Cine versus Cómic

Los Vengadores: cine y cómicLos consumidores de la industria del cómic, en cualquiera de sus vertientes, somos el sector de público cinéfilo más crítico con las producciones filmográficas que se basan en obras escritas y dibujadas. Es por ello que nos echamos las manos a la cabeza cada vez que vamos al cine y vemos “novedades” introducidas en los guiones que modifican aspectos (bien sobre el carácter del personaje, bien sobre sus poderes o su aspecto estético) que se nos antojan fundamentales en nuestros héroes casi octogenarios.

Somos muchos los que nos preguntamos el por qué estos cambios en el film tienen que reflejarse “necesariamente” en los cómics. Por poner un ejemplo, ahora se ha modificado el traje de Hawkeye (Ojo de Halcón para los españolitos) y se ha introducido un Nick Furia afroamericano (bueno, sobre lo de Nick Furia, los culpables fueron Mark Millar y Brian Hitch por caracterizarlo como Samuel L. Jackson en “Ultimates“), al igual que, en su día, se cambiaron los lanzarredes mecánicos por orgánicos en Spider-man y otras lindezas por el estilo (no voy a entrar en como ha influido la serie “Smalville” en todo el relanzamiento del Último Hijo de Krypton).

¿Por qué estas “licencias”, justificadas y entremetidas como “adaptaciones a los nuevos tiempos”, han de trasladarse a los cómics? Si, como muchos mantienen, el producto cinematográfico va destinado a un público distinto al usuario de lecturas comiqueras ¿Por qué se tiene que perjudicar al lector de toda la vida, ese que mantiene la industria religiosamente con sus euros/dólares mes a mes, con innovaciones que tan sólo deberían de tener cabida en las salas de proyección?

Galactus en el cine y en el cómic¿Es tan rematadamente difícil mantener dos tendencias tan (por lo visto) distintas por caminos divergentes? Para los lectores ya es suficientemente sangrante ver en el cine como El Hombre Absorbente se transforma, no en líquido o metal, sino en BRIAN BANNER, padre de nuestro adorado Hulk, o cómo Galactus queda convertido en una nube gigantesca, que más se asemeja al Huracán Mitch que al ser Celestial que conocemos. Todo ésto sería incluso perdonable (y hasta asimilable) si luego no tuviéramos que tragarnos estas incongruencias introducidas en nuestros cómics (ojo, los dos últimos ejemplos no han llegado a plasmarse en papel, gracias a Stan L… digoo, gracias a Dios).

Los máximos dirigentes de la industria del cómic (responsables últimos de que ésto suceda) piensan que trasladando estas “innovaciones” desde la gran pantalla al cómic, podrán atraer y convertir en nuevos lectores a todo aquel que haya pasado por taquilla, con la sana intención de que encuentren en el cómic lo que en la pantalla vieron, y así incrementar las ventas.

E R R O R

Los millones de personas que van a ver la película NO COMPRAN DESPUÉS LOS CÓMICS, y la prueba está en que los niveles de ventas NO SUBEN; de hecho, en el mes de septiembre de 2012 ninguna colección superó los 175.000 ejemplares en USA, cifras de ventas similares a las de hace 15 años.

Por poner un ejemplo: La película “Iron Man” se estrenó en mayo de 2008 y en ese mes las unidades vendidas de la serie regular del personaje de Marvel eran de 36.405 (35.747 el mes anterior), siendo la evolución en los meses posteriores la siguiente – Junio = 35.371 / Julio = 35.345 / Agosto = 34.238. De hecho, se aprovechó el estreno del film (película estupenda a todas luces) para lanzar una nueva cabecera, “Invincible Iron Man #1”, que en ese mes vendió 105.833 ejemplares, pero que al mes siguiente bajó a 68.995, continuando el descenso a 63.030 en Julio y a 58.124 en Agosto.

Entonces ¿Por qué ese afán en molestar a los que mantienen la industria? ¿No es de suponer que los clientes contentos mantendrán su fidelidad a las series que suele comprar? y ¿No es también lógico pensar que si los lectores de toda la vida no ven positivamente los cambios, dejarán de comprarlas? ¿O es que el balance entre el número de nuevos lectores captados a través del cine y los lectores que se marchan cansados de tanta innovación es de crecimiento cero (mismo número de bajas que de altas), y a la directiva le resulta interesante?

A mí, como lector sufrido, cada vez me cuesta más comprar las colecciones que antes llevaba (concretamente, he reducido mi consumo de material DC al Batman de Snyder y Capullo, por ejemplo), y cada vez tengo más temor a estrenos en el cine, cuando tendría que ser al revés, que los estrenos en cine me ilusionaran y me llevaran a probar/aficionarme/continuar con los cómics del personaje.

No obstante, y por aportar algún grano de arena positivo a la reflexión, es cierto que ciertos elementos novedosos en las series producidas para la pequeña pantalla, luego han tenido una buena aceptación al ser introducidos en el cómic. Tal es el caso de personajes como HARLEY QUINN (la psiquiatra psicópata enamorada del Joker), nacida en la serie “Batman: The Animated Series” (1993) y que apareció por la continuidad del Señor de la Noche algunos años después, o la mismísima Laura Kinney, alias X-23, la cual fue creada para la serie de animación “X-Men: Evolution” (2003) y que posteriormente halló su hueco en el Universo Marvel tradicional (no nombraré a H.E.R.B.I.E., simpático robot sustituto de la Antorcha Humana en “Fantastic Four Animated Series” 1978, ni a Firestar, creada para la serie “Super Friends” (1973) e introducida luego en los cómics, siendo su principal filiación los New Warriors).

Sé positivamente que mi reflexión no llegará a las altas esferas de las dos grandes editoriales, pero, aun así, lanzo este grito al ciberespacio por si acaso es útil para aportar a Marvel y DC un punto de vista que igual no hayan tenido en cuenta, o no se hayan parado a ponderar.