Doom Patrol, de Grant Morrison y Richard Case
“El mundo necesita a Doom Patrol, nos necesita más que nunca. ¿No lo ven? Hay áreas en las que sólo nosotros estamos calificados para operar. Cuando el mundo racional se derrumba, podemos hacerle frente, porque nosotros mismos hemos estado allí. Hemos conocido la locura, y el delirio, y ya no nos asusta”, proclama Niles Caulder, el Jefe, el hombre responsable de reunir a los “héroes más extraños del mundo”.
En lo extraño, hay poder. Poder que fue desperdiciado por escritores poco imaginativos hasta que Grant Morrison decidió recuperar el factor ‘extraño’, y amplificarlo exponencialmente. “Arrastrándose desde los escombros” es el resultado de este nuevo enfoque, un arco argumental de 4 números que no sólo revigoriza a Doom Patrol sino que también introduce nuevos personajes y reinventa a los antiguos.
El autor escocés se sumerge profundamente en el aspecto marginal de los integrantes de esta insólita patrulla. Si alguna vez, de niños, han leído cómics de superhéroes deben haberse sentido identificados con sus personajes favoritos, quizás han querido incluso ponerse una capa e imitar a Superman, o usar una pijama roja y pretender que pueden correr más rápido que Flash. Se supone que los superhéroes tradicionales deben ser inspiradores. Modelos a seguir. La fantasía de poder adolescente es reforzada por los héroes de ‘quijada limpiamente cincelada’ y sus cuerpos esculturales. Los miras, y quieres ser como ellos. Pero, como nos recuerda Tom Peyer (el editor de la serie a fines de los 80) en su introducción, nadie con dos dedos de frente querría que trasplanten su cerebro a un cuerpo robótico, o estar cubierto de vendajes como una momia. Doom Patrol nunca tuvo el tipo de héroes a los que hubieras querido emular, por el contrario, tenía el tipo de héroes a los que ni siquiera les darías la mano.
Por supuesto, para preservar lo inaudito de la patrulla era necesario hacernos recordar por qué era tan rara en primer lugar. En 1963, Leonard Drake y Bruno Premiani crearon un grupo de individuos anómalos bajo las órdenes de su líder parapléjico. Para algunos, las similitudes entre Doom Patrol y los X-Men (más conocidos como Patrulla X en España) eran más que evidentes (héroes odiados y temidos por un mundo al que debían salvar, un líder ‘cerebral’ confinado a una silla de ruedas, etc.), pero había una gran diferencia entre los Hijos del Átomo y los aventureros condenados: el fracaso, tanto real como ficticio. Porque mientras los héroes de Marvel fueron un éxito, el título de DC –fiel a su nombre– fue cancelado a causa de las bajas ventas… y los protagonistas murieron, sacrificando sus vidas en un el dramático episodio final.
Y “Arrastrándose desde los escombros” (publicado en “Doom Patrol” # 19-22, de febrero a mayo, 1989) inicia con una abrumadora sensación de fracaso. Cliff Steele, alias Robotman, está en un manicomio, deprimido, frustrado y, por encima de todo, furioso; no puede lidiar con la muerte de algunos de sus camaradas. No puede derramar lágrimas porque su cuerpo robótico no se lo permite. Tiene ganas de comer pero ya no tiene intestinos, y cuando ve a una enfermera atractiva desearía poder tener una erección, pero eso ya no es posible para él.
El doctor William Magnus, creador de los Metal Men, visita a Cliff y le recuerda que todavía tiene un cerebro humano, e incluso aunque esté olvidando qué se siente ser humano, todavía puede ayudar a la gente. Y le presenta a Crazy Jane, una mujer que sufre de personalidad múltiple, ella tiene 64 personalidades diferentes en su mente, y cada una de ellas tiene su propia habilidad o superpoder.
Larry Trainor, alias Hombre Negativo, está incluso en peores condiciones que Robotman. Afectado por la energía negativa que le otorgó sus poderes en el pasado, su cuerpo es transformado en algo nuevo: un hermafrodita. Masculino y femenino al mismo tiempo, él / ella ya no es ni Hombre Negativo ni Mujer Negativa, ahora él / ella es Rebis. Mientras tanto, el Jefe empieza a reclutar a Doom Patrol, para luchar contra los enemigos que ningún superhéroe cuerdo podría enfrentar. Joshua Clay, alias Tempest, decide unirse sólo como el doctor del grupo. Dorothy Spinner, una chica deforme, se convierte en la nueva integrante de la patrulla.
Su primera misión es pelear contra una ciudad ficticia llamada Orqwith que se chorrea por las ranuras del mundo real. Todos son una víctima potencial, tal como descubre un chiquillo de Greenock. “Padre, han pasado tres semanas desde mi última confesión y fue Jamie Belshaw el que me dio esas revistas guarras y yo solamente las miré unas cuantas veces”, declara. Y luego él es ‘cortado’ de la realidad por los Hombres-tijera. Lo mismo sucede con cientos de personas a lo largo del mundo. Pero, ¿cómo una ciudad imaginaria puede destruir nuestra realidad? Para resolver este acertijo, Robotman, Rebis y Crazy Jane tendrán que responder otra pregunta “¿Por qué hay algo en vez de nada?”, una pregunta que ha dejado perplejos a los filósofos y los científicos por siglos, si aceptamos la teoría del Big Bang como una explosión que creó la materia, la pregunta permanece igual “¿Por qué hay algo en vez de nada?”.
En capítulos subsiguientes, el desquiciado Red Jack rapta a Rhea Jones, una ex-integrante de Doom Patrol, que ha estado en coma por meses. “El coleccionista de mariposas” y “La casa que Jack construyó” (Doom Patrol # 23 y 24) son un viaje onírico y un audaz relato sobre el efecto mariposa, la poesía surrealista y la demencia. Finalmente, “Amigos imaginarios” ocurre en la nueva base de operaciones de Doom Patrol, ubicada en el ex cuartel general de la Liga de la Justicia de América. Allí, Dorothy proyecta su miedo a crecer, y su repulsión hacia la menstruación.
Morrison combina la demencia, la originalidad y el surrealismo en dosis iguales. Su propuesta incluye la metaficción, un análisis de lo imaginario y lo real en términos lacanianos, la secuencia de números imaginarios de Feigenbaum, teoría memética, el “Struwwelpeter” de Heinrich Hoffman, “Confesiones de un inglés que come opio” de De Quincey e incluso se las arregla para incluir referencias a cómics británicos para niños como “The Beano”. Doom Patrol es la colección intelectualmente más ambiciosa de los 80, así como una de las obras más reverenciadas y premiadas de Morrison. Décadas después de su primera aparición, sigue siendo una bocanada de aire fresco y un soplo de locura inspiradora y sin diluir.
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