Fashion Beast, de Alan Moore, Malcolm McLaren y Facundo Percio

Portada Fashion Beast 1 de Alan MooreLa moda está tan presente en nuestra vida cotidiana que a menudo olvidamos sus implicaciones. Más allá de colores, texturas o marcas, la moda parece significar algo más, algo del orden performativo, algo que ayuda a definir o redefinir al individuo… eslogans como “ropa con actitud” o “exprésate con tu atuendo” forman parte del mundo de la moda desde hace tiempo.

Pero, ¿estas nociones no están profundamente enraizadas en nuestro mundo personal? Y, en última instancia, ¿cuáles son las repercusiones? Seguramente, Alan Moore y Malcolm McLaren (Sex Pistols) se embarcaron en este viaje creativo hace décadas para responder estas preguntas o, al menos, para provocar una cierta reacción en el lector. Originalmente concebida como una película, este guión original se quedó en el limbo desde 1985, y sólo ahora ha sido adaptado al noveno arte por Anthony Johnston e ilustrado por Facundo Percio. Nuestra historia comienza en una realidad distópica, en una ciudad bastante peculiar dominada por Celestine, una influyente casa de moda.

Uno de mis profesores (que fue amigo cercano de Heidegger, el prestigioso filósofo) solía decir que, en su opinión, la moda era un estado perpetuo de indecisión. Y la industria de la moda ciertamente tiene éxito gracias a esa indecisión, gracias a nuestra incertidumbre (“¿debería ponerme esto o aquello?”) y nuestra inseguridad (“¿Con esto me veré mejor?”). Se trata del bien conocido fenómeno de “no tengo ropa que ponerme” cuando, de hecho, el armario está a punto de reventar por la cantidad de prendas allí almacenadas. Es la misma indecisión irracional que nos obliga a botar nuestra ropa a la basura porque repentinamente, mágicamente, ya no es “cool” y necesitamos comprar algo nuevo. Y el círculo vicioso nunca se detiene, y siempre seguimos comprando algo nuevo, no porque lo necesitemos sino porque es nuevo.

Portada Fashion Beast 2En el primer capítulo de “Fashion Beast”, conocemos a los protagonistas. Algunos viven juntos en el mismo edificio ruinoso. En una secuencia de varias páginas que combina onomatopeyas, sonidos y voces, se siente un ritmo, una cadencia, que sin duda habría sido acompañada por una canción de los Sex Pistols si esto hubiese sido una película en los 80. Dentro del edificio vemos una pareja de jóvenes caballeros que no tienen problemas en vestirse o desnudarse frente al otro, un hombre negro de gustos bastante peculiares, un chico que desea ser una chica, y una chica que desea ser un chico. Todos ellos, presuntamente, han cedido a la “promiscuidad y la perversión sexual”.

No obstante, ¿son realmente pervertidos? Cuando la chica se viste como un chico y el chico se viste como una chica, ambos están subvirtiendo la hegemonía cultural de la norma heterosexual. Y vaya que eso sí que es performativo. En la fenomenología de Edmund Husserl, los actos son “la manera mundana en la que los agentes sociales constituyen la realidad social”. Por ejemplo, al ser hombre me visto a diario con ropa de hombre. Pero, ¿qué sucede con los travestis? Para Judith Butler un “drag queen” sintetiza “la manera mundana en la que los géneros son apropiados, teatralizados, vestidos y realizados; implica que el género es un tipo de personificación y aproximación”. En épocas diferentes, en civilizaciones diferentes, lo que era demandado y esperado de los hombres y mujeres variaba en gran medida. No existe tal cosa como ser hombre o ser mujer, pero lo que sí existe es cómo aprender a comportarnos como hombres o mujeres en un contexto dado. Para Butler, “el género es un tipo de imitación sin un original”. De hecho, las reglas sobre género no están escritas en piedra, y aun así, como sociedad, estamos obsesionados con la normatividad heterosexual.

Doll es un sujeto transgénero que niega su condición masculina y cuando se viste como mujer y usa maquillaje está subvirtiendo el orden simbólico. Pero él nos es el único transgresor: Tomboy, una chica que se viste como jovencito y actúa con una cierta arrogancia de macho, confronta a Doll. Elegantemente vestida, Doll pasa la noche en un misterioso club que recibe sólo 100 visitantes por noche. Cada visitante está vestido de un modo único e inusual, y en una ciudad dedicada a la moda es lógico que así sea. ¿Qué secretos se ocultan en este club? Lo averiguaremos en el segundo número.

Portada Fashion Beast 3No estaba familiarizado con el trabajo de Facundo Percio, pero realmente me gustó el modo en el que se enfoca en el viejo edificio y cómo arregla las viñetas. El diseño de las máquinas en la siguiente página es arrebatador. Mientras todos se alistan para ir al club, el artista logra crear un sentido de simultaneidad; ayudado, sin duda, por las impecables transiciones visuales del guión original.

¿Decidiste dejar de ser un colgador de abrigos para ser un perchero?”, es la pregunta que Doll, un valiente travesti, debe responder. Luego de ser despedido, Doll camina por las calles. Hay pobreza en este mundo y un cierto nivel de desesperación. Algunas personas están deseosas de unirse al ejército para tener comida y un techo sobre sus cabezas. Otros, sin embargo, eligen un camino distinto. En una ciudad obsesionada con la moda, ¿qué podría ser mejor que dedicarse al modelaje?

Desesperados, cientos acuden a las audiciones en los cuarteles generales de Celestine. La vida en las calles puede ser dura para el cuerpo, y algunos de los participantes están heridos, mutilados u obesos. Obviamente, son rechazados de inmediato. Doll observa cómo una chica con los brazos quemados por la radiación es descartada, así como un chiquillo afeminado y una mujer que ha alterado su rostro para tener una sonrisa permanente, un rictus horroroso que trastorna el significado de la risa. Tal vez, del mismo modo que la sonrisa de una supermodelo, en la vida real, es repetida en cientos de sesiones de fotos y eventos, hasta que deja de ser auténtica, la idea de una alteración facial plástica como la que vemos aquí tiene perfecto sentido.

Doll puede ser un muchacho vestido como mujer, pero su confianza y su actitud son todo lo que la industria de la moda espera de un modelo. Y así, es aceptado como el nuevo supermodelo de la temporada. En los vestuarios, Doll se encuentra con Tomboy, la lesbiana que se viste como chico. Juntos, sintetizan una rivalidad no expresada entre los géneros y las formas. Están entre dos mundos, no son enteramente hombres ni tampoco enteramente mujeres. Como preguntó Slavoj Žižek una vez: “¿Qué pasaría si la diferencia sexual es, en definitiva, un tipo de institución-cero de la división social de la humanidad?”.

Página Fashion Beast 1 - 01Tomboy humilla con éxito a Doll al decirle que él no está “engañando a nadie”. Doll puede tratar de ocultar su pene usando ropa interior especial, pero al final sigue siendo un hombre. No obstante, es deliciosamente irónico que esta crítica sobre la sexualidad venga de un individuo transgénero. Si Doll no engaña a nadie, Tomboy tampoco. Ambos actúan, ambos subvierten la normatividad heterosexual. Y aun así, se enfrentan como adversarios.

¿Cómo podemos interpretar este intento de redefinir la sexualidad rompiendo las leyes de la sociedad? En el esquema del significante de Jacques Lacan, las palabras “homme” y “femme” podrían colocarse sobre dos puertas idénticas. La oposición hombre/mujer debería implicar, al menos según la mente tradicional, la diferencia sexual; pero “la verdadera sorpresa reside en que, de hecho, al nivel del referente imaginario, NO HAY DIFERENCIA”.

Cuando Doll por fin se viste y está listo para caminar por la pasarela y deslumbrar al público, pierde la paciencia. Y cuestiona su rol. Ya sea un colgador de abrigos o un perchero, igual no puede escapar de la tiranía de la ropa. Esta cosa que nuestros ancestros inventaron hace siglos y que ahora se ha convertido en algo más importante que la gente. Un dilema similar también afecta a Tomboy. Para Lacan, los significantes “homme” and “femme” pueden ser ejemplificados en los íconos simplificados de un hombre y una mujer que aparecen en las puertas de los baños públicos. Lacan nos recuerda algo. Las dos puertas son siempre idénticas. El signo de hombre y mujer podrían ser colocados en cualquier puerta y no habría ninguna diferencia. Finalmente, como afirma Žižek, la “diferencia sexual no designa ninguna oposición biológica fundada en propiedades ‘reales’, sino puramente una oposición simbólica a la que no le corresponde nada en el objeto designado – nada excepto el Real de alguna X indefinida que no puede ser capturada por la imagen del significante”.

Ni Doll ni Tomboy pueden ser asociados apropiadamente al significante. Le han dado la espalda a la biología y a las normas culturales. Han pintado encima de los íconos de las puertas, cambiando el servicio de damas por el de caballeros y viceversa, y en medio de toda esta trasgresión transgénero, han reestructurado las oposiciones simbólicas. ¿Sobrevivirá la industria de la moda semejante terremoto? ¿Cómo reaccionará el público cuando un travesti sea elegido como el principal modelo de Celestine?

Página Fashion Beast 1 - 02Doll vagabundea por las calles, sin preocuparse por los peligros urbanos. De un momento a otro, sufre el ataque de un grupo de personas conservadoras que detestan a los travestis; vestidos como hombres y mujeres de los suburbios en los años 50, ellos golpean a Doll de manera brutal.

¿Cuál es el origen de esta agresión? ¿No es un fútil intento de contraatacar la transgresión sexual y de género realizada por Doll? El crimen de Doll, si semejante término puede aplicarse a sus acciones, es la posición del individuo transgénero. Si un hombre se trasviste como mujer, él desacraliza la imagen de la madre, porque el cuerpo de la mujer ha sido sexualizado hace siglos sobre la base de su rol como portadora de crías. El concepto ‘histeria’ fue inventado como resultado de los problemas sexuales. Así que es bastante lógico que la gente tradicional piense en términos de maternidad sagrada y tenga reacciones histéricas y violentas al confrontar a alguien como Doll.

Si consideramos que el género es, además de un referente cultural, un “un campo de juegos corpóreo”, entonces es bastante evidente que la sociedad impondrá castigos estrictos a aquellos que desafíen la tradición al actuar libremente, sin preocuparse por el sexo y el género. Después de sobrevivir a este ataque, Doll regresa al cuartel general de Celestine. Y ve una gran manifestación de gente en contra de la industria de la moda. Esta brigada anti-moda comparte con los que hirieron a Doll el mismo estilo de ropa desfasado.

Doll, entonces, accede al corazón del edificio de Celestine. Y es allí cuando habla con la leyenda, con el poderoso patrón de la moda, con el mismo Celestine. El fundador del más poderoso imperio de moda decide ascender a Doll como su modelo principal. Al final, no importa si Doll es de hecho una chica o un chico que se viste como chica, todo lo que importa es que ella se convertirá en el objeto de admiración de millones.

Doll y Tomboy están en constante contacto con las expectativas sedimentadas de una existencia de género. Como explicaría Judith Butler “hay una sedimentación de las normas de género que produce el fenómeno peculiar de un sexo natural, o una mujer real, o un cierto número de ficciones sociales prevalentes y atractivas”, esta sedimentación incluye aquello que los hombres demandan de las mujeres, ya sea en el pasado o en el presente; el resultado es un “conjunto de estilos corpóreos, en forma reificada, que aparecen como la configuración natural de los cuerpos dentro de los sexos que existen en una relación binaria del uno con el otro”.

Portada Fashion Beast 1 de Alan MooreFashion Beast #1-3
Guión: Alan Moore y Malcolm McLaren
Dibujo: Facundo Percio
Avatar Press
26.2 x 19 x 0.3 cm. 32 páginas c/u
Precio: 5.99 dólares