Marvel 1985, de Mark Millar y Tommy Lee Edwards
Toby Goodman es un chico de 13 años al que la vida no le sonríe precisamente. Sus padres están divorciados, odia a su padrastro y su padre es el prototipo de hombre de alto intelecto pero inadaptado socialmente. El refugio para Toby es el maravilloso mundo de los cómics de Marvel, donde triunfan los héroes y los problemas comienzan y finalizan en 24 páginas. Pero poco a poco se van produciendo hechos extraños en su pequeño pueblo: un anciano disfrazado de buitre, un hombre con el cráneo rojo en la ventana de una casa hasta hace poco abandonada, un anciano obeso con aspecto de topo.. todos con un parecido increíble con los supervillanos de los cómics. Nadie le cree ni una palabra.. hasta que salen a la luz pública.
1985 es un proyecto original de Mark Millar concebido como una fotonovela en la que participarían hasta 100 actores, con grandes decorados y escenarios realizados para la ocasión. Debido a su alto coste, en 2006, el proyecto se cayó y finalmente se decidió realizarla en cómic con los lápices de Tommy Lee Edwards. Los modelos a seguir estaban muy definidos: “Superman: Identidad secreta” de Kurt Busiek y Stuart Immonen, en el que un joven corriente llamado Clark descubre que tiene los superpoderes de su ídolo Superman y “Marvels” (Kurt Busiek y Alex Ross), el cual narraba con acierto la aparición en sociedad de los primeros superhéroes Marvel bajo los ojos de un fotógrafo, todo ello, con la maestría a los lápices de Alex Ross. En esta ocasión, para Millar, los personajes ya existen en la ficción y se trasladan al mundo real como tantas veces hemos visto en la literatura y en el cine.
La serie se publicó en EEUU en seis números (en España se agrupó en tres ejemplares y recientemente en el formato Marvel Deluxe) y nos sitúa a mediados de los años 80, justo en el momento del boom de las librerías especializadas y de los clásicos como “Secret Wars”, “los 4 Fantásticos” de Byrne o el “Daredevil” de Frank Miller, para contar la aparición de los personajes de cómic en el mundo real debido a la apertura de un portal por parte del único mutante de nuestra realidad: Clyde Wyncham. Con un ritmo de narración firme, Millar nos traslada con detalle la vida cotidiana del protagonista, sus problemas familiares y la importancia de los cómics como refugio frente al mundo exterior. La sociedad no es amable ni lo pretende y una vez que salen a la luz los villanos se desprenden de todo el idealismo del papel. Aquí, Electro calcina a su victimas y Bullseye entierra cráneos de policías por poner sólo dos ejemplos. Y todo eso se traslada con el estilo gráfico de Edwards, con una composición por página de cuatro viñetas, y un grafismo rudo, con gran contraste en sus formas y un toque “sucio” que permite distanciarse del colorismo de la cuatricromía del papel impreso.
En conjunto, nos encontramos ante un cómic muy recomendable que merece la pena seguir gracias al guión de Mark Millar y a su búsqueda de una historia algo diferente de lo habitual. A todo ello, hay que sumarle que la historia incorpora multitud de detalles que los que vivimos en esa generación disfrutaran descubriendo. No se lo pierdan.