas.
Y luego, ella finalmente entiende que el hombre con el que ha estado viviendo, el hombre con el que ha estado teniendo sexo no es Matt Cable. Y entiende de dónde viene el olor de la podredumbre. Como una cáscara vacía habitada por insectos, Matt ha estado muerto, pero en lugar de bichos, en su interior está el alma corrupta de su tío Anton Arcane, némesis de Swamp Thing. Conceptos como los zombis y especialmente el incesto estaban absolutamente prohibidos por la Autoridad del Código de los Cómics, pero la editora Karen Berger tuve el coraje de enfrentarse a la censura y publicar este cómic sin el sello de aprobación del Código.
Stephen Bissette y John Totleben están nuevamente a cargo del arte, y elaboran algunas de las páginas más hermosas que he visto, como para quedarse sin aliento. Son maestros del horror ya sea en situaciones cotidianas, como el grupo de cuerpos putrefactos enmasca-rados como oficinistas, o en la impactante revelación final, en la que todas las máscaras desaparecen y todo lo que podemos ver es la asquerosa presencia de los muertos en el mundo de los vivos. Una y otra vez, Bissette y Totleben nos sorprenden con los diseños de página más innovadores, como ese en el que vemos a Abigail derrumbándose luego de descubrir qué significa “Reincorporación” (por cierto, en una de las viñetas vemos el libro “Más mortal que el macho” y una foto en la que Moore, Bissette y Totleben retiran un cadáver de la escena del crimen). Como escribe Neil Gaiman en el prefacio: “Fue aquí cuando el equipo artístico realmente empezó a liberarse. Bissette y Totleben nos dan insectos que reptan entre los bordes; Abigail Cable arrastrada hacia la locura y más allá por su tío fallecido, agazapada, ensangrentada y bella en una esquina; y un Swamp Thing que verdaderamente parece parte del paisaje”.
En un “Halo de moscas” (noviembre 1984), vemos por fin las repercusiones del retorno de Arcane. Su presencia atrae a todos los asesinos y psicópatas… “y todo el mal en un radio de doscientas millas se dirige hacia Lousiana sin saber por qué”. Pero la influencia de Arcane aumenta con cada minuto que pasa, y pronto es sentida a miles de millas de distancia, en Gotham, más precisamente al interior de Arkham Asylum y en las celdas de Two Face, el Joker y el Hombre Florónico.
El dibujo a lápiz es de Stephen Bissette pero en vez de las suntuosas tintas de John Totleben tenemos el estilo agresivamente expresivo de Alfredo Alcalá. Juntos producen imágenes fuertes e intensas, reemplazando la sutileza con un sentido palpable de oscuridad, de negrura espesa de la que nadie puede escapar. “¿Quieres ver algo que da miedo?… el Joker ha parado de reír”. Y de hecho no podemos dejar de admirar esta poderosa página en la que vemos al Joker babeando como una víctima sin mente del poder de Arcane.
“Debajo de la tierra florecen voces cadenciosas. Debajo del océano luces terribles se encienden. Y las ondas se sienten a través de Norteamérica. A través de las mentes más oscuras”. La amenaza de Arcane es detectada incluso fuera del planeta por el Monitor y su futura Harbinger que observan la Tierra en su satélite esférico. Incluso una criatura con suficiente poder para cambiar el curso de las Crisis en Tierras Infinitas tiene miedo de lo que podría suceder. Y en el medio de todo, Swamp Thing debe intentar salvar el alma condenada de Abigail.
Saga of the Swamp Thing # 31 & Annual # 2
Hubo sueños, hubo advertencias, hubo presagios… todos anunciaban el retorno de Anton Arcane. Ahora Swamp Thing debe luchar una última vez contra su némesis en “El ballet de azufre” (publicado en “Saga of the Swamp Thing” # 31 en diciembre de 1984). ¿Quién triunfará? ¿El monstruo con alma humana o el humano sin alma?
El corazón de Abigail ha dejado de latir. Con una delicadeza propia de su alma gentil, aunque no de su monstruoso físico, Swamp Thing ha extraído el cuerpo de Abby de la casa de Arcane. Pero no puede ni resucitarla ni rescatar su alma. Insatis-fecho con la extinción de Abigail, Arcane ha condenado una vida inocente al infierno.
Y ahora, Arcane está listo para destruir por fin a su viejo rival, Alec Holland. Excepto que, como explica Swamp Thing, él ya no es Alec Holland, de hecho, nunca lo fue. Él es una fuerza de la naturaleza, una criatura elemental. Y el pantano nunca ha sido territorio de Arcane, el pantano y todos los ecosistemas de la Tierra son ahora el reino de Swamp Thing. Y de este modo, Arcane es atacado con fiereza.
En el calor de la batalla, Matt Cable, el esposo de Abby, recupera por fin el control sobre su cuerpo, y decide que es el momento de romper el trato que ha hecho con el diablo. Para ganar, debe sacrificarse a sí mismo; porque su extinción física también significará la muerte de Arcane. El artista invitado Rick Veitch crea una atmósfera muy fuerte, repleta de agresividad. Los lápices de Veitch adquieren un tono sombrío gracias a las tintas de John Totleben. Juntos, entregan con maestría la esperada y violenta confrontación final.
Las palabras finales de Matt son más que reveladoras: “No existe la maldad Alec… no hay una negrura especial reservada para los demonios y los monstruos. Sólo hay debilidad… Yo tuve una opción…” De hecho, Matt siempre tuvo una opción. En vez de ayudar a Abby gastó sus últimos años tomando. El alcoholismo, tal vez, es una forma de debilidad. Y es esta misma debilidad la que obligó a Matt a aceptar la atroz propuesta de Arcane.
No hace mucho, Swamp Thing había sido capaz de transferir su mente al Verde. Él es parte de la naturaleza ahora, y se pregunta si puede transmitir su conciencia más allá del verde, hacia la tierra de los muertos. Y así es como comienza “Abajo entre los hombres muertos” (del anual de Swamp Thing de 1985). La página inicial de Stephen Bissette y John Totleben tiene una belleza lírica; el pacífico cuerpo de Abby es complementado por la tranquilidad de las plantas y los árboles que la rodean; al mismo tiempo, el gesto adusto de Swamp Thing añade una sombra ominosa a un paisaje que, de otro modo, sería idílico.
En cada cultura, en cada era, diferentes civilizaciones han tenido visiones distintas del inframundo. En épocas recientes, sin embargo, la visión judeo-cristiana del infierno ha prosperado y ha eclipsado a todas las otras alternativas. El Nifleheim de los vikingos o el Tártaro de los griegos han sido reemplazados por imágenes de demonios y de candela eterna.
Sin embargo, Alan Moore confirma que si el infierno es un estado mental, entonces hay tantos infiernos como personas en la Tierra, así que combina elementos de las diferentes leyendas y tradiciones y, más sorprendente aún, de la propia mitologías sobrenatural de DC. La travesía empieza en la tierra de los recién fallecidos, en donde un solícito Deadman (Boston Brand) ayuda a guiar a la gente en la dirección correcta. Deadman responde las preguntas de Swamp Thing y lo acompaña a los límites de esta región, entonces y sólo entonces, aparece el misterioso Phantom Stranger.
Phantom Stranger y Swamp Thing caminan por varias regiones celestiales, y es allí en donde encuentran a Alec Holland quien les informa que Abby no está en el paraíso. Pero antes de descender al infierno, Phantom Stranger debe solicitar una audiencia con Spectre, un centinela de la forma, la razón y la lógica con poder ilimitado. “El universo ordenado no es más que una burbuja microscópica en un océano de calcinante locura”, explica Phantom Stranger. Para Spectre, la ley es la ley, y el alma de Abby no puede ser sustraída del infierno. No obstante, Phantom Stranger le recuerda a Spectre que en el pasado él fue un humano llamado Jim Corrigan, y si acaso las reglas se aplicasen a él, entonces Spectre no existiría. Por lo tanto, Spectre autoriza este viaje. Bissette y Totleben dibujan a un Spectre más grande que la vida, un humanoide infinito más grande que los planetas, que desafía la “calcinante locura” y el caos universal con su rictus de severidad y su palidez sin vida.
Phantom Stranger no puede cruzar las puertas del infierno. “Cada alma debe entrar sola… de otro modo, ¿cómo podría ser el infierno de verdad?”. Por fortuna para Swamp Thing, el demonio Etrigan está dispuesto a ayudarlo en su búsqueda… por un precio, desde luego. Phantom Stranger se preocupa por romper las reglas, ya que Swamp Thing debería viajar sin compañía. Etrigan, no obstante, se mofa de él “¿Las reglas? Y si rompiese aquellas reglas, decidme, ¿sería castigado? ¿Enviado, quizás, al infierno?“. Bissette y Totleben diseñan un infierno con vida y que asusta, en constante turbulencia y cambio. La imaginación visual de Bissette nos lleva con velocidad a un lugar de putrefacción y atrocidad, un lugar tan terrible que ni siquiera Arcane puede resistir el tormento de miles de insectos incubando en su piel. Él le pregunta a Swamp Thing cuántos siglos de tortura ha soportado, y la respuesta lo hace gritar en agonía: “desde ayer”. Por fin, luego de luchar con otros demonios y agradecer a Etrigan por su ayuda, Swamp Thing rescata el alma de Abigail.
Como Jamie Delano describe en su prólogo: “torrentes hinchados de palabras han rugido bajo muchos puentes; océanos de imaginería exótica se han arremolinado y alzado”. De hecho, Alan Moore escribe una de las historias más intensas y creativas que he leído sobre el infierno, y además aprovecha muchos de los personajes de DC. Desarrolla todas las ideas concebidas acerca del infierno y al arte magnífico de Bissette y Totleben hacen de esta visión una obra maestra.
Saga of the Swamp Thing # 32, 33 & 34
Los escritores crean su propio lenguaje, y hay tantos lenguajes particulares como escritores en el mundo. Todos tienen estilos narrativos diferentes. Hay, sin embargo, algunos casos en los que los escritores de hecho inventan un nuevo idioma. Tal es el caso de Anthony Burgess y su extra-ordinaria novela “La naranja mecánica” y el dialecto Nadsat de los personajes (también presente en el film de Stanley Kubrick), o en “Rayuela” de Julio Cortázar (el gíglico).
Alan Moore realiza un sobresaliente experimento idiomático en “Pog” (publicado en “Saga of the Swamp Thing” # 32 en enero de 1985). Mezclando dos diferentes palabras en una sola, Moore retuerce los límites lingüísticos del inglés y añade una capa de complejidad sin precedentes en una historia sobre un grupo de aliens que vienen a la Tierra en busca de un nuevo hábitat.
“Pog” se cuenta por completo desde la perspectiva de los aliens, y como lectores entendemos con rapidez este extraño nuevo lenguaje en el que Swamp Thing es descrito como un ‘guardinero’ (guardián y jardinero) y los humanos son animalógicos (animales de la lógica). Estos aliens son los últimos de su raza, han viajado durante siglos de un planeta a otro, buscando a una “Nueva Dama”, una nueva Gea que les daría la bienvenida. En su planeta de origen, los animales vivían en perfecta harmonía con el medio ambiente, hasta que una raza de arrogantes simios bípedos empezaron a matar a todos los animales, depredando el ecosistema y, por último, causando la destrucción de su mundo (suena familiar, ¿no es así?).
Cuando su nave, que es similar a una tortuga, aterriza en el pantano, ellos sienten que han encontrado el paraíso. Hay algo bello y trágico en la inocencia de estos aliens, ellos están cansados de cantar la “canción de la extinción” y cuando uno de ellos intenta comunicarse con Swamp Thing usando dibujos primitivos la verdad es revelada. La tristeza y la desesperación invaden a los aliens cuando descubren que en este planeta existe una raza de simios bípedos que masacran animales y destruyen la naturaleza. Tras la muerte de uno de los aliens, se hace evidente que deben abandonar la Tierra. Y se van, sabiendo que nunca más volverán a encontrar un planeta con los recursos naturales necesarios para cobijarlos. Están condenados a morir buscando algo que no encontrarán.
El artista de este capítulo es el talentoso Shawn McManus, y hace un trabajo realmente magnífico. El diseño de Pog y su tripulación es excelente, e incluso al haber leído esta historia por primera vez hace 12 años, nunca pude olvidar su estilo visual. El pantano se ve como una tierra desconocida, e incluso Swamp Thing es retratado de manera diferente, como si lo estuviéramos viendo con los ojos de los extraterrestres. Por encima de todo, la tristeza y la inocencia de los personajes es impecablemente expresada por las inspiradas líneas de McManus.
El estilo profuso en detalles de los artistas Bissette y Totleben requería de más tiempo del que tenían, así que otros artistas estuvieron a cargo de historias auto-conclusivas. Tal es el caso de “Casas abandonadas” (febrero de 1985), en el que Alan Moore rinde homenaje a las primeras historias de Swamp Thing. Las primeras y últimas páginas son escritas por Moore e ilustradas por Ron Randall y el resto es una reimpresión. Abigail sueña con dos hombres misteriosos, llamados Caín y Abel, uno de ellos vive en la casa de los misterios y el otro vive en la casa de los secretos, ella sólo puede visitar una de ellas. Aquí tenemos una reimpresión de una vieja historia de Swamp Thing publicada en “The House of Secrets” # 92 (julio de 1971), los autores son Len Wein y el legendario Bernie Wrightson.
Por último, en “Rito de primavera” (marzo de 1985), vemos a la naturaleza floreciendo, y las pasiones superan las expectativas cuando Abigail por fin decide admitir que ama a Swamp Thing: “Es imposible, es bizarro, es probable que ni siquiera sea legal […] ¡tú eres una planta por amor de dios!”. Swamp Thing se regocija al escuchar esto, porque también había estado enamorado de Abigail por mucho tiempo. Al ser una criatura que no pertenece al reino animal, Swamp Thing no puede tener una unión sexual con Abby, pero le ofrece algo más, algo más poderoso e inolvidable. Hace que ella forme parte de él, y ella ve el mundo como lo ve él. Ella ve la naturaleza como un todo, siente cada forma de vida en el pantano, respira una nueva energía, escucha el pulso de la Tierra y al final se da cuenta que esta comunión con Swamp Thing ha sido una epifanía.
En “Pog” vimos que como humanos somos “los animales más solitarios”, incapaces de conectarnos con la naturaleza, incapaces de sentir empatía por otras especies animales. En “Rito de primavera”, sin embargo, vemos lo opuesto. Vemos a Abby, un ser humano normal, adquirir un conocimiento trascendental sobre la vida y la naturaleza. Ella es una con el mundo. Stephen Bissette y John Totleben capturan el lirismo del guión de Moore y convierten cada página en poesía visual, su nivel de creatividad excede todas las expectativas y en última instancia cautivan incluso a los lectores más indiferentes. Esta experimentación gráfica es acompañada por el fascinante uso de colores de Tatjana Wood, distinto a todo lo que podríamos encontrar en los cómics de los 80.
El escritor más brillante y talentoso y los artistas más creativos y perfeccionistas trabajaron juntos para producir una destacada obra maestra. Neil Gaiman, en su prefacio, nos recuerda que “con estas historias The Saga of the Swamp Thing cambió la historia de los cómics” y Jamie Delano, en su introducción enfatiza que “Moore estaba trabajando para transformar el medio de su elección, convirtió lo que yo, al igual que muchos otros, consideraba una forma de entretenimiento producida a menudo cínicamente, en la que todo se amontona y se vende barato en algo vital -algo con valor”. Alan Moore de hecho tuvo éxito, luchó contra la irrelevancia de la mayoría de los cómics y creó una obra maestra que casi 30 años sigue siendo tan o más valiosa y relevante.
Edición original: Saga of the Swamp Thing 35-50 USA
Guión: Alan Moore
Dibujo: Rick Veitch, Steve Bissette, Stan Woch
Tinta: Tom Mandrake, John Totleben, Ron Randall
Color: Tatjana Wood
Editorial Planeta (junio de 2011)
Formato: Libro cartoné, 432 págs. a color
Precio: 35 euros