Los Vengadores: La cruzada de los niños, de Allan Heinberg y Jim Cheung
¿Es la tolerancia una de tus virtudes? Ciertamente, al juzgar a aquellos que me son más cercanos, compruebo que muchos que son intolerantes. La mayoría es intolerante de una manera pasivo-agresiva, otros son activamente intolerantes. ¿Pero en qué momento la intolerancia se convierte en violencia?
En el primer ejemplar de “Avengers: the Children’s Crusade” (Los Vengadores: La cruzada de los niños), los Jóvenes Vengadores pelean contra los Hijos de la Serpiente, una pandilla de suprematistas blancos que, claro está, también odian a los gays y a las lesbianas, así que obviamente se sienten obligados a exterminar a un grupo que abraza la diversidad más que ninguna otra cosa: además de un héroe negro también está la pareja abiertamente gay. Allan Heinberg nos da una escena particularmente sugerente: Hulkling, en broma, besa al líder de los Hijos de la Serpiente y el hombre le dice que arderá en el infierno por ello. La pregunta, formulada por Hulkling, debería hacerse más a menudo: la violencia es aceptable, pero ¿besar a alguien de tu mismo sexo garantiza la condena eterna?
En un decisivo momento de la batalla, Wiccan desata todo su poder. Y eso es suficiente para neutralizar a todos los criminales y más. Después de esto, los Vengadores están preocupados por el joven mago. Y él es raudamente enviado a la Torre de los Vengadores, supuestamente para su propia protección. Obviamente, su enamorado lo acompaña, y allí es cuando ocurre una de las escenas más divertidas que he leído en un cómic Marvel. Wiccan y Hulkling están a punto de besarse en el cuartel general de los Vengadores, tal vez satisfaciendo así la fantasía definitiva de los fans, pero antes de alcanzar el anticipado nerd-orgasmo, son interrumpidos por Speed y el resto de los Jóvenes Vengadores.
Billy Kaplan y Tommy Shepherd son hermanos gemelos, uno de ellos es un hechicero y el otro es un velocista, al igual que Wanda Maximoff (la Bruja Escarlata) y Pietro Maximoff (Quicksilver). Todo esto parece probar la teoría de que son los nietos de Magneto, y cuando el amo del magnetismo entra en escena, acepta la posibilidad de ser el abuelo de ambos.
Todos se van al Monte Wundagore, en Transia. Este es el primer paso en la búsqueda de la Bruja Escarlata, una misión que los llevará hasta Latveria, al reino del Dr. Doom. Allí, Billy Kaplan decide que es hora de un poco de travestismo mágico y se disfraza a sí mismo como Wanda Maximoff, aunque admite que: “Por si acaso, no soy el tipo de persona que disfruta vistiéndose con las ropas de su madre”. Dentro del castillo de Doom, encuentra a Wanda Maximoff, a quien él considera su madre, pero la mujer ha perdido todos sus recuerdos y también sus energías místicas. Cuando los Jóvenes Vengadores tratan de rescatar a Wiccan y a la ex Bruja Escarlata, el Dr. Doom los ataca con fiereza. Y, justo a tiempo, Nathaniel (Iron Lad) aparece y los transporta en el tiempo.
Como podemos recordar, en la serie original de “Young Avengers“, fue Iron Lad quien viajó al pasado para reunir un grupo de héroes adolescentes y para impedir convertirse en Kang, el Conquistador, uno de los más grandes villanos de los Vengadores. En “Young Avengers Special”, hay una significativa historia sobre los primeros días de este grupo de héroes menores de edad. Como vimos en el 2004, los Jóvenes Vengadores empezaron como un equipo exclusivamente masculino, al igual que muchos otros grupos juveniles (“Teen Titans”, “Young Justice”, etc.). Heinberg nos muestra que todos son nerds, geeks y, por encima de todo, fans. Patriot nunca ha tenido una cita, Iron Lad nunca ha tenido suerte con las chicas, ni en el pasado, ni en el futuro, y los únicos muchachos que saben cómo gozar son Wiccan (en ese entonces todavía se llamaba Asgardian) y Hulkling.
Cuando los cuatro jovencitos pasan la noche juntos, se encuentran con Electro, un conocido enemigo de Spider-Man. Luchan contra él pero se dan cuenta que no están a la altura de este rival, ellos pueden ser más fuertes y más poderosos, pero su falta de entrenamiento, concentración y disciplina es evidente. Tal como sucedió en el primer número de Young Avengers, los muelen a patadas. Se demuestra así, una vez más, que son inexpertos y torpes como cualquier adolescente en general, y que incluso con la mejor de las intenciones es probable que meterán la pata. Creo que este es un aspecto que muchos escritores olvidan cuando escriben sobre héroes jóvenes. Se supone que cometerán errores, después de todo, todavía están aprendiendo. Iron Lad casi muere en batalla, y Billy le hace respiración boca a boca, en vez de su magia, es gracias a su habilidad con los primeros auxilios que el chiquillo del futuro se salva. Y es a causa de esta deuda que Iron Lad regresa al pasado, en el segundo exacto en el que la vida de Billy está en riesgo.
Los primeros cuatro números de “Avengers: the Children’s Crusade” son ilustrados por el extraordinario Jim Cheung, quien también estuvo a cargo del arte en la serie original. El arte de Cheung es absolutamente hermoso pero hay una razón especial por la que se supera a sí mismo en esta serie: él sabe como retratar a los jóvenes de una manera vital y refrescante. Con sus espectaculares pin-ups, sus extraordinarias portadas y sus revolucionarios diseños, Cheung refuerza el concepto de la juventud. Si vemos la página inicial, por ejemplo, tenemos una imagen tan impactante que podría servir como un afiche, una portada o ambos.
Pero al mismo tiempo, Cheung sabe cómo resaltar la juventud de sus personajes; y mostrarnos sus momentos más íntimos, con un candor y una pasión que muchos artistas fracasarían en conseguir. Tal es el caso del pacífico y romántico momento entre Billy y Teddy, en la base de los Vengadores: vemos a los dos muchachos tocándose el uno al otro con ternura, y todo en ellos se siente real. Su proximidad física es tan natural como el aire que respiran, y esto se hace evidente cuando los vemos durmiendo juntos en la misma cama.
“Young Avengers Special” está ilustrado por el legendario artista británico Alan Davis, quien hace un soberbio trabajo al mostrarnos la primera encarnación de este grupo de héroes adolescentes. Hay un momento particularmente encantador, cuando billy toca delicadamente a Nathaniel antes de darle el “beso de la vida”. Los ojos de Nathaniel, al despertar, están llenos de gratitud. Y, como lectores, nosotros deberíamos estar agradecidos por la mejor serie limitada que Marvel ha publicado en los últimos dos años.
Ser joven y cometer errores es bastante malo, ser un joven súper-héroe con el peso del mundo sobre tus hombros y encima cometer errores es incluso peor. En la “Cruzada de los niños”, todos deben tomar decisiones de vida o muerte, a veces aciertan; otras veces, no.
Cuando Iron Lad regresa al siglo XXI para salvar la vida de Wiccan sabe que está alterando el futuro otra vez. Sabe que para que esta realidad exista, de adulto debe convertirse en Kang el Conquistador y atacar a la agrupación original de los Vengadores.
Wanda Maximoff, la Bruja Escarlata, es repudiada por toda la comunidad mutante. Después de todo, ella arruinó millones de vidas al quitarle los poderes al 90% de la población mutante después de los eventos de House of M y Decimation. Tal vez ha decidido olvidar, y por eso está con amnesia. Pero al final, ella reconoce a Billy Kaplan y Tommy Shepherd como sus hijos perdidos.
La pelea entre Magneto y Dr. Doom en Latveria atrae la atención de los Vengadores, los X-Men e incluso X-Factor. Recuerdo lo entusiasmado que estaba ante la posibilidad de un encuentro entre “X-Factor” y “Young Avengers”. Después de todo, las dos parejas gays más importantes del universo Marvel ya tenían que haberse conocido. Estoy hablando de Wiccan / Hulkling y Rictor / Shatterstar. Peter David ha explicado muchas que la relación entre estos dos personajes siempre ha sido del tipo “guiños y guinos, pelliscones y pelliscones”, por eso es que tenía perfecto sentido que ambos salieran del closet. He estado leyendo X-Factor por años, y uno de mis elementos favoritos es el sensible e intenso retrato de la vida romántica entre Rictor y Shatterstar. Finalmente, me emocionó mucho ver a los de X-Factor y a los Jóvenes Vengadores bajo el mismo techo. Y Rictor, tal vez de pura valentía o simplemente por desesperación, se presta para ser el objetivo de las energías místicas de Wanda Maximoff. Y es así como recupera sus poderes mutantes.
Cuando todos los súper-héroes empiezan a pelear contra el Dr. Doom, quien tiene acceso a la ‘fuerza de la vida’, la misma fuerza que transformó a la Bruja Escarlata en la criatura más poderosa de la Tierra, el infierno se desata. Iron Lad, en un acto de furia aniquila a Vision y Stature muere. Al fin, Iron Lad actúa como lo haría Kang, asegurando así su futuro como el villano de los Vengadores en lugar del aventurero idealista que siempre quiso ser. Las repercusiones de esta batalla son duras, en especial para los jóvenes.
Estaba hablando sobre errores y arrepentimientos. De hecho que me arrepiento de algunas de las elecciones que hice en mi vida. En vez de estudiar literatura debería haber estudiado economía, como algunos de mis amigos, y estaría ganando diez veces el dinero que gano ahora. Pero estos son arrepentimientos menores. Y no son nada comparados a los más grandes errores que cometí en mi vida, cuando era un adolescente. Fui inseguro, y me faltaba el coraje que de algún modo he ganado con el paso de los años. No tuve la valentía necesaria para hacer las cosas que quise hacer, o para decir lo que pensaba. Me perdí oportunidades, y mi cobardía me causó demasiado dolor.
Así que entiendo a Eli Bradley cuando dice que él sólo tiene 17 años y ya ha cometido un montón de equivocaciones. Y por supuesto, cometerá más, pero su gran error es renunciar al equipo… sacrificar la acción en busca de un inalcanzable estilo de vida libre de errores. Pero de algún modo todo tiene sentido, porque cuando yo tenía 17 también fui asediado por la tentación de la renuncia. Y sé cómo se siente, y tener a Allan Heinberg escribiendo estas líneas me hace recordar esos sentimientos. Y es por eso que también comprendo la depresión de Billy Kaplan. La maldición de perder el optimismo. Yo también he estado deprimido, y me he enclaustrado en la privacidad de mi habitación, incapaz de reconectar con el mundo exterior. Así que al leer el capítulo final de “Children’s Crusade” lo experimenté todo de nuevo. Todos esos momentos difíciles, todos los dolores de crecer. Y desearía poder viajar en el tiempo, tal como lo hizo Iron Lad, para decirle a mi ‘yo’ anterior que las cosas no serían tan miserables en el futuro.
Por supuesto, esta serie no habría sido tan asombrosa sin el arte de primer nivel de Jim Cheung. Hay algunas escenas de acción inolvidables, como la pelea en Latveria y la llegada de Iron Lad y la batalla contra un omnipotente Doctor Doom (que involucra a los X-Men, los Vengadores y a X-Factor). La página doble que reúne a los X-Men con los Vengadores es también un grandioso trabajo de composición. Pero los lápices de Cheung también brillan en escenarios más familiares, por ejemplo, cuando los Jóvenes Vengadores están sentados en una banca, como un grupo común y corriente de chavales, y muy especialmente cuando otra pareja de amantes gays –Rictor y Shatterstar– expresan sus sentimientos el uno por el otro. Y, por supuesto, tenemos el beso entre Billy y Teddy, una escena muy conmovedora de dos chicos expresando su amor. Y Jim Cheung, sin duda, era el artista perfecto para ello.
El momento en el que Billy Kaplan y Teddy Altman se besan es histórico. Primero, porque es la primera vez en medio siglo que dos chicos gays menores de edad se besan en la página de un cómic de Marvel. Y segundo, porque este es un hito de madurez. Los personajes de Heinberg han evolucionado tanto que terminas conectando con ellos a niveles sin precedentes. Te preocupas por ellos como si estuvieran vivos de verdad. Y sientes lo que ellos sienten, y te identificas con lo que les pasa, y recuerdas cómo eran las cosas cuando tenías esa edad. Este es uno de los más grandes logros que un escritor puede alcanzar. Y es por eso que “Children’s Crusade” continuará produciendo en mí una sacudida emocional. Para siempre.