Flinch # 2: Romance sangriento
Como seguramente recordarán, escribí una reseña sobre el primer número de Flinch, una antología de terror de Vértigo que había querido leer durante mucho tiempo. Afortunadamente, pude encontrar los primeros números por apenas un dólar cada uno en la tienda local de cómics en Davis, California. Así que la tentación fue demasiado fuerte para resistir y los compré, a pesar de que ya había comprado más de 60 cómics ese mismo día. Pero me alegro de haberlo hecho, porque los escritores y artistas que participan en la antología son todos extraordinarios.
Este segundo número salió en julio de 1999 y, por supuesto, lo más sorprendente es la magnífica portada de Richard Corben, quien había ilustrado docenas de portadas para Creepy y otros cómics destinados a un público maduro. El esqueleto cubierto de telarañas que ha atrapado a una chica en una prisión de huesos es una idea inteligente de Corben, pero por supuesto, uno no podría esperar menos de un hombre que tenía décadas de experiencia en el género.
Al igual que el primer número, este también se divide en 3 historias. La primera es “Maggie y su microscopio”, escrita por Dean Motter y con dibujos y tintas de Bill Sienkiewicz. La historia nos cuenta cómo un científico está investigando un virus que podría infectar a las personas, creando una epidemia peligrosa, y luego tenemos a la hija del científico, una niña que parece ser mentalmente inestable y que trata de esparser el virus. Creo que normalmente me gustaría leer este tipo de historia, pero teniendo en cuenta que estamos atravesando el horror de la vida real del Coronavirus y la pandemia más mortal del mundo, de alguna manera esta historia parece trivial.
Curiosamente, mi historia favorita aquí es “Objeto encontrado” y proviene de autores con los que no estaba familiarizado. En general, me enorgullezco de ser un experto en cómics, pero siempre habrá escritores o artistas con los que no estoy familiarizado, y tal es el caso del escritor Bob Fingerman y el artista Pat McEown, que me recuerda mucho al creador español Miguel Ángel Martín y sus obras controversiales, como Psychopathia Sexualis. “Objeto encontrado” tiene un tono similar, en términos de perversidad y violencia, lo que lo hace aún más similar a los cómics de Miguel Ángel Martín. Gran trama, gran arte y el final es sorprendente e impactante.
Cuando leí el primer número de “100 balas” años después de que se volviera extremadamente popular, debo admitir que no vi qué tenía de especial. Claro, tal vez si hubiera leído más números, me hubiera interesado más por este título, pero por alguna razón Brian Azzarello y Eduardo Risso no han sido tan populares conmigo como lo son con sus miles de fanáticos. Ellos son el equipo creativo a cargo de “Cadena alimenticia”, y estoy absolutamente convencido de que a los fanáticos de “100 balas” les encantaría esta historia, pero, por desgracia, no soy un fan. No digo que sea mala, simplemente no es lo que busco en una antología de terror.