Neon Genesis Evangelion Vol. 9, de Yoshiyuki Sadamoto
“Cuando más falta hace… lo único que puedo hacer es mirar, incapaz de ayudar”. O hacer lo que quiero, agregaría yo. Como adolescentes, luchamos con nosotros mismos, intentamos alcanzar el deseo de nuestro corazón pero no tenemos ni la firmeza para perseverar ni la capacidad para identificar nuestro auténtico deseo. Tal vez esa claridad mental llega con los años, y consideramos que eso es la madurez. Pero la verdad es que el reino de la adolescencia es asediado por inseguridades, miedos, frustraciones y urgencias enigmáticas, indescifrables y aun así intensas.
Esta búsqueda nebulosa es lo que obliga a Shinji Ikari a asumir el rol del mero voyeur, incapaz de hacer lo que debe hacer. Todavía recuerdo cómo me sentía al tener 14 años y estar relegado a la periferia de mi propia vida. Abría mis ojos y miraba el mundo que me rodeaba, y aunque a menudo experimentaba la urgencia de actuar, de satisfacer mis anhelos, siempre me quedaba la duda existencial de qué era eso que debía hacer o cómo podía darle forma a lo que quería, cómo por lo menos esculpir todo eso con palabras o símbolos comprensibles.
En el noveno volumen de Neon Genesis Evangelion (etapas 57 a 63: “El quinto niño”, “Rechazo”, “Orgullo”, “Muñeca”, “La lanza de Longinus”, “Distancia” y “El fuego que retorna”), Kaworu Nagisa finalmente conoce a Shinji. Este primer encuentro sucede en una iglesia en ruinas, en donde sólo un piano ha sido preservado. Sentado en el piano, vemos a Kaworu, un chico de 14 años con pelo ceniciento, piel pálida y ojos carmesí. Está tocando “Oda a la alegría”, aunque asegura no tener ningún conocimiento de música clásica. Su uniforme de colegio llama la atención de Shinji, y empiezan a conversar. El lenguaje corporal de Kaworu es el de un verdadero adolescente, el modo en el que encoge los hombros casi perezosamente, y sus movimientos lánguidos y aun así llenos de gracia pronto ponen nervioso a Shinji. ¿A qué le tiene miedo Shinji? ¿Al aura ominosa de este muchacho? ¿O es algo más, algo en la forma en la que se comporta, con una total falta de respeto hacia la privacidad de Shinji?
Ciertamente, los dos chicos no tienen nada en común. Shinji siente piedad por un gatito abandonado, pero sabe que no puede encargarse de él. Mientras el minino sigue a los dos adolescentes, Shinji admite que su única alternativa es abandonar al felino. Kaworu, instantáneamente, recoge al animal del suelo y le rompe el pescuezo. En su opinión, abandonarlo le aseguraría una muerte lenta y dolorosa, una ejecución rápida es de hecho un verdadero acto de piedad. Shinji queda horrorizado por la frialdad demostrada por el muchacho, y quizás ligeramente perturbado cuando se entera de que Kaworu es el quinto niño, el nuevo piloto del Eva.
Mientras tanto, la alguna vez valiente Asuka ha perdido toda su seguridad. Después de su fracaso en el campo de batalla y su derrota a manos de los ángeles, se siente perdida. Ya no puede estar en sincronía con la Unidad-02; se odia a sí misma y a su propio cuerpo, le repugna el hecho de estar menstruando, algo que interpreta como una muy irritante debilidad (como cualquier otro adolescente, para ella también es difícil lidiar con su cuerpo); en esta coyuntura particularmente vulnerable conoce a Kaworu, cuando él entra al baño de damas. Asuka chilla y lo acusa de ser un pervertido. Kaworu simplemente pregunta qué es un pervertido, del mismo modo que no sabe nada sobre música clásica, tampoco está familiarizado con los términos sociales más comunes.
La alarma suena, Shinji y Kaworu se quedan dentro del cuartel general de NERV, y Asuka y Rei se preparan para el combate. Con un bajo rango de sincronía, afligida por recuerdos de la infancia y profundamente entristecida por la muerte de Kaji, Asuka se encuentra en el peor momento de su vida, y es rápidamente sometida por el ángel Arael. Volando por encima de la estratósfera, el ángel es inmune al armamento del Eva. Arael ataca con un rayo de luz, una sonda mental que excava al interior de la memoria de Asuka, reviviendo sus traumas psicológicos y, en efecto, “violando su alma”. Confrontada con la imagen de su madre demente, prueba viviente de que “el corazón no se llena tan fácilmente como el útero”, la mente de Asuka colapsa. Ella sobrevive gracias a la oportuna intervención de Rei Ayanami. Después de recuperar la lanza de Longinus del cuerpo muerto de Adán, el primer ángel, Rei se las arregla para aniquilar a Arael. Subsecuentemente, Kaworu y Rei tendrán que pelear contra el ángel Armisael.
La etapa 62, sabiamente titulada “Distancia”, explora la proximidad física y cómo todo se traduce en las acciones, en las cosas que hacemos o dejamos de hacer con otras personas. Después de un ejercicio de entrenamiento, Shinji se está duchando. Kaworu pone a prueba su reacción al entrar desnudo a la misma ducha, aludiendo que necesita jabón. Para Shinji, todo se reduce a la tensión sexual, la incomodidad y los impulsos restringidos. Para Kaworu, todo esto es un juego, un experimento divertido. Hay algo deliciosamente liberador en el polimorfismo sexual que caracteriza a la adolescencia; posiblemente, esta es la única etapa del crecimiento humano en la que todavía podemos experimentar con nuestros cuerpos y nuestra sexualidad, libres de clasificaciones y categorizaciones; si el mundo de los adultos es gobernado por la rigidez y los prejuicios, el mundo adolescente es el último bastión de la libertad. El único refugio donde, como habría exigido Foucault, no hay constructos sociales ni límites, sólo “cuerpos y placeres”.
Nunca olvidaré el tremendo impacto que esta secuencia tuvo en mi vida, cuando la vi por primera vez en el episodio 26 del anime. Muchos de mis amigos lectores de mangas simplemente descartaron el momento como una ‘escena gay’. Pero allí no hay nada intrínsecamente gay, sólo una invitación, un vistazo a la exploración corporal, un rastro de lo que podría haber pasado, de posibilidad versus realidad. Al final, Shinji tiene miedo y sale de la ducha nerviosamente. “Parece que eres adverso a que me acerque… sin embargo, cada vez que te enojas, me pones las manos encima”, afirma Kaworu. Para el ángel Tabris, la humanidad y las emociones humanas son un misterio fascinante. Los dos adolescentes aún están descubriendo sus cuerpos, descifrando sus sentimientos, y cuando Kaworu le pregunta a Ikari “¿No te gusto?”, un despavorido Shinji se queda en silencio por un largo rato, y luego responde “No”. ¿Esa pausa indica duda? ¿O indecisión?
La incertidumbre era tan parte de mí como lo era para Shinji. Siempre tuvimos eso en común. Y acaso es por ello que ambos fuimos víctimas de aquellos que tuvieron la seguridad y la voz firme de mando que a nosotros nos hacía falta. Después del incidente de la ducha, Shinji se queja de ser explotado por Kaworu; está harto de ser explotado por todos, pero de lo que no se da cuenta es que hasta que alcance un nivel adecuado de autoestima y confianza seguirá siendo la víctima. Yo lo aprendí de la peor manera posible, y Shinji recién empieza a entenderlo.
Neon Genesis Evangelion Vol. 2, de Yoshiyuki Sadamoto
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