Conan: No Mucho Antes del Fin, de Doug Moench y Vicente Alcázar

Vicente Alcázar es un grandísimo dibujante de comics español nacido en Madrid en 1944. Sin embargo, incomprensiblemente, su nombre no ha quedado en la memoria de muchos aficionados, tal vez por su temprano retiro del medio. Dentro del famoso desembarco español en los magazines norteamericanos principios de los años 70, Alcázar llega a los Estados Unidos de la mano del conocido Gray Morrow y pronto meterá un pie en la editorial Warren dibujando historietas de misterio y terror para la revista Creepy. El estilo del madrileño, minucioso, realista y con un toque gótico lleno de embrujo, encaja a la perfección con los inquietantes guiones y las historias de horror de aquel tipo de publicaciones. 

Neal Adams introduciría también a Alcázar en Marvel donde se ocuparía de dibujar dos magníficos comics de espada y brujería. Un relato de Kull llamado El Vaticinio del Cráneo en la revista Kull and the Barbarians, y la adaptación de El Fénix en la Espada, un cuento clásico original de Robert E. Howard, para un anual de Conan. Aunque donde de verdad brillará el dibujante en todo su esplendor es en la historieta de la que se ocupa en el magazine Unknown Worlds of Science Fiction. En mayo de 1975 Alcázar se encarga de ilustrar la adaptación del relato de Larry Niven No Mucho Antes del Fin junto al veterano guionista Doug Moench, una historia que aúna el estilo de las publicaciones de Warren y entronca con las aventuras de fantasía heróica en las que Alcázar se maneja tan bien. El resultado es espectacular. Una mezcla de fantasía, terror, espada y brujería épica, y ciencia ficción, todos géneros en los que destaca especialmente. 

Unknown Worlds of Science Fiction, conocido aquí como Mundos Desconocidos y publicado en nuestro país por la legendaria editorial Vértice con unas rotulaciones y unas traducciones que podríamos calificar alegremente como camp, es un típico producto de su tiempo. La década de los 70 fue una gran época para las revistas de comics en blanco y negro en Estados Unidos. Marvel Comics destinó a un público más adulto que el consumidor de comic-books toda una batería de publicaciones. Savage Tales y The Savage Sword of Conan en el campo de la espada y brujería, Planet of the Apes expandiendo las cinco películas de la serie, Monsters Unleashed, Dracula Lives y Tales of the Zombie copando el mercado de terror. Unknown Worlds of Science Fiction ofrecía una mezcla de adaptaciones de cuentos de ciencia ficción y relatos originales. En ella se pudieron leer fielmente llevados al comic los mejores cuentos clásicos de maestros de la literatura de fantaciencia como Harlan Ellison y su Arrepiéntete, Arlequín; El Día de los Trífidos de John Wyndham; La Aldea Encantada de Alfred Elton Van Vogt; Adán y Ninguna Eva de Alfred Bester, y Fuerza de Ocupación de Frank Herbert

También destacaron en la revista los deslumbrantes trabajos de grandes del comic como Alex Niño, Gene Colan, Richard Corben, Neal Adams, Dave Cockrum, Bruce Jones, Roy Thomas y Gerry Conway. Todo ello coronado por las espectaculares portadas pictóricas que Marvel acostumbraba por entonces en aquellas revistas. Mundos Desconocidos desbordaba imaginación. La aventura, sin embargo, no tuvo el éxito esperado y apenas duró media docena de números. El mismo Roy Thomas, Editor en Jefe de Marvel por aquel entonces reconocía en 1976 que no es que perdieran dinero, sino que no ganaban el suficiente como para mantener la publicación. Pero Mundos Desconocidos de la Ciencia Ficción fue una experiencia maravillosa, un comic mágico e irrepetible que alguien, por ejemplo Dark Horse, tendría que atreverse a reeditar en uno de sus tomos tamaño guía telefónica. El prestigioso crítico, guionista, escritor y todo lo que se pueda imaginar dentro del medio del comic, la fantasía y la ciencia ficción, Rafael Marín, siempre ha expuesto lúcidas observaciones sobre el mundo de la narración gráfica. Acerca de Unknown Worlds escribió: “Fue la idea más interesante y más audaz que tuvo Marvel Comics en los años setenta, una época en que La Casa de las Ideas tal vez fuera tan caótica y cicatera como ahora, pero donde al menos rebosaba talento y ganas de explorar para el mundo del comic otras direcciones donde el llamado “comic de autor” asomaba la patita a la vuelta de la esquina, y donde los sempiternos superhéroes de la editorial quedaban relegados a un segundo plano”. 

No Mucho Antes del Fin, como hemos dicho, adapta un cuento original de Larry Niven. Una sátira no exenta de humor que parodia el género tan de moda entonces de la espada y brujería, pero que también presenta un fondo de fantaciencia, terror e intriga. Un relato salpicado de incisivas reflexiones en el que nadie, ni el bárbaro, ni el brujo, ni la chica, son lo que parecen. La volubilidad humana y sus miserias están presentes en el relato de Niven, y los papeles se revierten empujados por la mezquindad de los hombres. No Mucho Antes del Fin plantea las cosas con una sencillez desapasionada que roza el humor del absurdo, y el dibujo de Alcázar lo pone en imágenes de manera refinada sin aparente esfuerzo. Algunas viñetas dejan sin aliento, los juegos de luces y sombras logran un ambiente tenebroso y el entretejido de su trazo calmado permite que el lector aprecie la suciedad de una Edad Media realista y a la vez exagerada, como salida de una película de los alocados Monty Phyton

El guión de Moench, como tantos en Mundos desconocidos, sigue la escuela de adaptaciones literarias que iniciara Roy Thomas y que remite a los diálogos llenos de retórica escritos por Stan Lee para Los Cuatro Fantásticos. Verboso en extremo, casi traslada punto por punto el relato original de Niven. Pero esto no ralentiza la acción ni convierte al comic en un cuento ilustrado, sino que se complementa con precisión con los dibujos de manera que Alcázar y Moench se enriquecen mutuamente para dar lugar a un todo que es mucho más que la suma de las partes. Si ustedes hacen click en las imágenes, podrán leer la historieta en toda su extensión y comprobar por ustedes mismos que después de toda la diversión, el melancólico final explica el sentido del título. De una bofetada que hiela la sonrisa en el rostro, las últimas páginas nos devuelven a la realidad y a nuestro propio reflejo. No Mucho Antes del Fin supone la culminación de una carrera en su momento más dulce. El mejor legado de un artista en plenitud de sus capacidades. A finales de esa misma década Vicente Alcázar se encargaría de Jonah Hex para DC Comics y poco después dejaría el mundo de la historieta.