Los carnívoros, de Peter Milligan y Dean Ormston
El canibalismo y el horror suelen ser partes de la misma ecuación. Y me atrevería a decir que hay cierta fascinación por el canibalismo, y tal vez eso explica el éxito de películas como “El silencio de los inocentes” y sus precuelas y secuelas. Me pregunto si lo que más nos fascina no es sólo el hecho de que el Dr. Hannibal Lecter mató y comió hombres, sino la forma sofisticada en que lo hizo. En palabras del propio Hannibal Lecter: “nuestras cicatrices tienen el poder de recordarnos que el pasado fue real. Vivimos en un tiempo primitivo, ¿no es así, Will? Ni salvaje ni sabio. Las medias tintas son su maldición, cualquier sociedad racional me mataría o me daría algún uso”.
Esta idea de cicatrices como evidencia del pasado está ciertamente presente en la innovadora historia de Peter Milligan, “The Eaters” (publicada como parte de la iniciativa Vertigo Voices en 1995). La protagonista es Cassandra Quill, una adolescente que tiene unas cuantas cicatrices emocionales. Cada vez que ella se enamora de un chico, al final su familia lo incluye en la cena. No lo invitan a cenar, literalmente lo matan, lo cocinan y se lo comen, con una preparación gourmet que podría hacerle competencia a la de Hannibal Lecter.
Cada vez que el señor Quill se encuentra con uno de los novios de su hija, inmediatamente se interesa en ellos, tocando sus músculos y admirándolos, casi como si se sintiera sexualmente atraído por ellos. Pero el verdadero deseo es mucho más poderoso que el mero sexo, ya que está profundamente ligado a los instintos de supervivencia y la necesidad de cazar presas indefensas. Los Quills han vivido en la idílica y pequeña ciudad de Churchill durante los últimos 18 años, y en el transcurso de ese tiempo han matado y devorado a 2,324 ciudadanos. Se están quedando sin gente que puedan comer y por ello deciden emprender un viaje por carretera que los llevará desde el estado de New York hasta California.
El señor Quill comenta constantemente que no son asesinos, sólo quitan la vida cuando tienen hambre y sólo con el propósito de alimentarse. Mientras viajan a través de América, comen un autoestopista tras otro, sin dejar pistas, excepto unos pocos huesos aquí y allá. Y así es como el psicópata Hal Blind puede rastrearlos. Hal Blind es un personaje bastante interesante, y en muchos sentidos, lo opuesto a los Quills; es el representante de la marca de pastel de manzana más popular, el postre estadounidense por excelencia, por lo que también representa la obsesión de Estados Unidos con el azúcar, los dulces y las golosinas en general. Los Quills, por supuesto, sólo comen cosas naturales, y se niegan a probar productos que contengan azúcar, conservantes o sabores artificiales.
Sin embargo, California no es tan maravillosa como se cree. El Sr. Quill está horrorizado por la cantidad de personas sin hogar que ve en Ohio, y eso no será nada comparado con lo que verán en Los Ángeles. Incluso después de 25 años, la situación de personas sin hogar en Los Ángeles sigue siendo un gran problema, y eso es algo que vi con mis propios ojos cuando visité esa ciudad hace unos meses. “Bueno, no está bien. Esto es Estados Unidos. Somos el centro de la maquinaria y el granero del mundo… y la gente está mendigando y muriendo de hambre como si fuésemos un paisucho lleno de pobreza”, y durante un tiempo, el Sr. Quill y su familia intentan marcar la diferencia matando a los obesos turistas que ensucian las calles y convirtiéndolos en abundantes potajes que se entregan gratuitamente a cientos de personas sin hogar que padecen hambre.
Durante el viaje, Cassandra se enamorará de otro “muchachón grande, musculoso y académicamente incapacitado”, y eventualmente lo convertirá en un caníbal, ya que esa es la única manera en que puede unirse a la familia. Hay algunos momentos memorables en esta comedia negra, por ejemplo, la forma en que el señor Quill justifica su dieta bastante inusual, afirmando que los puritanos eran todos devoradores como él: “la palabra puritano es una corrupción de una antigua palabra aramea, que significa hacer un banquete con los ijares de los sirvientes”, también afirma que los primeros cristianos eran devoradores: “¿Qué es la eucaristía si no la recreación de una cena de verdad? Toda esa cháchara sobre la carne y la sangre… ¿a quién creen que están engañando? Por supuesto… con el tiempo, la verdad se distorsiona”.
Sin embargo, los Quills no son lo suficientemente cuidadosos. Y Hal Blind es capaz de interceptarlos. Y lo peor es que cometen el error de visitar a un viejo amigo y aliado, Shay Chesterton, que actualmente es el alcalde de San Diego. Ahora que es un político poderoso, Chesterton no quiere que nadie descubra su pasado como devorador. Atacados por un grupo de mercenarios enviados por Chesterton, el padre, la madre, el hermano y el novio de Cassandra son brutalmente exterminados y ella apenas logra escapar con vida. En la página final vemos la transformación final de Cassandra: finalmente se enamora de un chico que no es musculoso y que es extremadamente inteligente. Juntos, deciden convertirse en vegetarianos. “The Eaters” es una cautivadora historia independiente, con imágenes inquietantes y con escenas que son tan fascinantes como impactantes. El artista, Dean Ormston, captura perfectamente la amargura, el salvajismo, la sangre y la violencia, y sobre todo, la fealdad de un Estados Unidos de América que tiene muy poco que ver con la imagen idealizada que los Quills tenían en mente después de vivir en aislamiento durante 18 años.