El regreso del Caballero Oscuro, de Frank Miller

Portada Batman: Regreso del Caballero OscuroIncluso más que la longevidad, para muchos el principal deseo es la eterna juventud. Envejecer no suele ser un proceso agradable y, en cualquier caso, siempre es una advertencia sobre nuestro destino final. Sin embargo, si lo que define nuestras vidas es la mortalidad, entonces, lo opuesto sucede con los personajes de ficción. Superman, Batman o Wonder Woman han existido desde hace al menos 78 años, y no han envejecido ni un sólo día. El hecho de que estos superhéroes permanezcan estáticos y nunca envejezcan puede crear una muy curiosa paradoja. Por ejemplo, podemos comenzar a leer cómics de Superman o Batman en nuestra infancia, pero a medida que pasa el tiempo, nos acercaremos más y más a la edad ficticia de estos personajes (digamos 30 años), pero lo realmente doloroso es que antes de darnos cuenta estaremos a un paso de los 40, y los héroes con los que crecimos seguirán siendo tan jóvenes como antes.

En los 80s, Frank Miller quedó impresionado al darse cuenta de que por fin había alcanzado al Caballero Oscuro: “Para mí [cumplir 30] era convertirme en un anciano. Batman tenía que ser absolutamente más viejo que yo”, explicó Miller. Así que para él sólo había una manera de ganar esta inusual batalla: “Yo lo hice tan viejo como me lo pude imaginar”. De hecho, en “The Dark Knight Returns”, Bruce Wayne tiene 50 años, y vive una vida aburrida y vacía. Lleva 10 años jubilado, y muchas personas en Gotham creen que Batman fue simplemente una leyenda urbana.

Esta anécdota puede parecer irrelevante, pero creo que es una pieza esencial de información que nos permitirá comprender mejor la génesis de Batman: The Dark Knight Returns. Aclamada por la crítica y venerada por innumerables lectores, esta miniserie de 4 números fue publicada originalmente de marzo a junio de 1986. Algunos la consideran una obra maestra al mismo nivel de Watchmen; para otros es la historia definitiva de Batman. Incluso después de 30 años “sigue siendo un clásico indiscutible y una de las historias más influyentes jamás contadas en el medio de los cómics”.

He leído “The Dark Knight Returns” varias veces, y nunca deja de sorprenderme. Miller creó un mundo sombrío y áspero, un futuro distópico, una Gotham que parecía diez veces más sucia y peligrosa que la Gotham que todos conocíamos. La ciudad se había convertido en un pozo negro de decadencia y corrupción, un lugar sin alma; y su tradicional protector era ahora un hombre sin propósito, que se sentía culpable después de haber enterrado el manto del murciélago.

Por lo general, los cómics de superhéroes proporcionan la “ilusión del cambio”… no puede haber alteraciones importantes, y no puede haber consecuencias serias, porque eventualmente otro escritor tendrá que hacerse cargo del personaje e inventar nuevas aventuras. Tal vez para Miller la idea de mantener la ilusión del cambio significaba que esos cómics serían irrelevantes, y por ello se negó a hacer lo que muchos antes que él habían hecho obedientemente. Incluso durante su etapa en Daredevil, este enfoque fue más que evidente. Miller había dejado una marca indeleble en el Hombre sin miedo y ahora era el momento de lograr una hazaña similar con el Caballero Oscuro.

El crimen se sale de control en Gotham, un septuagenario Comisionado Gordon está a punto de jubilarse y entre todo este caos, Bruce Wayne recuerda por qué la ciudad necesita a Batman tan desesperadamente. “Los héroes hacen lo que siempre deben hacer: perseveran, o perecen en el intento”, afirma Miller en el prólogo de The Dark Knight Saga Hardcover Deluxe Edition; y eso es precisamente lo que hace el Hombre Murciélago. “Esto debería ser una agonía. Yo debería ser una masa de dolor muscular – roto, gastado, incapaz de moverme”, confiesa Batman en su primera noche patrullando la ciudad después de un paréntesis de 10 años. Me encanta esa secuencia, principalmente porque aquí el aspecto más heroico de Batman es su capacidad para superar la debilidad humana, independientemente de cualquier dolor o limitación física que podría estar experimentando debido a su edad. Batman es humano, pero sus logros son de una cualidad sobrehumana.

Si Miller tuvo éxito en este proyecto fue gracias a su capacidad para hacernos sentir conectados con el lado más íntimo de un grupo de personajes que habían existido durante décadas. El Comisionado Gordon, por ejemplo, manifiesta una extraña fascinación con aquella juventud que ya no posee: “Un muchacho joven pasa a mi lado, saludable, sucio, y hermoso. No querrás saber en qué me hace pensar”, admite el veterano policía. Una vez más, el tiempo no ha pasado en vano, y en las manos de Miller los héroes y villanos de antaño tienen ahora una vida patética. Selina Kyle, anteriormente conocida como Catwoman, ahora es gorda y vieja, y está a cargo de un pequeño negocio de prostitución; la Liga de la Justicia de América y todos los súper equipos se han desintegrado, los superhéroes han sido prohibidos y están a punto de ser olvidados por la población estadounidense.

De acuerdo con Alan Moore, Batman “es visto como alguien casi fascista y como un fanático peligroso por los medios de comunicación, mientras que los preocupados psiquiatras abogan por la liberación de un Joker homicida por razones estrictamente humanitarias”. El Joker siempre fue la antítesis de Batman, y en la propuesta de Miller, es más brutal que nunca; parece casi haber olvidado su clásico sentido del humor, y su principal preocupación es matar cada vez a más gente. Después de estar libre por unas cuantas horas, el Joker ya es responsable del asesinato de cientos de ciudadanos. Ese es el momento en el que Batman entiende el significado de su indulgencia con este asesino psicópata; arrestar al Joker sólo para verlo escapar de la cárcel en numerosas ocasiones tiene una sola consecuencia: la muerte de personas inocentes. Esta vez, Batman decide ponerle fin al asunto. De hecho, la muerte del Joker ocurrirá después de una de las secuencias de pelea más salvajes e intensas que he visto desde que empecé a coleccionar cómics.

Pero había mencionado héroes además de villanos, ¿qué le pasó al Hombre de Acero en esta línea temporal? “El Superman que vemos aquí es un dios terrenal cuya presencia se anuncia únicamente por un ventarrón o por la destrucción que deja a su paso. Al mismo tiempo, su posición dudosa como un agente del gobierno de los Estados Unidos logra plantear una situación increíble con realismo, hilvanando a la perfección la leyenda de la materia con la realidad del siglo XX”, declara Alan Moore en su prólogo de la edición de 1986. “Les di mi obediencia y mi invisibilidad”, pronuncia Superman. En vez de ser el mayor superhéroe del mundo, ahora se ve reducido a ser un mero instrumento, y por lo tanto en términos lacanianos él es un instrumento de la voluntad de goce del otro, una versión pervertida de su antiguo ser, débil y sin honor. Sin embargo, el verdadero perverso aquí es el presidente de los Estados Unidos, quien parece sintetizar las peores características de mandatarios reales, un hombre corrupto que se apoya en la transgresión de los principios éticos más importantes, convirtiendo en ley sus propios deseos. La perversión del presidente se hace evidente en la alegría que siente al atacar a los países Centro-Americanos y en la forma en que elude las leyes internacionales. Invisible debido a su súper-velocidad e invencible debido a sus numerosos poderes, el último hijo de Krypton es ahora un lacayo del gobierno.

Por supuesto, la confrontación final entre el Hombre de Acero y el Caballero Oscuro es sin duda uno de los mejores capítulos de la historia del cómic. Es una pelea que funciona en múltiples niveles, por un lado es una manifestación física de una guerra ideológica, y por otro lado, es el final simbólico de la era de los superhéroes. “Me he convertido en una carga política”, admite Batman; pero él también es una metáfora de la independencia, a diferencia de Superman que actúa en nombre de las autoridades. “Los valores del mundo ya no se definen en los colores claros, brillantes y primarios del cómic convencional, sino en los tonos más sutiles y ambiguos suministrados por la magnífica paleta de Lynn Varley y sus sublimes sensibilidades”, afirma Alan Moore. Sin embargo, Superman no es el enemigo, él es una víctima de las circunstancias, esclavizado por manipulaciones políticas y moralmente derrotado. Y Batman es ahora demasiado radical y extremo, una amenaza para un mundo que ya no respeta a los que luchan por la libertad. El punto culminante de esta espectacular batalla es la destrucción del hogar de Bruce Wayne y, en mi opinión, una de las escenas más inolvidables es la forma en la que Alfred muere (debido a un ataque al corazón) mientras es testigo de la destrucción de la Mansión Wayne.

No había releído “The Dark Knight Returns” probablemente en más de una década, y cuando me sumergí con entusiasmo en sus páginas, me encontré con un diálogo muy interesante entre el Comisionado Gordon y la capitana Ellen Yindel. Gordon describe por qué Pearl Harbor fue un momento histórico tan importante: logró unir a una nación vacilante, dejando en claro que Estados Unidos ya no podía permanecer neutral durante la Segunda Guerra Mundial, pero Gordon también sugiere algo muy siniestro. ¿Y si el presidente Roosevelt sabía del ataque a Pearl Harbor y no hizo nada para impedirlo? Permitir que algo como esto suceda lograría la reacción que él necesitaba. Al conectar este momento con el doble bombardeo en las torres gemelas de Gotham, obviamente, recordé el 11 de setiembre, y la teoría de la conspiración que envuelve a dicho atentado. Este es uno de esos raros casos en los que los cómics parecen predecir el futuro. Tal vez algún día debería escribir un artículo acerca de cómo la perspectiva política de Miller cambió por completo después del 11 de setiembre.

Además de una historia cautivante, en “The Dark Knight Returns” Miller demuestra por qué él era uno de los mejores artistas de los 80s. Su estilo expresivo es capaz de transmitir la más amplia gama de emociones, y cada uno de sus personajes actúa y se mueve con un asombroso sentido de verosimilitud. Por otra parte, Miller también se decantó por una estructura de 12 a 16 viñetas en la mayoría de las páginas, creando así un ritmo visual único, planificando cada escena con cuidado, y ahorrando las páginas enteras para los momentos más impactantes e inolvidables. Miller también incluye algunos detalles muy reveladores que añaden complejidad a sus páginas, por ejemplo, mientras Superman habla con Batman vemos un águila que devora a un ratón (el águila sería el glorioso Superman y el roedor representaría a Batman, en una predicción ominosa sobre la batalla final); también hay algunas referencias ocultas que revelan cuánto Miller admiraba a Moore en aquella época, las viñetas que muestran cómics de “Swamp Thing” o incluso a un transeúnte vestido como Miracleman son un sincero homenaje a la obra del autor británico. Miller también rediseña muchos de los elementos del mundo de Batman, como el Batimóvil (ahora un tanque que sirvió de inspiración para la adaptación fílmica de Christopher Nolan); de hecho, incluso Robin fue modificado por completo, así que en vez de un Chico Maravilla tenemos a una Robin femenina (John Byrne le sugirió esa idea a Miller). Por último, me gustaría señalar que las tintas de Klaus Janson son el complemento ideal para los extraordinarios lápices de Miller y Lynn Varley siempre encuentra el color adecuado para cada viñeta. “Están a punto de encontrar un nuevo nivel en la narrativa del cómic. Un nuevo mundo con nuevos placeres y nuevos dolores”, anunció Alan Moore en su prólogo. E incluso si lo han leído antes, ahora tienen la oportunidad de celebrar el 30º aniversario; y pueden experimentarlo todo una vez más.

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