Névé, de Dieter y Emmanuel Lepage

Portada NeveDesde hace ya varios años o, más concretamente, desde que empecé a escribir y dibujar mis propios cómics, tengo una actitud crítica hacia el noveno arte que, quizás, antes no era tan evidente. No es coincidencia que este blog y mis primeros cómics hayan visto la luz del día más o menos en las mismas fechas. Dibujar me ha permitido entender, íntimamente, las verdaderas dificultades a las que se enfrenta todo artista, de cualquier nacionalidad o época. Es por eso que hoy, cada vez más a menudo, el buen arte captura por completo mi atención. Y tras haber ojeado de pura casualidad algunas páginas de Névé quedé inmediatamente cautivado por el exquisito trazo de Emmanuel Lepage.

En el 2010 la editorial Glénat publicó un lujoso volumen integral en tapa dura que recopilaba los cinco álbumes de la extraordinaria serie de Névé, creada por el guionista Dieter e ilustrada por Lepage. Cada álbum representa un momento clave en la vida del adolescente Névé, pero también un color en particular que identifica una característica esencial de su personalidad.

“Bleu regard” (“Mirada azul”), se publicó originalmente en setiembre de 1991. Névé, apenas un chiquillo, presencia la muerte de su padre, un curtido alpinista que, presa del orgullo y la soberbia, decide a toda costa escalar la cima del Aconcagua, en Argentina. “Esta expedición no es más que el principio de una dolorosa y empinada ascensión hacia la vida adulta”. En efecto, el traumático evento marcará para siempre la vida de Névé.

Las páginas de Emmanuel Lepage son, simultáneamente, un estallido pictórico y también un momento de calma majestuosa; los personajes saltan, trepan y escalan con un enorme dinamismo, pero al mismo tiempo, también quedan inmóviles frente al hermoso espectáculo de la montaña nevada. Paz y conflicto, inacción y movimiento, calor humano y frialdad climática, se convierten más en aspectos complementarios que en ideas contradictorias gracias al excelente pincel de Lepage.

Página Neve - 01Los maravillosos colores son proporcionados por Marie-Paule Alluard, quien entiende a la perfección cómo lograr que estos escenarios naturales destaquen aún más con la aplicación justa de un cierto matiz o una suave tonalidad. Más que el ‘mot juste’ del que hablaba Flaubert, aquí hay una línea ideal y un color ejemplar, que se conjugan magistralmente para crear la ‘image juste’. Obviamente, en este capítulo impera el azul, en su vertiente poética (recordemos la pasión de Charles Baudelaire por L’azur), y es que realmente Lepage hace poesía visual, pura y desenfrenada pero también el color se despliega ante nosotros con una carga semántica más grave: el azul como sinónimo de la tristeza, como antesala de la depresión.

Un año después, en setiembre de 1992, se publicó “Vert Solèy” (“Sol verde”). Névé todavía está procesando la muerte de su padre. Ha desaparecido el chiquillo entusiasta del primer capítulo y ahora sólo queda el adolescente meditabundo, melancólico y a veces simplemente malgeniado. Su primo Laurent ha asumido el rol de tutor legalmente, pero su propia inexperiencia e inmadurez acentúan el conflicto con Névé. Con un afán etnográfico, Névé recorre las inmediaciones de la isla de Saint Denis. Lo que encuentra es pobreza y miseria, y un cierto resentimiento de los lugareños hacia los franceses.

A pesar de las carencias económicas, la isla es un paraíso verde. Hay bosques por doquier, y plantas en todas partes. El verde está sumamente presente. Pero el título hace referencia sobre todo a un extraño efecto de la luz que se produce durante el atardecer estival. El arte de Lepage es de una belleza sobrecogedora, basta ver la representación de la tormenta que azota la isla para convencernos del enorme talento de este artista francés.

En diciembre de 1994, aparece “Rouge passion” (“Rojo pasión”). Los autores nos descubren a un protagonista a veces avasallado por el pudor, pero también seducido por promesa de la amistad. Névé conoce a Emily, una chica irlandesa que lo deja profundamente impresionado. La fragilidad del primer amor es magistralmente representada por Lepage mediante diversos detalles, por ejemplo, el hogar de Emily es una antigua abadía en ruinas. El recinto tiene una belleza arquitectónica inigualable, que Lepage nos transmite intensamente, pero también tiene un aura a decadencia y a podredumbre.

En este capítulo, el estilo hiperrealista de Lepage le da la bienvenida a algunas intervenciones pictóricas de primer nivel: los cuadros que el padrastro de Emily pinta a escondidas. Sin embargo, cuando Névé inspecciona los cuadros a escondidas desentraña un terrible secreto: la modelo es siempre la misma, Emily, en todo tipo de poses provocativas. El viejo pintor había estado abusando sexualmente de Emily por varios años, y la madre se hacía de la vista gorda. Asustado, Névé pretende regresar a su casa, pero es fácilmente seducido por Emily, y es así como el adolescente tiene su primera experiencia sexual. Lepage nos ofrece imágenes realmente conmovedoras, y también convoca todo el poder del erotismo en este relato sombrío. Al final, el padrastro es acuchillado por la madre, Emily decide recluirse, rechazando a Névé.

“Blanc Népal” (“Blanco Nepal”) es publicado en enero de 1996. Névé y su tía Marlène viajan a Nepal, a un ashram, una especie de secta compuesta por un montón de europeos desesperados por aprender la sabiduría de buda y por llevar una vida sosegada, campestre, desprovista de lujos y bienes materiales. Marlène todavía se siente responsable por la muerte del padre de Névé, al fin y al cabo, ella apenas logró sobrevivir en aquel fatídico viaje. Y ella es presa fácil de las manipulaciones de este grupo de personas. Névé intenta protegerla, pero su torpeza adolescente y su impaciencia le juegan una mala pasada.

Página Neve - 02El blanco es el color central en este capítulo; por momentos, Lepage utiliza un blanco crepuscular que pareciera hacer referencia al fin de la inocencia; en otras ocasiones, no obstante, el blanco denota el luto oriental. Para los autores, el eje temático de este álbum era la dolorosa reconciliación con el pasado. Mientras Marlène escucha con atención a los supuestos sabios que hacen gala de su asertividad, Névé se dedica a leer Demian de Herman Hesse. El extraño beso final entre el joven protagonista y su amigo, el mismo que pone fin a la novela, causará en Névé un efecto inesperado. El muchacho francés se hace muy amigo de un joven nepalés, y cada vez pasan más tiempo juntos.

“Noirs Désirs” (“Negros deseos”), con fecha de mayo de 1997, es la etapa más oscura en la vida de Névé. A los 20 años, Névé se ve forzado a trabajar en una aburrida agencia de turismo, y constantemente se aleja de las chicas que demuestran interés en él. Es un momento de crisis para Névé, y es por eso que decide regresar al alpinismo. Escalar una montaña con un grupo de desconocidos puede parecer una peculiar terapia, pero lo cierto es que esta actividad, practicada por Névé desde niño, le permite reconectarse con su verdadero yo.

Es en este escenario en el que Névé conoce a Alexandre. Ambos recitan de memoria el poema “Mon rêve familier” de Paul Verlaine, quien escandalizó a la sociedad francesa decimonónica debido a su romance prohibido con el joven Arthur Rimbaud. Hay algo de prohibido en el primer intento de acercamiento entre Névé y Alexandre. Ambos se abrazan en la penumbra, se tocan, se besan, y luego se alejan avergonzados.

Incluso más que en capítulos anteriores, Lepage hace prevalecer la tinta negra, los escenarios escasamente iluminados, la noche. Para el mismo Névé, la desilusión amorosa es como estar sumido en las sombras. Por fin, luego de mucha reflexión, logra ponerse en pie y confesar su amor por Alexandre. Para él, finalmente, ser adulto significa dejar de preocuparse por lo que los demás piensan de él, y admitir su verdadero deseo.

Névé es una excelente novela gráfica, y prueba irrefutable de que la bande dessinée francesa sigue estando más viva que nunca. Es también una obra de arte deslumbrante, un estudio concienzudo de la relación entre el ser humano y su entorno, una travesía especial que celebra las vicisitudes y los conflictos de la adolescencia, pero también los dramas propios de la juventud temprana. En esencia, se trata de una obra imprescindible para todos los amantes del noveno arte.

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