No me dejes nunca, de Jason
Si os gustó el cómic de Jason, “Yo maté a Hitler”, no podéis ignorar a su antecesor, “Hemingway”, galardonado con el Premio Eisner 2007 a la mejor obra extranjera, nominado al Premio al mejor guión en Angoulême 2006 y elegido como mejor novela gráfica de 2006 por Entertainment Weekly.
En este trabajo, traducido a nuestro idioma con el título “No me dejes nunca”, Jason nos lleva al París de los años 20, convirtiendo a Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald, James Joyce y Ezra Pound en autores de cómic que intentan abrirse camino en este difícil mundo. En esta obra, el autor noruego introduce a estos grandes de la literatura y la poesía en los cuerpos de unos animales sumamente humanos para narrar, de una forma muy cotidiana, sus vidas, sus ilusiones y sus decepciones. Jason reúne a los protagonistas en cafés para hablar de sus dudas existenciales, sus obras y sus respectivas faltas de reconocimiento, mostrándonos a un Hemingway, que sueña con ir a Pamplona, incapaz de colocar una de sus obras en las revistas, y a un Fitzgerald perseguido por sus problemas con el alcohol.
Con su delicada pluma, y su extraordinario uso de los silencios, Jason consigue envolver su obra de melancolía y extraña comicidad, haciéndonos partícipes de las miserias de unos personajes que caminan entre el límite del bien y del mal. Con su habitual y genial mezcla de géneros, el noruego consigue embarcarnos, desde una crónica diaria llena de aparente normalidad, al genero negro en el mismo instante en el que Hemingway propone a sus amigos el atraco de la recaudación de un combate de boxeo y por el que cada personaje correrá su propia suerte, con un final esperadamente “jasoniano”.
Página tras página nos encontramos con una composición constante por cuyas viñetas, vestidas con los colores de Hubert, los personajes se mueven con fluidez, entrando y saliendo en el momento preciso. Con su característico estilo minimalista y sencillez de trazo, línea clara y angular y con ausencia de sombreados, destacamos especialmente las miradas vacías de sus personajes, que los confiere una inexpresividad que choca con los sentimientos que Jason es capaz de transmitir en cada una de sus obras.
A través de este libro, Jason nos hace reflexionar sobre las dificultades de su solitaria y sacrificada profesión, haciéndonos partícipes de las inseguridades de los artistas y enseñándonos que lo importante es que cada autor saque su estilo natural, sin limitarse a las pautas y formas ya establecidas.
De nuevo una extraña y atrayente historia, contada en tan solo 48 páginas, que dejan un buen sabor de boca, con la que Jason se va abriendo, con paso firme y decidido, un hueco entre los grandes gracias a su personal estilo.