MAX Punisher 04: Sin hogar, de Jason Aaron y Steve Dillon
Tras lo sucedido en el anterior tomo donde Frank Castle acababa encerrado en prisión y en donde Kingpin aprovechaba que estaba recluido para buscar sus escondites y destrozarlos, nos encontramos al bueno de Frank tras lograr escapar de la cárcel. No tiene donde ir, no tiene armamento y ni siquiera tiene su famosa camiseta con la calavera, su distintivo a la hora de ponerse a “trabajar”. Así que lo primero es lo primero: conseguir armas. Eso se lo soluciona un trio de pringaos a quienes da de hostias y mata, ahora ya tiene una pistola para empezar su particular “reconquista”, su camiseta la consigue de una tienda de frikadas y su escondite…bueno, eso es más difícil, viendo que no tiene donde ir no le queda otro remedio que ir al último sitio donde le gustaría estar y que es su antigua casa, donde vivió con su familia. Nadie, pero es que a nadie se le ocurriría buscarle allí…
Por su parte Kingpin, tras perder a su antiguo guardaespaldas Bullseye, tiene una nueva, es una mujer, es letal y no se anda con pijadas ni con bromas, su nombre es Elektra y es una ninja entrenada por una secta llamada La Mano. Poco a poco la tal Elektra va dominando a Kingpin metiéndose en su vida, metiéndose en sus negocios y finalmente en su cama. Kingpin parece estar hipnotizado con ella, no es más que un títere en sus manos, lo que éste desconoce es que Elektra trabaja para su ex-esposa y que la utiliza para vengarse de él por la muerte del hijo de ambos. Por su parte Punisher empieza a dar señales de vida otra vez, los muertos asociados a Kingpin comienzan a amontonarse y sus hombres empiezan a mosquearse al ver que su jefe no hace nada por evitarlo. Mientras, Kingpin sigue embobado con su guardaespaldas ajeno a lo que sus hombres comentan a sus espaldas…
Viendo que el montón de muertes no sirve de mucho, Punisher decide subir las apuestas. Va hasta el cementerio donde descansan los restos del hijo de Kingpin y tras desenterrarlo se marcha con ellos. Al enterarse Vanessa, la ex-mujer de Kingpin, entra en shock y llama a Elektra pidiendo ayuda. Mientras hablan por teléfono Elektra oye a Punisher hablar con Vanessa, está en su casa y se dirige allí para protegerla. Allí, Punisher charla con Vanessa sobre todo lo que está ocurriendo, sabe que ella está metida en el ajo y se plantea volarle la cabeza cuando llega Elektra. La pelea es brutal, Punisher debido a todo lo acontecido en los últimos meses no está en su mejor momento, sus años parecen haberse hecho efectivos de golpe y su rival, Elektra es buena a rabiar, durante muchos momentos parece que va a ser ella la que vencerá pero al final es él quien vence. Aunque la pelea le ha dejado malherido, tras huir de allí intenta llegar a su casa donde recuperar fuerzas pero allí se encuentra a Kingpin y a varios de sus hombres esperándole. Es la batalla final. Cansado, herido, pero deseoso de acabar con Kingpin, no le importa morir pero quiere que ese gordo hijo de puta vaya con él de la mano, aunque para ser sinceros tiene todas las de perder…
Bien, estos dos últimos tomos sí que me han gustado de veras. En ellos Aaron demuestra que sí es cierto que es uno de los guionistas más interesantes de la Marvel, sigo pensando que no era necesario sacar esas versiones MAX de Kingpin, Bullseye o Elektra pero en fin, al menos molan. Es interesante el ver como un Punisher derrotado anímicamente debe recoger los pedazos de orgullo que le quedan y unirlos con su infinita mala hostia para enfrentarse en una batalla final en la que lo único que le importa es vencer, sabe que ya no hay un mañana y lo apuesta todo a cara o cruz. Este Punisher es más humano que ninguna de sus encarnaciones anteriores donde, en ocasiones, parecía un enviado de la muerte o una especie de fantasma vengativo. En cuanto al dibujo, aún sin ser para tirar cohetes, parece que vemos a un Dillon con algo más de ganas. Estas historias “serias” no le favorecen una mierda pero me ha parecido que el dibujo de este tomo mejora algo lo visto en anteriores entregas…
Colorín, colorado… hasta aquí hemos llegado.
Lo peor: nada en concreto…