La balada de Halo Jones vol. 1, de Alan Moore e Ian Gibson
Todos podemos relacionarnos con la travesía del héroe. La necesidad de salir de casa y explorar territorios nuevos y desconocidos. Pero por mucho que podamos relacionarnos con ese viaje, también tenemos miedo de dejar atrás la certeza de un mundo que conocemos demasiado bien. Es bastante difícil, entonces, tomar ese tipo de decisión. Y esa es exactamente la decisión que toma Halo Jones en las páginas de 2000 AD.
No puedo exagerar la importancia de La balada de Halo Jones, escrita por Alan Moore a mediados de los 80s (originalmente publicada en 1984, en 2000 AD Progs # 376 – 385), esta historia futurista comienza en el Hoop, un “barrio pobre donde los trabajos son escasos y la emoción es inexistente”. Sobrepoblación, crisis financiera, desempleo… claro, el autor británico está hablando del futuro lejano y, sin embargo, parece que habla del presente.
En este opresivo mañana, Halo Jones es una chica de 18 años sin talentos ni habilidades especiales, sólo la valentía para decir lo que piensa: “Estoy harta de este lugar, cada vez que pasa algo agradable, comienza una pelea” afirma; está atrapada en lo que parece ser un mundo sin esperanza y felicidad. El conflicto, el primero de muchos, comienza poco después de que Halo y sus amigas salen a admirar a Clara Pandy, una nave espacial que ha viajado por toda la Galaxia sólo para regresar a la Tierra para ser desmantelada.
Esa reluciente nave espacial es la única luz que Halo puede ver. La única posibilidad de salir. Pero Rodice, la mejor amiga de Halo, explica que “Incluso si sales no sirve de nada porque no importa cuán lejos llegues, te traerán de vuelta aquí y te harán pedazos. Pregúntale a Clara Pandy”. Aunque todas las probabilidades están en su contra, Halo sabe que debe intentar salir.
¿Y por qué ella querría permanecer en el Hoop? Después de todo, se trata de una sociedad en conflicto, invadida por la delincuencia, infestada por refugiados alienígenas y personas descerebradas llamadas “tamborileros”: personas que voluntariamente meten un implante dentro de sus cabezas para perder la conciencia y convertirse en autómatas biológicos, bailando constantemente al ritmo de una canción silenciosa, convertidos para siempre en una manada sin dirección.
El magnífico arte de Ian Gibson nos permite admirar realmente este universo futurista creado por Moore. La primera página doble muestra una impresionante variedad de detalles que convierten a esta ciudad en un lugar real, con innumerables vehículos flotantes moviéndose frenéticamente, y luego Gibson se acerca al habitáculo de Halo Jones, y luego la última viñeta nos muestra cómo esta chica sueña con salir de ese infierno. El elegante diseño de Gibson de la nave espacial y los trajes únicos creados por el artista británico son impresionantes, pero sobre todo bien fundamentados, anclados en un ambiente urbano fuerte y vibrante.
Los amigos de Halo son Rodice y Ludy, una guitarrista con talento suficiente para convertirse en una celebridad y salir del aro. Después de un altercado con los “tamborileros”, las 3 chicas tienen diferentes reacciones. Pero al final lo único que importa es que se están quedando sin comida y eso significa que deben planear una expedición de compras “en una ciudad donde ocurren disturbios peligrosos a la menor provocación e incluso ir a las tiendas es una batalla que requiere una planificación cuidadosa y un puñado de granadas Zen”.
La expedición de compras es una aventura diferente a cualquier otra, pero lamentablemente el verdadero shock las espera en casa. Halo y Rodice viven en un apartamento flotante para mujeres con Brinna, una figura maternal que ha sido asesinada. Ahora su sabueso robótico Toby está persiguiendo a los asesinos. Pero eso no es todo. Ludy, a pesar de todos sus dones musicales, ha decidido rendirse de una manera que es tan dramática como el suicidio: se ha convertido en “tamborilera”, olvidando sus sueños y dándole la espalda a su talento. Y lo ha hecho sólo horas antes de que su banda firmara un contrato que los habría sacado del Hoop. Esto es lo que galvaniza a Halo Jones y es entonces cuando decide que tiene que escapar, sea como sea.
Después de una visita inquietante a un Manhattan muy hostil, Halo es contratada como camarera y ella trabajará en el Clara Pandy, en su último vuelo interestelar. La protagonista se marcha de la Tierra y se despide de su mejor amiga, Rodice, después de prometerle que se encontrarán el próximo año. Es un final agridulce, que se vuelve aún más dramático gracias a las líneas pacíficas de Gibson y su atmósfera visual única.
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