Abelard Snazz, de Alan Moore, Steve Dillon, Mike White y John Cooper
Reír a carcajadas siempre es revigorizante. Pero cuando se trata de cómics, actualmente este placer tan simple parece ser poco común. Es algo curioso, ¿no es así? Todavía los llamamos cómics aunque el 90% de los títulos estadounidenses son cualquier cosa menos cómicos. Siempre me ha gustado la comedia en los cómics. Para mí, el humor debería ser un elemento narrativo importante, así no sea el más prominente.
La ecuación correcta debe ser drama más humor; sin embargo, pareciera que a la mayoría de escritores les cuesta mantener el equilibrio. Y de este modo tenemos un panorama dominado por el tono ‘sombrío y áspero’ establecido a mediados de los 80s. Pero no podemos descartar las risas, ¿verdad? Desde el comienzo de su carrera, Alan Moore fue un autor muy versátil. Moore podía escribir obras dramáticas y trágicas como “Watchmen”, “V de Vendetta” y “From Hell” pero también podía escribir las historias más hilarantes como “The Bojeffries Saga”, “D.R. & Quinch” y “Abelard Snazz, el hombre con el cerebro de dos pisos”.
A principios de los años 80, Moore era todavía un escritor relativamente desconocido. Y a pesar de sus frecuentes colaboraciones para “2000 AD”, él no era el nombre de más peso en la escena británica. En esos tiempos, Moore estaba escribiendo principalmente “Tharg’s Future Shocks” (aventuras auto-conclusivas de ciencia ficción), perfeccionando su oficio y gratificando a sus lectores con conceptos increíblemente creativos y contundentes. Abelard Snazz demostraría ser un personaje tremendamente popular, y 5 episodios adicionales fueron escritos. Tuve la oportunidad de releerlos hace un par de meses y no pude dejar de reír gracias a este egocéntrico genio con dos cerebros (heredero de la peor suerte de la galaxia).
“Solución final” (publicado originalmente en “2000 AD” # 189-190, 1980) es el primer fracaso de Abelard Snazz. En un mundo en el que la delincuencia se ha disparado fuera de control, Snazz decide crear un ejército de robots policías que se toman muy en serio la ley, tanto que terminan arrestando a ciudadanos inocentes tras las infracciones más insignificantes. El artista aquí es Steve Dillon, mucho antes de que desarrollara su estilo característico. Las elegantes líneas de Dillon y el enfoque clásico le dan a este capítulo introductorio calidez y una deliciosa textura.
“¡El regreso del cerebro de dos pisos!” (“2000 AD” # 209, 1981) es uno de mis favoritos. Abelard Snazz y su fiel androide Edwin tratan de ayudar a Hoolio Moolabar, un hombre que ha perdido todo su dinero en un famoso casino galáctico y tiene miedo de regresar a casa, a una mujer enojada que no recibirá la noticia amablemente. A Snazz se le ocurre ensamblar una máquina del tiempo diminuta que le permita retroceder en el tiempo hasta 60 segundos; de ese modo sabrá cuáles son los números ganadores en la ruleta, en las cartas y en todos los juegos del casino. Snazz y Hoolio ganan millones de créditos en una sola noche, pero al final, la arrogancia de Snazz le hace caer en manos de un estafador profesional, que le quita todo su dinero. El arte de Mike White es asombroso. White sabe muy bien cómo diseñar alienígenas, y cómo hacer que cada viñeta sea única y amena.
En “El cerebro doble ataca de nuevo” (“2000 AD” # 237-238, 1981), Moore asimila lo absurdo como un recurso narrativo. En vez de rebuscados conceptos de ciencia ficción, esta vez Moore juega con la fantasía, a la vez que se burla de las religiones y de las virtudes teologales como la compasión y la esperanza. En esta ocasión Snazz debe reactivar la economía de todo un planeta, y también salvarlos de un agujero negro. Mike White, una vez más, capta muy bien los estados de ánimo; y los cameos de personajes de anteriores “Future Shocks” de Moore son un lujo.
“A medio camino del paraíso” (“2000 AD” # 245, 1982) le permite a Moore explorar más a fondo la naturaleza de las deidades; cuando Abelard Snazz se pierde en un agujero negro, termina conociendo a los dioses de las culturas antiguas. Fracasados e impotentes después de haber perdido a sus adoradores hace miles de años, Zeus, Thoth y Odín finalmente aceptan la ayuda de Snazz; él promete crear una campaña de relaciones públicas que hará que los dioses sean populares otra vez. El talentoso John Cooper crea secuencias bastante impresionantes, y sus dioses se ven estupendos.
Después de toda una vida de reclusión en la Dimensión de la Desoladora Miseria, Snazz es finalmente rescatado por Amnistía Intergaláctica en “¡La mente de múltiples pisos se relaja!” (“2000 AD” # 254, 1982). En un mundo en el que todos los problemas han sido resueltos y las personas viven unas vacaciones eternas, Snazz se aburre, hasta que se le ocurre un terrible invento. Paul Neary, todavía un novato, hace un buen trabajo aquí, especialmente con la comunidad hippy.
Por último, en “Ser genio duele” (“2000 AD” # 299, 1983), ilustrado nuevamente por White, Abelard Snazz confronta al gerente de la galaxia, una figura omnipotente que le otorga un regalo único. Codicioso como siempre, Snazz piensa que obtendrá el mayor tesoro del cosmos, pero recibe la única cosa de la que ha estado tratando de deshacerse durante años: su fiel robot Edwin. En 6 fabulosos episodios, Moore hace que todos sus lectores se rían a carcajadas; razón de más para quedar agradecidos.