El Octavo Día, de Daniel Torres

Portada El octavo dia 2 Portada El octavo diaDios no vió nada y dijo “Haya luz”; y entonces vió que cuanto le rodeaba era la nada y creó el cielo, la tierra y las aguas. Eso fue el primer día.

El segundo día tuvo a bien decir “Haya firmamento”; y las estrellas poblaron los cielos y se reflejaron en las aguas. Pensó que la tierra se pondría celosa y en el tercer día le otorgó frutos a los que llamó árboles y plantas.

El cuarto día creó Dios el sol y la luna y para darles majestad hizo el día para el primero nombrándolo su soberano, y a la luna le dió el reino de la noche.

El quinto día lo empleó en modelar y dar forma a cuanto animal debía poblar las tres geografías: etéreas aves para los cielos, ganados y fieras para las tierras y monstruos marinos para las aguas.

En el sexto día creó Dios al hombre y lo arrojó sobre todo aquello. Bendijo el séptimo día y lo santificó, pues en él descansó.

Más como vió que sus ojos se extraviaban y sus manos se volvían flácidas y nerviosas dió forma al diablo y le dijo “mira cuanto he creado y hecho, maravilla su magnitud y deslumbra su esplendor, pero yo me aburro. Te ordeno pues que a partir de hoy inventes historias para mí y cada día cuentes una para regocijo mío” Y eso fue el octavo día.

Con éste prólogo iniciaba Daniel Torres en el año 92 el albúm de El Octavo Día. Algo tan fácil y a la vez tan complicado. Es un planteamiento en principio sencillo: juntas dos personajes, el uno cuenta la historia, el otro escucha y así aprovechas para meter en un mismo cajón de sastre todas las ideas sueltas e inconexas que tienes por tu cabeza. Cientos de veces hemos visto algo parecido.

Cosas tan distintas como un importante secreto empresarial, una reunión de dinosaurios, los misteriosos asesinatos de unos obreros en la Inglaterra victoriana o la historia de El Pirata Torvo, se pueden permitir coexistir en un mismo tomo gracias al hilo conductor mencionado.

La obra le valió el premio del Salón de Barcelona como mejor obra española, y el autor no dudó en publicar un segundo tomo con más relatos del diablo a su creador, incluyendo en ésta ocasión un relato ambientado en el lejano oeste que, sin lugar a dudas, es una de mis historias favoritas de éste autor.

Entonces Torres demostró que tiene la suficiente coherencia y profesionalidad como para no explotar la idea más allá del segundo tomo y dejar descansar al diablo de su papel de Sherezade moderna. No sé si algún día volverá ¿no regresó también de su retiro Armando Mistral?.

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