La Visión, de Tom King y Gabriel Hernandez Walta
Es muy inusual encontrar cómics de superhéroes que crucen la delicada barrera que divide al entretenimiento del arte; y cuando encuentro un título que lo logra, me siento increíblemente afortunado. Vision de Tom King es ciertamente arte y es también un magnífico ejemplo de lo que se puede lograr con los superhéroes. Gracias a una narración ingeniosa e impecable, King describe la humanidad desde la perspectiva de Vision, un sintezoide que decide actuar y vivir como un ser humano. “Soy la Visión de los Vengadores. He salvado este planeta treinta y siete veces”, explica el protagonista. Lo que lo convierte en un héroe, sin embargo, no es su superpoder, o su membresía de los Vengadores, sino más bien sus esfuerzos estoicos para humanizarse. En su búsqueda por alcanzar esa humanidad, este Android demuestra cuán inhumano puede ser el resto del mundo y cuán valiosos son los sueños imposibles.
Considerada como “Una obra maestra del cómic” por el New York Times y ganadora del Premio Eisner, The Vision se publicó en 2016. Y en 12 extraordinarios números, Tom King crea una nueva vida para el héroe sintezoide. Vision ha decidido ser lo más humano posible, y por esa razón diseña y construye lo que no puede crear naturalmente: una familia. Una esposa robótica, llamada Virginia, y dos hijos, llamados Viv y Vin; y los programa de tal manera que puedan aprender y actuar libremente, así estos nuevos androides comienzan a actuar como personas reales, Virginia actúa como lo haría una esposa, y Viv y Vin comienzan a cuestionarlo todo y a experimentar como sólo podrían hacerlo un par de adolescentes.
La familia Vision se muda a un suburbio tranquilo, a 15 millas al oeste de Washington DC. Los vecinos de Vision son descritos como personas que llegaron a Washington cuando eran jóvenes, cuando eran activistas políticos llenos de ideas y sueños, personas que querían cambiar el mundo y que, al final, abandonaron todos esos sueños para aceptar la realidad, para establecerse, casarse y tener hijos: “Con facturas que pagar, dejaron sus pequeños empleos en el gobierno; se convirtieron en lobistas, abogados y gerentes. Se mudaron a los suburbios por las escuelas. Hicieron los compromisos que son necesarios para formar una familia”. Los Visions también tendrán que aprender a hacer esos compromisos, y es especialmente fascinante observar cómo, en este barrio perfecto, una terrible tragedia comienza a desarrollarse en el momento en que ponen pie allí.
Los Visions enfrentarán un tipo único de discriminación. No son humanos, después de todo. Son máquinas. Pero están programados para pensar y reaccionar como los humanos, y cuando los hombres y las mujeres a su alrededor los rechazan eso les causa dolor emocional, e inevitablemente también causa una conexión especial entre los Visions y los lectores. En la serie de King, solo hay unos pocos atisbos de la faceta superheroica de Vision. Esta no es una historia sobre héroes y villanos, esta es una historia sobre las relaciones, sobre los humanos, sobre la forma en que interactuamos con las personas y especialmente la forma en que ayudamos o lastimamos a quienes están más cerca de nosotros.
Cada tema escrito por King presenta un dilema significativo que esta peculiar familia debe enfrentar. Para Vin, el hijo adolescente, la pregunta más urgente es qué significa ser normal y cómo adaptarse a la escuela secundaria (preguntas que intenta responder leyendo compulsivamente las obras de William Shakespeare); para Virginia, sin embargo, la mayor preocupación es cómo ocultar el hecho de que ella ha matado accidentalmente al hombre que atacó a su hija Viv. A medida que avanza la historia, vemos cómo Virginia es chantajeada por un hombre que tiene pruebas de su transgresión, que al final no es el hecho de matar en defensa propia, sino que le mienta a su marido y trate de deshacerse del cadáver.
“Con The Vision tenemos una historia multifacética, minuciosamente contada de principio a fin, que juega con la forma, prefigura el futuro, examina a los personajes de una manera bien enfocada y va a lugares que la audiencia nunca podría esperar, con una habilidad notable”, afirma Rich Johnston. Y estoy completamente de acuerdo con él. Desde el principio, King balancea diferentes tiempos, diferentes puntos de vista y cuenta una historia que va del pasado, al presente y al futuro, y luego del futuro, al presente y al pasado. Esta es una narrativa compleja y ambiciosa a diferencia de cualquier otra publicación de Marvel o DC de los últimos años. Existe una asombrosa sensación de simetría que solo se puede comparar con la obra maestra de Alan Moore, por eso es que Johnston hace esa comparación al afirmar que “The Vision de Tom King, Gabriel Hernández Walta y Jordie Bellaire es el Watchmen de Marvel”.
King responde preguntas a las que ningún otro escritor se había atrevido a prestar atención. Por ejemplo, la exploración sutil pero intensa de la sexualidad se vuelve aún más cautivadora gracias a que Vision y Virginia no son humanos, y sin embargo desean ser humanos, y si el sexo y el erotismo son un elemento básico de nuestra humanidad, ¿cómo podrían evitar experimentar todo eso? Encontrar una conexión romántica también será el deseo más fuerte de Viv, y cuando la encuentra en C.K., un muchacho que no la discrimina por ser androide, la vida cambia para ella. De repente, convertirse en humana parece estar a su alcance. Porque si ella puede ser amada por un ser humano, eso significa que ya no es una máquina. Pero las cosas nunca son fáciles para los Visions. Y después de que Virginia se enfrenta al hombre que la ha estado chantajeando, ella también se ve involucrada en la muerte accidental de C.K., el único chico en la escuela que aceptaba a Viv tal como ella era.
Lo que se suponía que sería una vida idílica en los suburbios, poco a poco se está convirtiendo en una pesadilla. Plagada de culpa y remordimiento, Virginia comienza a aislarse de los demás y su relación con Vision se desmorona. “Vision pensó que podría formar una familia. Una familia feliz y normal. Era sólo una cuestión de cálculo. La fórmula correcta, el atajo, el algoritmo”. Pero la concepción de Vision era errónea porque no existe una familia feliz, siempre hay conflictos, dramas, risas y lágrimas, peleas y reconciliaciones, buenos y malos recuerdos. Y en este proceso, Vision entiende que lo que nos hace humanos no es la perfección o la felicidad pura, sino nuestra capacidad para superar la infelicidad y seguir luchando incluso cuando parece que no hay ninguna esperanza: “todos los días, todos los hombres y mujeres hacen esta misma elección. Seguir adelante aunque ya no les sea posible continuar”, explica Vision.
King no sólo nos lleva al pasado de Vision, con algunos recuerdos maravillosos de su relación con la Bruja Escarlata, sino que también rescata a personajes memorables como Víctor Mancha (que fue creado por Brian K Vaughan en las páginas de Runaways, otra espléndida serie de Marvel que debería reseñar algún día). Víctor Mancha es un androide diseñado para parecerse a los humanos, y mientras pasa algunas semanas con los Visions, se convierte en un miembro de la familia, hasta que ocurre otro trágico accidente: la muerte de Vin. King describe a Victor como un androide capaz de desarrollar una adicción, y es esta adicción lo que le hace perder el control sobre sus poderes aniquilando así al hijo de Vision. Este es el momento más desgarrador de la serie. La muerte de Vin destruirá los últimos restos de cordura de Virginia y hará que Vision cuestione sus creencias más fundamentales. ¿Victor es realmente responsable de la muerte de Vin? ¿O es la adicción de Víctor la única razón por la que ocurrió este accidente?
King cita constantemente a William Shakespeare desde el comienzo de la serie, y al igual que en las obras del dramaturgo inmortal, siempre hay más de una muerte trágica. Después de que Vision toma la decisión de matar a Víctor para vengar la muerte de su hijo, Virginia decide matar primero a Víctor y así evitar que su esposo se convierta en un asesino. “Tú… salvaste el mundo… treinta y siete veces. Yo… lo salvé… una vez”, susurra Virginia.
Por supuesto, esta es también una colección muy especial gracias a las maravillosas portadas de Mike Del Mundo (un artista muy talentoso que crea una especie de pintura irónica a lo Norman Rockwell en la que el suburbio estadounidense es de todo menos inofensivo). Y también debería hablar sobre el magnífico arte de Gabriel Hernández Walta (que siempre es tremendamente expresivo y elegante) y el hermoso colorido de Jordie Bellaire (cada detalle ha sido planeado con anticipación, así que en los primeros números los Visions llegan a su nuevo hogar durante el otoño y hay un tono anaranjado cálido que siempre está presente, y en las episodios posteriores, los tonos principales son más fríos, más azules, anunciando la pérdida de la calidez y también la frialdad de la muerte). Por esta y muchas razones más elegí a The Vision como la mejor serie mensual y a Tom King como el mejor escritor en mis Arion’s Achievement Awards del 2016.
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