MAX Punisher nº 04: Sin hogar, de Jason Aaron y Steve Dillon
Los que sigáis este humilde blog asiduamente seréis sabedores del hecho de que mencionarnos el nombre del guionista Jason Aaron a sangre fría supone que nos den unas ganas locas de coger alguno de sus cómics y empezar a restregárnoslos lascivamente por los pechotes. Y es que si ya comentamos hace poco tiempo que Scalped mola, la labor de este tío en los guiones del Punisher de la línea MAX mola casi tanto o más. Y con esta curiosa apreciación que voy a decir a continuación me voy a mojar más que cualquier guarra de peli porno, pero para un servidor ésta es una de las etapas del personaje que más me ha encandilado últimamente.
Ciertamente me produce una pena similar al hecho de que un buzo me arree un patadón en los huevos que este tomo suponga el colofón de la etapa de Aaron, porque realmente he disfrutado como un campeón con las andanzas del bueno de Frank Castle a lo largo de estos cuatro tomos. Así que, querido lector, espero que esta reseña sirva para que si no has tenido el placer de catarlos más vale que te acerques esta misma tarde a tu tienda y te pilles todos, porque los leerás del tirón…
¿Y qué es lo que vamos a encontrar en la última entrega de esta saga?. Pues nada más y nada menos que a Frank Castle en su peor momento, sin hogar, sin dinero y sin armas. Pero ninguno de estos cambios sería importante si no fuera porque ahora mismo se encuentra en el punto de mira del hombre más importante y poderoso del país: Kingpin. Paranoico y convencido de que tratan de acabar con él, Wilson Fisk ha contratado a una nueva guardaespaldas, la mejor que ha podido conseguir con todo el dinero del mundo. Una mujer llamada Elektra Natchios.
Ciertamente después de leer el párrafo anterior muchos pensaréis que se trata de más de lo mismo de siempre: Punisher puteando los negocios de Kingpin y éste contratando a matones cojonudos para acabar con él. Y vale que el trasfondo de la historia es el sempiterno rifi-rafe entre estos dos, pero la forma en la que Aaron nos refleja la personalidad de todos y cada uno de los principales protagonistas que por aquí pululan proporciona unos bríos con los que ciertamente se atrapa de lleno el interés del lector hacia unos personajes trillados ya hasta la saciedad.
Y es que después del pedazo de retratazo que nos hizo Aaron sobre ese cabronazo llamado Bullseye y del estremecedor perfil psicológico que nos mostró sobre él, es de suponer que tuviera unas ganas locas de ver cómo reflejaba ahora a la buena de Elektra. Y ciertamente sabe plasmar cojonudamente su papel de zorra asesina fría como el acero que puede matarte tres veces antes de que te desplomes en el suelo. Pero sin duda alguna, si hay algo que destaca especialmente de toda la etapa de Aaron es el retrato psicológico que nos hace de los dos principales protagonistas: Punisher y Kingpin.
No en vano esta historia es algo así como el auge y caída de Kingpin dentro de la línea Max. Un Kingpin con ciertas diferencias con respecto al que estamos acostumbrados a ver, pero del que Aaron sabe reflejar a la perfección su ansia de poder por encima de todo (hasta de su propia familia incluso). Pero donde Aaron se esmera realmente es en el trasfondo que da al personaje de Frank Castle, con esos flashbacks intercalados a lo largo de la historia con los que se vuelve a incidir en el hecho de porqué este pobre hombre ha llegado hasta tal extremo y no ha parado durante 40 años de asesinar criminales.
En definitiva, Punisher MAX 4 es un colofón cojonudo para esta versión más adulta del Castigador. Para mi humilde gusto, se trata de la historia perfecta para todos aquellos que quieran leer algo de Punisher alejados de la maldita continuidad. Hace ya tiempo reseñé la historia de Punisher: El fin, pero sin duda ésta me ha gustado más sobre el hecho de cómo podría ser el posible final de este personaje. Un final además con un inquietate epílogo en torno a la idea de si el esfuerzo de un solo hombre y sus convicciones a la hora de actuar pueden marcar alguna diferencia.

