Freakwave y Mirkin the Mystic, de Peter Milligan y McCarthy
Crecí leyendo “2000AD”, la antología británica semanal de ciencia ficción. “2000AD” fue la escuela de muchos de los más notables escritores de hoy: Alan Moore, Grant Morrison, Peter Milligan, John Wagner, Alan Grant, etc. A veces, con sólo 4 o 5 páginas a su disposición, estos escritores tenían que encontrar la manera de contar una historia completa y tenía que ser entretenida, sorprendente y original. No he visto mejores ejemplos de brevedad e intensidad que en las páginas de “2000AD”.
Recuerdo que leí al menos un par de los “Future Shocks” de Tharg escritos por Milligan e ilustrados por McCarthy. Siempre tenían el hábito de destacar. No sólo era la línea narrativa o el giro inesperado del final, era el arte. Incluso en ese entonces, McCarthy era diferente a los otros. Siempre estaba listo para romper alguna barrera, para ir en contra de la forma establecida de hacer las cosas. De hecho, cuando estaba ilustrando historias de Juez Dredd, sus diseños eran demasiado locos… ¡incluso para un lugar tan irracional como Mega-City!
El inicio de “Freakwave” me hizo recordar todas esas aventuras de “2000AD”. Aquí Milligan describe un futuro post-apocalíptico, en el que la mayor parte de la tierra firme del planeta ha sido tragada por el mar (hecho curioso: los autores intentaron vender este guión a Hollywood y fueron rechazados, casi una década después, se estrenó “Waterworld” de Kevin Costner). En este extraño escenario, un surfer –un explorador, un forajido– viajaba de una ola a la otra en busca de provisiones.
Sin embargo, después de los capítulos iniciales, Milligan cambió las reglas del juego. En vez de una historia que podría encajar perfectamente en las páginas de 2000AD, él la transmuta en una alegoría filosófica y excéntrica. Repentinamente, su mundo se transforma en una tierra irracional habitada por individuos estrambóticos. Y los cielos se llenan de cabezas flotantes, transportes gigantescos que parecían salir de los delirios de un desquiciado. McCarthy, una vez más, decidió poner toda su creatividad en estas cautivadoras y asombrosas imágenes, y fue ayudado por otro ilustrador notable, Brett Ewins, famoso por sus intrincadas líneas y sus trabajos altamente detallados.
“Mirkin the Mystic” fue un proyecto muy diferente. Presentado como “una cosa de aire”, Mirkin es un muchacho inteligente y sofisticado; él confirma su nobleza y dignidad con sus modales delicados y un tanto afeminados. Después de tomar un voto de castidad y retirarse temporalmente de su club favorito Le cércle pervers (el círculo de los pervertidos), Mirkin pronto se encuentra acechado por sus viejos camaradas.
¿Qué es lo que quieren un pederasta, un hermafrodita y otros pervertidos con este jovencito? ¿Están intentando corromper su alma y mancillar su cuerpo? ¿O simplemente necesitan una mano amiga? De hecho, una plaga ha caído sobre la casa de la perversión –una plaga que causa desfiguramiento y arruina las epicúreas orgías de los miembros del club– y Mirkin jura encontrar al hombre responsable de este malestar.
Mirkin el Místico es “Un bombón perfectamente formado y dulcemente perfumado, entregado con una sonrisita socarrona –y un fuerte suspiro de Weltschmerz”. Mirkin es la quintaesencia del bon vivant, un homosexual dentro del closet que vive rodeado de pervertidos y degenerados. Él es un dandy, un joven elegante y adinerado, pero también es bastante refinado y bien educado. Para salvar a Le cércle pervers viaja a nuestro mundo, rescata el cráneo de Oscar Wilde y, juntos, encuentran el origen de la plaga y la destruyen. Es curioso observar que Wilde ha inspirado a muchos escritores de cómics (Mike Carey habla sobre el romance prohibido entre Oscar Wilde y Lord Alfred ‘Bosie’ Douglas en “The Unwritten” y Grant Morrison le rinde homenaje a Wilde con su “Sebastian O” y su hedonista Club de Paradis Artificiel; sin embargo, deberíamos resaltar que Milligan se les adelantó).
El lector sólo necesita darle un vistazo a la primera página para darse cuenta de que Mirkin el Místico es el más extraño hechicero jamás creado. Pero, por supuesto, cómo podría ser de otra manera si tenemos en cuenta el nacimiento de Mirkin: “Milligan sorbiendo champagne ruso y escuchando a Noel Coward en un intento por habitar el fantasma de Oscar Wilde, McCarthy paseándose elegantemente en las botas con hebillas de Aubrey Beardsley mientras saborea el enigmático Sabor de los Sabrosos”. Ciertamente, McCarthy combina las sensibilidades del Art Nouveau, Aubrey Beardsley, surrealismo, dadaísmo y otras corrientes culturales en esta obra auténticamente maravillosa. Si es cierto que la realidad física nunca es suficiente para satisfacer las demandas imposibles de la mente, entonces también es cierto que McCarthy se eleva por encima del realismo y sacia nuestro apetito de placer (visual).