Neonomicon, de Alan Moore y Jacen Burrows
“La vida imita al arte mucho más que el arte imita a la vida” pareciera ser el tipo de paradoja literaria que uno encuentra con bastante frecuencia, ya sea como lector o escritor. Sin embargo, cuando Oscar Wilde escribió sobre el arte y la vida en el siglo XIX, probablemente no estaba pensando en las implicaciones que tal frase tendría en el siglo XXI.
El autor británico Alan Moore ha aprovechado su conocimiento enciclopédico de la literatura de terror, reinterpretando las obras de H.P. Lovecraft. Cerrando la brecha entre siglos, Moore reúne a los más altos exponentes del terror y la ficción del pasado, con la inquietante realidad del mundo de hoy.
Como vimos en “The Courtyard”, el agente del FBI Aldo Sax estaba investigando una serie de asesinatos macabros. Al principio, él piensa en explicaciones lógicas para darle sentido a estos homicidios. Considera la presencia de un culto satánico, una nueva y poco conocida droga, y la misteriosa figura de Johnny Carcosa. Sin embargo, cuando Sax y Carcosa se encuentran en un lúgubre patio, algo sobrenatural ocurre. Carcosa habla con Sax en Aklo, un lenguaje inhumano antediluviano. Tal es el poder de este lenguaje sobrenatural que Sax pierde la cordura, y comienza a asesinar personas con el mismo modus operandi de los crímenes que estaba investigando en primer lugar.
“En las mansiones de la demencia”, primer capítulo de Neonomicon de Alan Moore, comienza con la investigación de dos agentes del FBI: Merril Brears y Gordon Lamper. Después de interrogar a Aldo Sax, deciden buscar a Johnny Carcosa en el siniestro Club Zothique. La Oficina Federal de Investigaciones ha reunido a un equipo de expertos a fin de resolver lo que parece ser un caso imposible.
Después de una redada en el club, Merril Brears y Gordon Lamper llegan a la casa de Johnny Carcosa. Allí encuentran el cadáver de una mujer monstruosa con la garganta cortada; algunos de los oficiales hacen una conjetura: ella debe ser la madre de Carcosa. Sólo que ella no parece pertenecer a este mundo. Tampoco Carcosa, una persona que nunca ha mostrado su cara. Hay un momento fascinante cuando la agente Merril está a punto de capturar a Carcosa. Ella lo sigue a un mural espeluznante en el patio, un mural pintado de una manera que sugiere una tercera dimensión en lo que es, de hecho, una pared plana. Johnny Carcosa se queda de pie allí y se convierte así en un dibujo al interior del mural. Merril y el resto de los agentes quedan absolutamente sorprendidos cuando tocan el mural y no encuentran nada más que pintura y polvo.
La línea entre la realidad y la ficción se vuelve borrosa. Y así es como se supone que debe ser cuando uno escribe sobre Lovecraft. Después de todo, durante años, los lectores sospechaban que había un libro inédito escrito por Lovecraft y titulado “Necronomicon”, al mismo tiempo, los ocultistas se obsesionaron con la figura del escritor norteamericano, a tal punto que la ficción comenzó a ser considerada como realidad, la vida estaba imitando al arte después de todo.
Sin embargo, en “La sombra de América”, Moore propone todo lo contrario. El arte imita la vida. Todo lo que ha sucedido en “The Courtyard” estaba vinculado a la literatura de Lovecraft. Esto resulta evidente para Merril, que estudió a los escritores del siglo XIX en sus años universitarios. Cada pista en este caso tiene un equivalente literario. Y en poco tiempo se detecta la presencia de escritores como Ambrose Bierce, Robert Chambers, Clark Ashton Smith y Arthur Machen, entre otros. “Todos ellos eran escritores que de algún modo ejercían influencias entre sí. Hacían referencias a las obras de los demás […] No todo puede ser coincidencia”, explica la agente del FBI. Y tiene razón. Decenas de escritores influenciaron a H.P. Lovecraft, de la misma manera que Lovecraft ha influenciado a Alan Moore y a toda una generación de escritores contemporáneos.
Merril y Gordon siguen una pista hasta Salem, Massachusetts. Allí encuentran a un grupo de pornógrafos obsesionados con los Mitos de Cthulhu y el Necronomicon. En esta misión secreta, el agente Gordon es asesinado y Merril es capturada; en consecuencia, ella es abusada sexualmente primero por hombres y luego es violada por una criatura que nadie más en la Tierra ha visto jamás. Apenas capaz de sobrevivir a esta experiencia traumática, Merril descubre cómo comunicarse con el monstruo en “El lenguaje en el Umbral”.
A pesar de las escenas perturbadoras (que causaron toda una polémica en el 2010, cuando esta miniserie fue publicada originalmente), Alan Moore juega con la intuición del lector. Él nos permite adivinar lo que hay debajo de la superficie. Incluso si hay tripas derramadas, sangre y violencia sexual, hay mucho más cosas terribles y monstruosas ocultas al ojo humano. Esta es una idea fundamental en la narrativa de Lovecraft. La idea de que el verdadero horror es de naturaleza cósmica, está a nuestro alrededor y es tan vasto como el universo y tan antiguo como el propio planeta. “No está muerto aquello que puede yacer eternamente. Y en extraños eones, incluso la muerte podría morir”. La muerte, por supuesto, tiene poco significado en el gran esquema de la saga Lovecraftiana. Y Merril comprende todo esto en “El que acecha desde dentro”.
Esta cautivante miniserie de 4 números cuenta nuevamente con el extraordinario artista Jacen Burrows. Sus exquisitas composiciones y su amor por los detalles complementan la complejidad de los guiones de Moore. Realmente es necesario tomar una pausa y admirar cada página con cuidado, porque hay pistas ocultas y componentes gráficos inquietantes en cada viñeta. El asombroso equipo creativo de Moore y Burrows es responsable de la serie limitada más oscura y siniestra de Avatar.
[AMAZONPRODUCTS region=”es” asin=”8498857236″]