Paradax, de Peter Milligan y Brendan McCarthy

Portada Paradax - MilliganEres un joven superhéroe. Disfrutas tomando una cerveza y follando con tu enamorada. Pero la juventud no es sinónimo de felicidad. Después de todo, necesitas dinero en tu billetera para comprar esa cerveza o impresionar a tu chica. En 1984, Peter Milligan y Brendan McCarthy desarrollaron un concepto muy audaz: un superhéroe de la clase obrera.

Paradax no era un periodista famoso como Clark Kent o un rico hombre de negocios como Tony Stark. No era una figura que sirviese de inspiración, ni un ejemplo de virtud. Este era un personaje que desafiaba el statu quo: hace 30 años, se suponía que los superhéroes debían ser ciudadanos modelos, hombres limpios, buenos y honestos –y, por supuesto, en sus identidades secretas, profesionales exitosos.

Por décadas, el género superheroico se había aferrado a reglas muy estrictas. Los superhéroes debían actuar de cierta manera, debían ser altruistas, valientes y decentes. Bueno Milligan decidió decirle al viejo régimen ‘a tomar por culo’; ya era hora de implementar algo nuevo.

El origen secreto de Paradax no es un evento trágico (no hay padres o familiares asesinados) o un accidente espectacular (no hay explosiones radioactivas). Al Cooper simplemente encuentra un traje amarillo –olvidado por uno de sus pasajeros– en el asiento trasero de su taxi. Curioso, por supuesto, se lo prueba. Y de inmediato se da cuenta que no sería apropiado pasear por la Calle Christopher –un lugar merodeado sobre todo por gays– usando un atuendo tan apretado. Pero incluso en una calle “normal” la gente se burla de él y lo ridiculiza.

Página Paradax - Milligan - 01La enamorada de Al le sugiere un nuevo look. Así que él se pone una chaqueta y unos jeans encima del traje amarillo (curiosamente, este look ha sido imitado por cientos de superhéroes en los 80 y 90s). Pero obviamente él no sale a patrullar por las calles ni a prevenir asaltos de banco. Él simplemente se queda bajo techo, en su desordenado y cochino departamento, y tiene sexo con su enamorada y toma cerveza.

Al Cooper descubre que el traje la da el poder de atravesar objetos sólidos. Y eso significa que podría ganar una fortuna robando las bóvedas de los bancos. Al final, sin embargo, su enamorada lo convence para que gane dinero como un superhéroe legítimo. Y de este modo, comienzan las aventuras de Paradax.

Hay algunas similitudes entre el Paradax de Milligan y el Zenith de Grant Morrison (el look ‘chaqueta’, la juventud, el interés crematístico, el enfoque antihéroe). La irónica propuesta de Milligan se apoya firmemente en la sátira y en la parodia, mientras que Morrison intenta deconstruir el mito del superhéroe y reinventarlo bajo una luz diferente (tal como hizo Alan Moore con Miracleman en los 80).

Página Paradax - Milligan - 02Brendan McCarthy dibuja a lápiz, entinta y colorea Paradax. Sus páginas son una fiesta psicodélica que nunca termina. McCarthy transfiere movimiento y un ritmo muy especial a este héroe juvenil, sin olvidar la importancia de la sensualidad. Sí, el sexo es parte esencial de este título, y eso resulta claro desde el inicio. Hay una irreverencia tan poderosa en los diseños de McCarthy y en los inesperados actos de Paradax: mear en la calle o abrir una lata de cerveza (la erupción de la espuma es como una metáfora de la eyaculación) o simplemente usar calzoncillos que ningún honorable superhéroe–ni siquiera los campeones de llevar la ropa interior encima de los pantalones– podría tolerar.

“Paradax erupcionó desde el campo de la izquierda, desaliñadamente iconoclasta y lleno de un joie de vivre propio de las eras tempranas del cómic. Paradax se comportaba como un hooligan en un traje de gala emborrachándose en un sombrío evento de corbatas negras”. Estoy totalmente de acuerdo. Aunque de corta duración, Paradax es vida pura; tal vez, como esas famosas estrellas de rock que murieron jóvenes, Al Cooper estaba condenado a deslumbrar a todos y finalmente ser consumido. No sé cómo Milligan lo logra, pero nos hace recuperar ese anhelo por una vida más excitante. Aunque Al Cooper no es una estrella de rock; de hecho, pasa la mayor parte de su tiempo haciendo lo que haría cualquier chico de su edad. Todo es muy cotidiano y, no obstante, muy rico. Y supongo que eso demuestra que los escenarios más extraños son aquellos que nos resultan más cercanos: la tierra más exótica que puede habitar un superhéroe es su propio sofá mugriento en medio de una maloliente y desordenada habitación.

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