Salvaje Lobezno 32, de Zeb Wells y Joe Madureira
Pensada como un arco argumental de la colección Avenging Spider-Man, que ambos autores se habían encargado de inaugurar, los cambios editoriales llevados a cabo en la franquicia arácnida -Superior Spider-Man-, hicieron que la historia de Wells dejara de tener sentido en cierto modo, pero no en uno que no le permitiera reciclar alguna idea que otra, cambiar al protagonista y servirla en otra colección de parecida temática: Savage Wolverine, que se había encargado de lanzar Frank Cho como autor completo. Entre los números #6 al #8 USA, publicados a finales de 2013, Wells a los guiones, Madureira al dibujo completo y Peter Steigerwald a los colores, llevaron un paso más allá el nuevo status quo de Kingpin como líder de La Mano.
Aunque Spider-Man hace acto de presencia como alivio cómico, los protagonistas son en realidad Lobezno y Elektra que intentan impedir a toda costa que unos nuevos personajes, llamados Los Árbitros, resuciten a uno de los mayores asesinos que el mundo ha conocido con el único propósito de poner a prueba el liderazgo de Wilson Fisk. La historia tiene un par de giros de guión muy interesantes, está intrincada dentro de la continuidad actual del Universo Marvel y permite a su dibujante narrar más de una pelea espectacular, además del diseño de los nuevos villanos, en la línea que se le conoce desde su regreso a Marvel con los Ultimates 3.
Sin embargo, pese a que la historia comienza como tantas otras de Lobezno destrozando ninjas de La Mano, me ha sorprendido la caracterización que hace del canadiense el guionista, recordándome al mejor Larry Hama y recuperando una de las características que más me gustaban del personaje en sus orígenes, algo olvidada en los últimos años: la rabia salvaje que lo poseía y que lo hacía incontrolable, a la par que mortal para sus enemigos. Siempre me ha gustado la lucha interior que vivía el propio Logan, siempre debatiéndose entre el hombre que siempre ha querido ser y el animal que muchos le acusan de ser.
La historia no es nada del otro mundo, pero está bien contada, con algunas sorpresas y Madureira puede dedicarse a lo suyo, que es narrar peleas que se salen de las páginas, aunque en los fondos y algún que otro acabado lo he visto un poco más dejado que en anteriores trabajos. Wells demuestra que a poco que se estruje un poco los sesos el guionista de turno se pueden seguir contando historias interesantes que tengan a la organización de La Mano como protagonistas, más allá de convertirlos en carne de cañón que acaba evaporándose en el aire una vez son destrozados por los héroes.

