[Crítica] Superman # 1 de Grant Morrison y Rags Morales
Crecí leyendo cómics. De hecho, aprendí a leer desde muy niño gracias a los cómics. Pero en vez de súper héroes leía 2000AD y cómics europeos de España y Francia. El único título norteamericano que había en casa era Conan el Bárbaro, de Roy Thomas y Barry Windsor-Smith. Así que no es extraño que al inspeccionar las páginas de Superman -durante la era Curt Swan- terminaba decepcionado.
En ese entonces, las historias de Superman no me llamaban la atención, aún así, siempre estaba dispuesto a darle al Hombre de Acero otra oportunidad. No sé por qué, pero siempre tenía presente al personaje. Y de pronto llegó la “Muerte de Superman” y los únicos cómics que se podían encontrar aquí eran de los 80. Y así, un día, compré varios números del Superman de Byrne a causa de una de las portadas… creí que era la muerte de Superman o algo relacionado a ella. Tenía 11 años, y desde ese día siempre recuerdo con nostalgia esas portadas un tanto mentirosas, que anunciaban la inminente muerte de un personaje que, por supuesto, saldría siempre ileso.
Durante más de una década, fui un fan incondicional de DC; sin embargo, como he explicado antes, “Infinite Crisis” (2006) hizo que me diera cuenta de que ya nada me obligaba a seguir comprando títulos de DC. Y ese fue el final. Ahora el 90% de lo que compro viene de Avatar, IDW, Image, Dynamite, Dark Horse, Top Shelf, etc. Y el otro 10% es Marvel. Hay, desde luego, algunas pocas excepciones, como “Action Comics”.
He seguido el trabajo de Morrison desde hace tiempo, incluyendo su primera época en Inglaterra, y sus primeras incursiones en el Universo DC. He comprado sus cómics de Vertigo (incluso he reseñado algunos aquí), y he leído todas las entrevistas. Sí, claro que soy un fan de Morrison. Pero no soy un fan del relanzamiento de DC, así que casi no incluyo en mi lista el Action Comics # 1, pero me alegra haberlo adquirido.
Así como Byrne me capturó con Superman # 12, Morrison me ha reconciliado con un personaje al que yo había descuidado por años. Dejé de comprar Superman en el 2000 o 2001. Había perdido mi interés. Era como si, de alguna extraña manera, la prolongada ausencia de Byrne hubiese traído de regreso todas esas insípidas historias pre-crisis que leí de niño. El personaje estaba agonizando… hasta ahora.
“Man of Steel” de Byrne fue revolucionario en los 80, tal como lo es ahora el Action Comics de Morrison. El escritor escocés ha reinventado el personaje y, en cierto modo, ha sido más osado que Byrne. La audacia de presentar a un Superman joven, idealista, que lucha contra el poder es una noción romántica pero atrayente.
Llegué a escuchar algunos comentarios negativos en internet, pero los detractores de Morrison olvidan algo esencial. Para que Superman sea relevante hoy, ya no se puede usar la vieja carta de la criatura divina o el solitario extraño de otro mundo. Lo que hace falta es que el personaje ponga los pies en la tierra, así como hizo Byrne, y hacer que los lectores puedan identificarse con él.
Por eso, la gente de Metrópolis es tan importante en este primer capítulo, titulado “Superman versus la ciudad del mañana”. El Hombre de Acero salva a los pobres y ataca a los súper ricos (inusuales villanos). ¿Por qué esto es importante ahora? Porque vivimos en turbulencia, en una época en la que empezamos a cuestionar el sistema en el que siempre habíamos confiado. El filósofo Slavoj Žižek escribió lo siguiente: “Se nos ha dicho una y otra vez que atravesamos una crisis de deuda, y que todos debemos sobrellevar la carga y ajustarnos el cinturón. Todos, claro, excepto los (muy) ricos. La idea de cobrarles más impuestos es un tabú: si lo hiciéramos, sugiere el argumento, los ricos no tendrían incentivo para invertir, habría menos empleo y todos sufriríamos. La única forma de salvarnos en estos tiempo difíciles es que los pobres se vuelvan más pobres, y los ricos se hagan más ricos”.
A primera vista, podría parecer algo esquemático, pero encaja perfectamente con la naturaleza del personaje: después de todo, Superman es tal vez el más famoso ejemplo de bondad, justicia y nobleza, así que es perfectamente lógico que persiga a aquellos que si bien no violan la ley, tienen una forma dudosa e inmoral de lucrar.
Cuando Byrne escribió “Man of Steel”, se deshizo del concepto de ‘científico loco’ para Lex Luthor, y en su lugar aplicó un modelo de sofisticación y crueldad refinada; en sus páginas, Luthor era el segundo o tercer hombre más rico del mundo. Y eso lo dice todo. La idea fue probablemente inspirada por la interpretación de Alan Moore, tal como aparece en la Cosa del Pantano, justo después de la saga “American Gothic”. En dicho relato, Gotham City le paga a Luthor un millón de dólares por diez minutos de su tiempo: se le da un problema imposible (derrotar a la Cosa del Pantano, una criatura tan poderosa como el planeta Tierra) y su mente de genio le proporciona una solución con minutos de sobra. El legado de Moore, entonces, se puede ver en el Luthor de Morrison. En este primer ejemplar de Action Comics, tenemos a un Luthor despiadado, con una mente que opera por encima de la escala humana. Contratado por el ejército de Estados Unidos (a una tarifa muy elevada, por supuesto), pronto encuentra una manera de derrotar al último hijo de Krypton. Y, en la última página, tiene éxito.
El arte merece algunas alabanzas. Las páginas de Rags Morales son dinámicas y están bien planeadas, mi única queja es ver a Jimmy Olsen convertido en otro clon de Justin Bieber, pero como lo mismo sucede en el Superman de Pérez, asumo que este es un ejemplo de la actual línea editorial de DC. No he comprado los números siguientes, pero espero que esta iniciativa de DC atraiga a nuevos lectores (realmente hacen falta). ¿Se puede comparar este primer número con números uno de Marvel de los últimos meses? Es mejor que Punisher # 1 de Greg Rucka, Captain America # 1 de Ed Brubaker, Moon Knight # 1 de Brian M Bendis, Mighty Thor # 1 de Matt Fraction, Wolverine the Best There Is # 1 de Charlie Huston y Herc # 1 de Greg Pak & Fred Van Lente. Es mejor porque es un nuevo comienzo que ofrece muchas posibilidades. No sorprende, entonces, que en setiembre el título insignia de DC haya sido un éxito total en ventas, por primera vez en años.
Superman representa lo mejor de nosotros. Es idealista, noble y honesto. Con los años, el personaje perdió su atractivo a causa de escritores incapaces que no tenían idea de cómo contar historias con un héroe que es mejor que la mayoría. Es difícil mostrar el lado positivo de la humanidad de una manera llamativa. John Byrne lo logró al convertir a Superman -y a Clark Kent- en una persona compleja, el Superman de Byrne seguía siendo el héroe luminoso, en oposición a Batman, la elusiva criatura de la oscuridad; sin embargo, Byrne rescató la humanidad de Superman: ya no era una criatura divina, no era para nada perfecto; era el último sobreviviente de una raza alienígena que hacía las cosas lo mejor que podía, y que a veces fracasaba.
Y ese es el acierto de Grant Morrison. El Superman que vemos ahora en “Action Comics” no es tan poderoso como solía ser, comete errores y todavía está aprendiendo cómo hacer las cosas que quiere hacer. En las palabras del propio Morrison: “Como un guitarrista en una banda de chicos de 17 años, ni siquiera se puede hablar de experiencia- él sólo lo hace”. La inexperiencia de Superman se hace evidente mientras está capturado en una base militar.
El hombre responsable por la captura de Superman es nada más y nada menos que Lex Luthor, la mejor mente científica del planeta. Lex rápidamente concluye que Superman no es un ser humano, y por lo tanto considera automáticamente que tiene permiso para torturar al joven héroe.
Lex Luthor personifica la resolución incondicional, la máxima que el individuo obedece categóricamente incluso si eso significa poner en peligro otras vidas. Tal vez esa es una de las definiciones de un villano, un hombre que voluntariamente cede a los caprichos contingentes que le dan placer, reduciendo cruelmente a sus camaradas humanos a instrumentos de su placer. Cuando Luthor tortura a Superman con todas las herramientas y la tecnología a su disposición, encuentra el goce en semejante actividad. El surgimiento de la figura del torturador-verdugo sádico es natural para Lex, él está tratando a los Otros precisamente como meros instrumentos para ser explotados y en consecuencia algunos de sus aliados se sienten asqueados por esa decisión.
Rags Morales y Brent Anderson son dos de los más talentosos dibujantes que trabajan actualmente para DC Comics; lo mismo podría decirse del entintador Rick Bryant. Morrison quería recuperar la ‘acción’ de Action Comics, y Rags logra exactamente eso: explosiones, movimiento, objetos en colisión con grandes masas, hay acción por doquier pero él también nos da los detalles necesarios para entender lo que los personajes experimentan. Como curiosidad, estoy incluyendo un par de páginas a lápiz de Action Comics # 1. Como podemos ver, en algunos casos, la versión a tinta se ve mejor que la versión a color, por ejemplo, la portada del primer número (un innecesario efecto de color distorsiona las nítidas líneas de Rags); en otros casos, sin embargo, el color complementa al arte. En octubre, Action Comics # 2 fue el tercer cómic más vendido del top 300, y desde entonces ha permanecido en el top 10. Después de años de bajas ventas, Morrison finalmente ha sido capaz de darnos aquello que Byrne nos dio hace décadas: un carismático Hombre de Acero para la nueva generación.