Miracleman: el sueño de volar
En Miracleman Book 1: A Dream of Flying (Miracleman: el sueño de volar), Marvel reúne los números 1 al 5 de la afamada serie. Marvel, por supuesto, ha incluido una cantidad sustancial de material que aún no he reseñado (la mayor parte no aparecía en las ediciones originales de Eclipse que están en mis manos).
No obstante, con el quinto número seguramente puedo asumir que he reseñado el Libro 1 de Miracleman, tal vez no entero pero sí en sus aspectos más esenciales y fundamentales.
La edición de Marvel de Miracleman #5 de hecho coincide con el Miracleman #4 de Eclipse.
En la edición de Eclipse, el Síndrome del Rey Rojo se divide absurdamente en 2 ejemplares. Marvel, sin embargo, tuvo la buena idea de presentarlos juntos en un mismo capítulo.
Para entender mejor este primer volumen les pido que por favor revisen las siguientes reviews:
Miracleman 1
Tienes 12 años y sueñas con ser grande, y ya estás harto de que no te tomen en serio. ¿Te suena familiar? Bueno, supongo que por eso, hace más o menos medio siglo, Captain Marvel era tan popular como Superman. El Hombre de Acero, después de todo, es un alienígena de un planeta distante. El Capitán Marvel, por otro lado, era un chico común y corriente, y todo lo que tenía que hacer para convertirse en el mortal más poderoso de la Tierra era pronunciar la palabra Shazam.
Desde luego, el público infantil podía identificarse fácilmente con este niño normal de doce años que podía transformarse cada vez que lo deseaba en un adulto con asombrosos poderes. El Reino Unido tuvo su propio Capitán Marvel, creado por Mick Anglo, bautizado Marvelman; había algunas diferencias, claro, para evitar violaciones de copyright, por ejemplo, en vez de Shazam la palabra mágica era Kimota. Las historias, orientadas a los niños, eran simples, representativas de la cultura popular de los 50, con científicos locos, amenazas nucleares, monstruos de serie B y finales felices.
Décadas más tarde, el ilustre Alan Moore decidió compartir su interpretación del héroe más convencional de Inglaterra. Y así es como empezó Miracleman. Lo que Alan Moore logra es similar a la meta que tenía Grant Morrison cuando escribía Zenith. Ambas son reinterpretaciones únicas, muy personales, del género súperheroico. Y ambos escritores llegan a la esencia del heroísmo sin estar circunscritos a las reglas tradicionales, de hecho, subvierten las convenciones más tradicionales del género, reconstruyendo conceptos e ideas a los que la mayoría de fans están acostumbrados.
Publicada originalmente por entregas en la revista británica Warrior, Miracleman se reimprimió posteriormente en Eclipse Comics, gracias al editor Dez Skinn. El primer ejemplar empieza con una clásica aventura de Marvelman / Miracleman, un relato ingenuo, simplista e irrelevante que nos da una idea del tipo de aventuras que Miracleman tenía con sus dos jóvenes aliados (Young Miracleman & Kid Miracleman). Luego de ver a este superhombre en acción, podemos leer las siguientes líneas: “Contemplad… os enseño a este superhombre: él es este relámpago… ¡él es esta locura!” – Friedrich Wilhelm Nietzsche, ‘Así habló Zaratustra’. Y de pronto, estamos veinte años en el futuro.
Es 1982, y un hombre maduro llamado Michael Moran se despierta luego de tener una pesadilla recurrente: está a la deriva en el vacío del espacio, y puede sentir dos figuras voladoras que viajan con él, es la criatura más poderosa alguna vez creada, pero incluso una explosión nuclear es suficiente para aniquilarlo. Moran ha tenido la misma pesadilla por años. Está cansado, gordo, tiene constantes migrañas y lo único bueno en su vida es su esposa Liz. Como reportero, apenas gana lo suficiente para pagar el alquiler, y aunque se sienta enfermo, debe ir a trabajar.
Antes de escribir Watchmen, Moore ya estaba explorando la noción de un súper-héroe que envejece, que vive una vida normal, completamente desprovista de glamour y emoción. En este primer número, Moran está harto de su vida. Y las constantes pesadillas que lo agobian lo hacen sentirse peor. Su tarea es entrevistar a un grupo de protesta en una planta nuclear, pero ni él ni el grupo pueden predecir lo que sucederá: unos terroristas se apoderan de la planta y toman a todos como rehenes. A causa de su mal estado físico, Moran es llevado a la salida, y cuando está a punto de ser expulsado de la planta, la palabra ‘atomic’ se refleja en una ventana y él la lee al revés, es decir, ‘cimota’ y sin darse cuenta susurra ‘kimota’.
Después del susurro llega un atronador estallido y una luz que quema la carne del terrorista que lo sujeta. Luego de tantos años, Miracleman ha vuelto. Rápidamente neutraliza a los terroristas (aunque no puede evitar ser filmado por la prensa) y regresa a su apartamento. Liz no lo reconoce al principio, y es que ahora él es más joven, musculoso y apuesto que su marido, pero la voz de este superhombre termina por darle confianza. Y en cuestión de minutos, empiezan a tener sexo. Desde el inicio, Moore explora las líneas argumentales ‘prohibidas’ del súper-héroe tradicional… el sexo, de hecho, es algo que hasta hace muy poco tiempo jamás podía ser mostrado en la página.
La vida de Moran ha cambiado en cuestión de horas, pero aún quedan muchas preguntas sin respuesta. ¿Por qué nadie en la Tierra recuerda las hazañas de Miracleman, Young Miracleman y Kid Miracleman? ¿Por qué él es joven como Miracleman y viejo como Michael Moran? ¿Por qué perdió su memoria por tantos años? Y en ese momento Johnny Bates -antiguamente conocido como Kid Miracleman- se pone en contacto con el protagonista. Bates es ahora un adulto, un empresario exitoso y uno de los hombres más acaudalados del mundo. Invita a Moran y a Liz a visitar sus oficinas. La pareja llega rápidamente pero lo que al principio parece una conversación amistosa se convierte en algo distinto.
Moore ha trabajado con algunos de los mejores artistas de la industria: Brian Bolland, Dave Gibbons, David Lloyd, Stephen Bissette, John Totleben, Gene Ha, etc. Y Garry Leach es tan brillante e innovador como estos autores. Página tras página, el trabajo detallado y meticuloso del artista británico crea una atmósfera evocativa, densa e inimitable. Leach no es tan famoso como otros grandes nombres de la industria, y eso es injusto porque es mucho mejor que la mayoría de dibujantes conocidos de DC o Marvel. La verdadera belleza de las sombras, el horror que acecha bajo una superficie pacífica, la acción explosiva, todo confluye en uno de los títulos más memorables de los 80. Verdaderamente inolvidable.
Miracleman 2
“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Si has leído cómics de Spider-Man o has visto las películas, entonces estas palabras te resultarán familiares. Pero la antítesis de esta frase es “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Imagina que eres la criatura más poderosa del mundo. ¿Qué harías? ¿Defenderías la ley? ¿O cambiarías las reglas del mundo para tu propio beneficio? Johnny Bates tuvo que responder estas preguntas hace 20 años. Luego del fallecimiento de Young Miracleman y la desaparición de Miracleman, él fue el único que quedó. Kid Miracleman lo tenía todo: era indestructible, fuerte, poderoso… y decidió seguir así. Bates nunca regresó a su forma humana, continuó siendo un superhombre y envejeció como un superhombre. Usando sus habilidades sobrehumanas construyó la corporación tecnológica más grande del mundo, y se convirtió en uno de los hombres más influyentes del siglo XX. Hasta el día en que vio en las noticias que Miracleman había regresado. Ahora, su viejo aliado se había convertido en la única amenaza posible a sus ambiciones. Moore continúa reinventando las reglas súper-heroicas tradicionales, y en vez de usar un villano tradicional utiliza al aliado del héroe, esto es tan inesperado como ver a Robin luchando contra Batman y derrotando a su antiguo mentor.
Cuando Moran descubre que su viejo aliado es ahora un monstruo psicótico, susurra la palabra kimota y se convierte en Miracleman nuevamente. Pero Kid Miracleman ha tenido dos décadas para perfeccionar sus habilidades e incrementar sus poderes, y Miracleman se da cuenta que no está a la altura de Bates. Cuando estas dos fuerzas titánicas desatan todo su poder, la gente comprueba que el hombre volador no era ninguna farsa. Abrumado por el ataque, Miracleman no puede derrotar a su oponente, aunque rendirse tampoco es una opción. Herido y apenas capaz de ponerse en pie, Miracleman finalmente comprende que su hora final ha llegado. Y entonces, en un momento de indescriptible orgullo, Bates pronuncia el nombre del héroe ‘Miracleman’, es decir, la palabra que en el pasado lo revertía a su forma humana.
Johnny Bates vuelve a ser el niño dulce e inocente de antaño, pero la culpa por sus acciones como Kid Miracleman es más de lo que su mente puede soportar y cae en un estado catatónico. Algunos días después, Moran reflexiona sobre su vida: como Miracleman es joven y guapo, y mucho más inteligente que los hombres normales, como Moran es un sujeto ordinario, fuera de forma. Para empeorar las cosas, Liz está ahora embarazada. La infertilidad de Moran había evitado este suceso por años, pero un encuentro sexual entre Liz y Miracleman fue más que suficiente. Justificadamente, Moran empieza a sentirse como un hombre inservible, ¿se sentirá tentado a vivir su vida como un superhombre, al igual que Bates? En los años 50, Moran y Miracleman eran personajes bastante intercambiables, pero ya no. Moore crea dos individuos diferentes, y fortalece la naturaleza escindida de un protagonista conflictuado desde un inicio. Este es el verdadero sujeto postmoderno, así que no me sorprende que los críticos consideren esta serie como deconstruccionista.
Garry Leach combina sus innovadores esfuerzos visuales con un insuperable manejo de las secuencias, no hay fragmentos al azar ni líneas sueltas en sus paneles, todo es cuidadosamente organizado y por ello empezó a necesitar más tiempo para terminar sus páginas. A causa de esto, otro reconocido artista británico, Alan Davis, empezó a dibujar a lápiz mientras Garry Leach se encargaba del entintado. Desafortunadamente, el perfeccionismo de Garry requería cada vez más tiempo, y fue así como Alan se convirtió en el único artista del título.
Miracleman 3
La batalla entre Miracleman y su antiguo aliado Kid Miracleman no pasa desapercibida. Pea evitar futuros incidentes, el gobierno británico contrata a un asesino experto, Evelyn Cream, el hombre de los dientes de zafiro. Evelyn Cream es un sujeto astuto y recursivo, y luego de algunas pesquisas descubre el paradero del terrorista que sufrió quemaduras en el instante mismo de la reaparición de Miracleman. Aunque el criminal está inmovilizado, incapaz de hablar, Cream obtiene suficiente información para deducir que Miracleman era uno de los reporteros. Rápidamente, reduce la lista a una posibilidad: Michael Moran.
Cream sigue a Moran hasta su trabajo, y cuando su víctima sube en un ascensor y se acerca demasiado a un niño, Cream le advierte que no debe convertirse en Miracleman a menos que pretenda carbonizar al infante. Inmediatamente, Cream lo seda y lo lleva a su escondite. Incluso sin violencia, es un adversario letal, pero también admite que el gobierno ha mantenido demasiados secretos para ambos. Cream libera a Moran, y cuando la palabra kimota lo convierte en un superhombre, este héroe comprende que si no está muerto es por decisión de Cream. Ignorando el pasado siniestro de este sujeto, se establece una alianza entre ambos, al menos temporal. Es raro que los héroes se hagan amigos de sus villanos, pero Moore lleva esto al extremo al colocar en la misma escala la moralidad de Miracleman y la crueldad de Cream, el autor une a un héroe amable y noble con un asesino a sangre fría.


A continuación tiene lugar la incursión de Miracleman en un recinto secreto del gobierno. Aquí, Alan Moore crea una historia polifónica que reúne las diferentes voces de los protagonistas que reconstruyen los eventos de esa noche: las autoridades del gobierno, Evelyn Cream, Miracleman, Big Ben, etc. En esta base secreta se refugia el Proyecto Zaratustra, y para descubrir su verdadero origen, Miracleman revisa los archivos del proyecto. En los cómics originales de 1950, kimota era la ‘clave harmónica del universo’ y así era como se explicaban los fabulosos poderes de Miracleman. Pero lo que el héroe descubre es que fue parte de un elaborado experimento científico, un experimento que lo hizo vivir una vida entera en una ingenua realidad virtual poblada por monstruos y súper villanos. Es por ello que nadie recordaba las aventuras de Miracleman. En su mundo de fantasía, él había sido elegido por la pureza de su corazón, en la vida real, había sido sometido a estos experimentos porque era huérfano y si moría nadie haría preguntas. Y tras descubrir que toda su vida había sido una mentira, algo estalla dentro de él.
Luego de la muerte del creador del proyecto, nadie fue capaz de replicar con éxito el proceso sobrehumano, el mejor resultado hasta ahora era Big Ben, un hombre más fuerte que un individuo común, pero muy por debajo de la escala de Miracleman. Moore se las arregla para hacer de Big Ben un adversario patético por el que sentimos lástima, y que es apenas considerado como un fastidio menor por Miracleman y Cream. Sin embargo, furioso por todo lo que ha visto, el héroe destroza las instalaciones gubernamentales en segundos.
Alan Davis dibuja y entinta cada página de este número, y rápidamente establece un tono visual singular. Mientras el enfoque de Leach era más oscuro y siniestro, Davis aumenta la luminosidad natural de este súper-héroe, añadiéndole gracia y pureza, confianza en sí mismo y goce.
Miracleman 4
Mientras Miracleman disfruta calmadamente de la naturaleza, ocurren hechos relevantes que él nunca podría predecir. Por ejemplo, la personalidad dual de Bates empieza a causar conmociones dentro de su mente, ¿despertará del coma? Y si es así ¿qué podría hacer Miracleman en contra de su antiguo aliado?
En “Watchmen” o “V de Vendetta”, Alan Moore solía incluir interludios, que al inicio parecían solamente breves bifurcaciones de la línea argumental central pero que luego adquirirían gran relevancia. Lo mismo sucede en esta serie, por ejemplo, cuando Miracleman conversa con un chiquillo.
En los años 50, Frederick Wertham dijo que Batman y Robin eran la máxima fantasía gay, y también acusó a Wonder Woman de ser lesbiana. A causa de su asexualidad, los súper-héroes fueron vistos como personajes sospechosos (aunque esta situación ha sido modificada en años recientes). Cuando un muchachito encuentra a Miracleman, en mallas ajustadas, inmediatamente le pregunta “¿eres un maricón?”. Momentos así podrían ser vistos como triviales, pero el hecho de traer a colación un tema que nunca se hubiese discutido en otro cómic de los 80 es, de hecho, bastante pertinente.
No obstante, al regresar a casa Miracleman descubre que Liz ha sido raptada y eso lo enloquece. Es el mortal más poderoso del mundo y si su esposa no aparece está dispuesto a destruir ciudades enteras hasta encontrarla. Evelyn Cream habla con sus antiguos jefes para asegurarse que ellos no son los responsables.


Este cuarto ejemplar termina con un relato de la familia Miracleman, en donde vemos a Miracleman, Young Miracleman y Kid Miracleman en una de sus aventuras típicas en la realidad virtual. Ellos no pueden saber que se trata de un sueño, pero los científicos que los monitorean se dan cuenta que, a nivel inconsciente, los tres superhombres están luchando por despertar. “El síndrome del rey rojo” es una fascinante travesía onírica, ilustrada creativamente por John Ridgway, famoso por su etapa en Hellblazer. Más de 20 años después podemos encontrar escenas similares en películas como “Eternal Sunshine of the Spotless Mind” en donde el protagonista borra su pasado al tiempo que lucha en su inconsciente, mientras duerme, por retener sus más queridos recuerdos.
[AMAZONPRODUCTS region=”es” asin=”8490248419″]