Arrugas, de Paco Roca
Una de los elementos que destacaron del Salón del Cómic del 2008 fueron sin duda las obras premiadas y entre ellas, una de un autor valenciano que, hasta ese momento, no había destacado especialmente. La obra “Arrugas” de Paco Roca fue la ganadora del premio al mejor guión y al mejor álbum del año y una sorpresa relativa, ya que el año anterior fue elegido en Francia como uno de los mejores 20 álbumes del año.
El tema principal del álbum es la vejez y las consecuencias del Alzheimer sobre el protagonista. Una reflexión sobre la memoria y la sociedad. Sobre la memoria como identidad personal en la medida que recordamos lo que somos y hemos sido y que rompe una enfermedad tan terrible como el alzhéimer, y sobre la sociedad, en la medida de cómo se va deshaciendo de la vejez como si de viejos coches en un desguace se tratase. El relato comienza con el ingreso del protagonista en una residencia de ancianos por parte de sus hijos tras los primeros síntomas de demencia senil. Allí, toma contacto con una realidad desconocida. Dividida en dos plantas: una primera en la que están aquellos que se pueden valer por sí mismos y una segunda para los que necesitan asistencia constante. Desde este punto de partida, los ojos de nuestro protagonista nos permiten ir conociendo las peculiaridades de cada uno de los ancianos, con sus manías y “locuras” que el autor trata de manera ejemplar. Cada uno de ellos goza de una solemne dignidad ya que, pese a que parecen locos, no lo son, sino personas en las que hay una ausencia del instante y una permanencia de los mejores momentos de su vida, del pasado. Es brillante como Paco Roca muestra una mujer en constante viaje a Turquía para encontrarse a su amado, o como uno de ellos sonríe ante la palabra tramposo ya que enlaza con su primer amor..
Arrugas maneja con soltura los tiempos del relato. Incorpora el humor con frecuencia como antesala de los momentos duros, juega hábilmente con los diálogos y sobre todo con los silencios. Los momentos trágicos no incorporan bocadillos que distraigan del dibujo, el impacto es inmediato y según avanza la trama mayor es el desasosiego en el lector.
A diferencia de otros trabajos del autor, el dibujo es limpio y sin grandes detalles en viñeta, sólo aquello que es necesario para seguir la historia. Con casi ausencia de grandes composiciones, la página se mantiene con una media de nueve viñetas en las que la gestualidad es fundamental ya que es el arma principal del autor para trasmitir sentimientos.
En resumen, nos encontramos con una obra fundamental en el panorama del cómic nacional y muy recomendada para aquellos que quieran iniciar en el medio a escépticos. Un cómic que ofrece reflexión, sentimiento y que, a buen seguro, nos dejará el estomago encogido. No lo dejen pasar.
Inevitablemente, los padres de mis amigos también sufren esta transformación. Emilio, el padre de Diego, sufre Alzheimer. Con risa amarga mi amigo me cuenta las idas de cabeza de su padre. Divertidas todas si no fuesen la inevitable decadencia final de una persona que siempre me infundió respeto.
Quizá por estas razones, y porque mi madre que siempre ha sido muy presumida se acaba de comprar muy avergonzada su primer bastón para poder andar, decidí hacer una historia sobre ancianos. Comencé a recopilar las anécdotas de los padres y familiares ancianos de mis amigos. Como la historia de la tía de Salva, que nunca va sola a ningún sitio porque teme ser abducida por los marcianos. O Julia, la madre de Ismael y Hugo, que siempre se guardaba las cosas más absurdas para dárselas cuando iban a verla a la residencia. (Paco Roca)


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