Locke & Key, de Joe Hill y Gabriel Rodríguez
De la mano de Panini Comics y precedido de varias nominaciones a los premios Eisner, tenemos Locke & Key, obra magistral de Joe Hill. El guionista, hay que decirlo, es hijo de Stephen King y autor de la exitosa novela de terror El Traje del Muerto. Con Locke & Key elabora una historia absolutamente bien planeada y planteada, enriquecida con numerosas tramas paralelas que confluyen todas en el mismo sitio y que no parecen colocadas al azar, sino con un motivo bien pensado que, sin llegar a abandonar la intriga, no quedan dispersas y sin justificación. Hill sabe trazar puntos de referencia con los que salpica todo su discurso para que el lector vaya componiendo el puzzle y sepa reconocer como enlaza cada pista entre sí, contando una historia compleja de forma sencilla. El plantel de personajes es rico, variado y minuciosamente delineado, fruto del talento de un nombre puntero en la narrativa de terror.
Locke & Key nos relata la tragedia de una familia destrozada por el asesinato del padre y su intento de sobreponerse alejados en un inquietante caserón familiar lleno de puertas. A partir de ahí se suceden los fenómenos extraños enmarcados en una trama enrevesada, llena de juegos de paralelismos y espejos, pero lúcidamente narrada. El guionista juega con el lector presentando multitud de pequeños detalles y guiños que no sólo enriquecen la trama, sino que la hacen a la vez más disfrutable. Los dos voúmenes de Locke & Key publicados hasta la fecha en nuestro país componen un trabajo intrigante y absorbente, con una estructura salpicada de flashbacks que lo hace muy atractivo y eficaz. Posee también todas las características de los cómics modernos. Su principal virtud reside en un guionista con oficio que sabe bien lo que quiere contarnos y cómo lo quiere contar. Hill no se arredra al entrar en los tópicos del género porque es esto precisamente lo que busca, un cómic de género, de terror. Tenemos así al psicópata traumatizado por la sociedad, la casa encantada y el fantasma que escribe “ayúdame”, tantas veces vistos antes. Pero el autor sabe llevarlos por caminos imprevistos y llenos de sorpresa que nos impelen a seguir leyendo entre fascinados y horrorizados. Se revela así Hill como otro de esos guionista-estrella del comic estadounidense actual, que por sí solos son capaces de sustentar una publicación. Y es que, mientras la calidad de los argumentos y la excelencia en las historias que de unos años a esta parte vamos leyendo en la historieta norteamericana nos están dando largas horas de satisfacción, parece que no surjan dibujantes equiparables. Nos preguntamos cuántos de estos dibujantes no serán más que una nota a pie de página en futuras enciclopedias.
El dibujante de Locke & Key es Gabriel Rodríguez, un ejemplo típico de estos dibujantes de nueva hornada. Su trabajo es técnicamente impecable, brillante en la composición, con un dominio total de la narrativa y los encuadres, y atrevidos usos de picados y contrapicados. Es un tipo que, sin duda, sabe dibujar. Pero también está absolutamente desprovisto de originalidad y personalidad. Su dibujo, como tantos otros hoy en día, está a medio camino entre el manga moderno y el estilo de los artistas de las últimas producciones de Disney, y cae en una fastidiosa tendencia a la caricatura. Todas las reticencias quedan, sin embargo, totalmente desarmadas por una exhibición de talento. Rodríguez domina con precisión la técnica narrativa y su trabajo no es sólo brillante, sino que sabe sorprender al lector con enfoques y perspectivas inusitadas que realzan el potencial de lo que se cuenta. Sus ilustraciones se complementan a la perfección con el guión de Hill y se refuerzan mutuamente de manera que el todo es mayor que la suma de las partes. Sí, digamoslo de una vez, Rodríguez hace una labor muy competente, no le restemos méritos, aunque tal vez arropado por otro guión más flojo su trabajo no luciría con tal brillantez. No ayuda tampoco este latoso color infográfico que se ha instalado en el comic de hoy, y que tiende a la homogeneización, haciendo que muchas veces no distingas a un dibujante de otro. Parece que este es el look de principios de siglo, pero empieza a aburrir.
Locke & Key es un producto típicamente americano, lleno de personajes desquiciados y situaciones horribles, con matones de instituto y tarados que en cualquier momento pueden entrar a tiros en una cafetería y disparar a todo lo que se mueva. Un relato que se recrea en la violencia de todo tipo. A pesar de ser un cómic de género fantástico, es real como la vida misma, y lo que nos asusta es precisamente que este horror nos divierte. Se trata de una obra extraordinaria y absolutamente recomendable con todos los elementos necesarios. Una mansión llena de puertas y llaves misteriosas, una familia traumatizada, un asesino demente y un ser diabólico. En definitiva, los ingredientes para un magnífico relato de fantasía que se presenta de forma creíble y apasionante, que engancha y que te deja con ganas de saber qué pasará después, cómo se desenmañará el ovillo. Aunque sospechas que el final te va a dejar con más preguntas que al comienzo, es para no perdérselo.






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