El otro Necronomicón, de Antonio Segura y Jaime Brocal
Autores como Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft han inspirado infinidad de adaptaciones al cómic, no solamente en Estados Unidos sino también en Europa y en el resto del mundo. Lovecraft en particular parece ser el santo grial de la literatura de terror y el maestro al que debe rendirse homenaje, sobre todo por aquellos que aspiren a hacerse un sitial en este concurrido género.
Hace ya más de 20 años, Antonio Segura Cervera y Jaime Brocal Remohí, máximos exponentes del panorama comiquero de Valencia, decidieron crear una muy particular serie titulada “El otro Necronomicón”, en obvia alusión al siniestro y siempre elusivo libro a menudo mencionado en la obra de Lovecraft.
Al inicio, el tándem Segura-Brocal garantiza el suspenso y la sorpresa a través de historias auto-conclusivas, breves pero muy contundentes, ambientadas a fines del siglo XIX. De hecho, el mismo Lovecraft hace acto de aparición en uno de estos relatos; lejos de Providence, el novelista rastrea un libro antiquísimo, una rareza que viene precedida de extrañas leyendas. Todo aquel que posea ese volumen, estará condenado para siempre. Lovecraft, desde luego, no cree en semejantes supersticiones, y encuentra a los propietarios más recientes del aciago volumen: un grupo de individuos deformes, que se ganan la vida en un circo de “Freak Shows”. Lovecraft no se impresiona ante las horrorosas facciones de este grupo de miserables, pero al pasar la velada con ellos, termina descubriendo el secreto que ocultan. El propietario del libro maldito se había estado transformando, poco a poco, en una criatura primordial, más antigua que la raza humana, y esa monstruosidad finalmente se libera y devora a todos los que lo rodean. Lovecraft a duras penas logra escapar.
Uno de los elementos más interesantes de “El otro Necronomicón” es la forma en la que sus creadores recurren a la metaficción. Porque el otro Necronomicón, un siglo después de la muerte de Lovecraft, cae en las manos de Alberto Breccia, reconocido artista argentino. De hecho, es el mismo Breccia quien obsequia el tomo maldito a sus amigos Segura y Brocal, advirtiéndoles que las páginas de ese vetusto manuscrito espantaron al mismísimo Lovecraft con “hechos que no se atrevió a novelar […] abominaciones que ni él se atrevió a divulgar”.
Entusiasmado ante semejante propuesta, el editor de la edición española de “Creepy”, Josep Toutain, les da carta blanca a la dupla valenciana para que conviertan los horrores del libro en un cómic. De esta forma, los episodios auto-conclusivos se van alternando con relatos que mezclan magistralmente fantasía y realidad. Así, los hombres de negro (tal como los dibuja Breccia en “Mort Cinder”, en los 60s), aparecen primero en la ficción, y luego en la vida de Antonio Segura y Jaime Brocal; ambos se convierten, paulatinamente, en protagonistas de su propio relato (incluso Toutain tiene desempeña un papel secundario). La ominosa presencia de los hombres de negro es ya de por sí aterradora, pero conforme Segura y Brocal siguen narrando historias del otro Necronomicón, lo sobrenatural empieza a imponerse en sus vidas. Finalmente, asediados por las fuerzas oscuras y por la maldad en estado puro, Segura y Brocal renuncian y se niegan a seguir con este proyecto.
En el camino, no obstante, dejan una selección de extraordinarias y espeluznantes historias: la crónica de un asilo en el que los ancianos organizan ritos arcanos para invocar a los seres primordiales descritos por Lovecraft; la transformación de hombres en bestias a causa de las notas de una melodía demoníaca transcrita en un cadáver con los labios cosidos y las manos cercenadas; el especialista en perfumes que al utilizar las recetas de unos arcanos pergaminos, crea un aromo propio del infierno, capaz de transmutar al individuo más pacífico en el más sanguinario salvaje; y así sucesivamente.
El epílogo, sin duda, es un guiño al lector. El propio Breccia, en su Argentina natal, consternado por lo que le ha ocurrido a sus colegas españoles, es a su vez acosado por una muchacha de rostro angelical y sonrisa perversa. Una chica que lo lleva a un bar para ciegos, y le promete la juventud eterna a cambio del otro Necronomicón. La escena de sexo entre un rejuvenecido Breccia y la inhumana criatura con forma de hembra en medio del bar de ciegos es, simplemente, de antología.
Como ya he señalado antes, Antonio Segura fue uno de los mejores guionistas españoles de la época del boom del cómic adulto. Segura tuvo la suerte de trabajar siempre con los artistas más talentosos, y Brocal es uno de ellos. Con un gran manejo de la tinta china, el blanco y negro adquiere, en manos de este artista, un acento sobrecogedor y tenebroso. Al mismo tiempo, Brocal es capaz de homenajear, cuando hace falta, el estilo de maestros como Breccia. Las escenas violentas son especialmente impactantes, y el ritmo narrativo y visual es insuperable. Sin duda, “El otro Necronomicón” es una de las grandes historias de terror del cómic español.