Supercrooks # 2, de Mark Millar y Leinil Francis Yu
La última vez que Johnny Bolt fue arrestado, pasó años en la cárcel. Ahora es un hombre libre y esta vez ha decidido ayudar a Carmine, su viejo mentor, y está planeando el mayor robo de la historia. Pero para conseguirlo necesita reclutar a la vieja pandilla: Ghost (el ladrón más indetectable del mundo), TK McCabe (el telekinetico), Forecast (controlador del clima), Roddy y Sammy Diesel (los hombres indestructibles) y, finalmente, Gladiator, el súper-héroe que arrestó a Johnny Bolt.
Convencer a un grupo de villanos en retiro para cometer un último crimen no es nada difícil. Ghost está aburrido con su vida actual, TK McCabe es explotado en su trabajo, y su esposa no gana lo suficiente para mantener a la hija de ambos, Forecast se gana algunos centavos vendiendo paraguas en los días lluviosos (de hecho, usa su poder para generar lluvia pero el negocio apenas le permite ganar lo justo para sobrevivir), Roddy y Sammy Diesel están ganando sueldo mínimo, luchando contra otros villanos venidos a menos en un ring de box. Todos están desesperados por ayudar, excepto por el luminoso súper-héroe conocido como Gladiator.
Mark Millar rescata el potencial de esperanza en este grupo de delincuentes. Aquí, los héroes son bastardos arrogantes adorados por los medios pero no por la gente, mientras que los ladrones y estafadores son perdedores que buscan algún tipo de expiación. Winnicott dijo alguna vez que ciertos elementos de las conductas antisociales a menudo implican algo de esperanza. Puede ser ligeramente contraintuitivo, pero Johnny Bolt y las conductas patológicas de sus camaradas pueden significar un intento desesperado para recuperar aquello que ha sido perdido (de acuerdo a Lacan, siempre buscamos el ‘objeto a’ y nunca lo encontramos). ‘Tomar’ se convierte en robar, hurtar y engañar a otros, y todo esto a menudo representa un intento de reclamar (o de obtener por vez primera) el objeto perdido (‘objeto a’).
Sin embargo, hay algo que no deberíamos olvidar sobre el ‘objeto a’ de Lacan, y es que a menudo es confundido con el objeto de nuestro deseo. Gladiator siempre ha seguido la ley freudiana de la cópula, al casarse con una mujer bonita y al tener hijos. Pero al hacerlo, también ha negado su verdadero ser. De acuerdo con Lacan, la orden que el superyó dirige al sujeto es, por encima de todo, “¡goza!”. Gladiator es el superyó, siempre intentando mantener a raya a los criminales. Aquello que es lo más privado e indomable (nuestro deseo) es, de hecho, regulado, incluso comandado, por el superyó. Y el deseo más oculto del corazón de Gladiator es el coito homosexual. Por años, se ha encontrado con hombres desconocidos para tener sexo sin condón, y cuando Johnny Bolt estaba en prisión conoció a uno de estos amantes momentáneos. Ahora, ha engañado a Gladiator para encontrarse con él en un café español, y algo sale a la luz: Gladiator no podría sobrevivir el escándalo mediático si las fotos que tiene Johnny Bolt llegan al público. Gladiator no podría enfrentar la culpa si su hijita se entera en las noticias sobre sus escapadas secretas. Y no puede aceptar esto porque él mismo es la encarnación del superyó (es decir, la culpa).
La segunda entrega de Supercrooks es tal vez incluso mejor que la primera, y estoy absolutamente seguro de que Millar seguirá sorprendiéndonos. La portada de Leinil Francis Yu es de lo mejor que ha hecho últimamente, y el resto de sus páginas es bastante bueno. Las nuevas miniseries de Millarwold tienen todo lo que uno puede querer…

