La tempestad, de Santiago García y Javier Peinado
Santiago García y Javier Peinado nos presentan a través del cómic “La Tempestad” una libre adaptación de la obra de W. Shakespeare en la que no encontraremos una adaptación de los personajes ni de los temas principales, así que no esperéis que la acción transcurra en una isla deshabitada, ni que Ariel sea un espíritu del aire que anhele recuperar su libertad. En esta, los autores se decantan por la ciencia ficción trasladándonos a un futuro indeterminado donde nos muestran una desalentadora relación entre el hombre y la naturaleza, otorgando a la obra una sensación de crítica al colonialismo.
Se trata de un libro no exento de homenajes al cine, al cómic y hasta al mismo Shakespeare. donde, tal y como cuenta la editorial, “una nave espacial zozobra atrapada por una tempestad cósmica. Sus tripulantes escapan a un planeta desierto… supuestamente. Allí se saldarán viejas cuentas pendientes, se pondrá en juego el destino del universo y de la raza humana, y los hombres se enfrentarán a los monstruos… algunos con forma de monstruo y otros con forma de hombre.”
Javier Peinado, con un indudable estilo heredado de la tradición de línea clara de la escuela franco-belga de E. P. Jacobs, crea un dibujo de trazos simples, ágil y carente de detalles inútiles en la que el artista realiza una representación cercana a un dibujo “prehistórico”.
Durante toda la obra, los autores logran un excelente equilibrio entre la acción y el discurso, dotándola de un ritmo pausado durante las conversaciones y una mayor velocidad en las escenas de acción, utilizando una inteligente y poco usual composición de página en la que se dibuja en viñetas que se leen en vertical para mostrar acciones que se desarrollan simultáneamente en espacios diferentes, diferenciandolas por el color.
Una obra de fácil lectura gracias a la narrativa de parámetros específicos donde Santiago García sintetiza de forma extraordinaria los diálogos. El autor abandona totalmente el paralelismo con la obra original para llevarnos con su guión a un desenlace que no se asemeja en nada a la del genial dramaturgo inglés.