La historia de Tintín (2ª parte)
En un pequeño inciso antes de seguir abordando la obra de Hergé sobre su personaje más famoso, quiero resaltar la relevancia e influencia que aún sigue teniendo la obra “Tintín en el Congo” en nuestros días, en los que parece que la sociedad ha dado de lado a la lectura. Y es que el pasado 30 de septiembre, los gestores de los derechos de Tintín se enfrentaron a una denuncia por racismo en un tribunal belga por apología de la colonización (agradezco a mi amigo Bruno Marvizón el que me haya hecho llegar esta noticia, la cual pueden leer al completo pulsando este enlace).
Otros detalles que pasan desapercibidos de la edición de los álbumes ya analizados son los siguientes:
– En la primera viñeta de “Tintín en el Congo”, el reportero se despide de un grupo de personas en la estación de tren. En la reedición de la aventura en formato álbum coloreado, se sustituyen a los dos maquinistas por la pareja Dupont et Dupond (Hernández y Fernández), los cuales ya cuentan con el favor del público al llegar la reedición. El resto de personas son: Un boy scout (debido a su filiación personal con este movimiento juvenil), varios niños y adultos, dos de los cuales son sus íntimos colaboradores Jacques Van Melkebeke y Edgar P. Jacobs, autor éste último de los personajes de cómic “Blake et Mortimer” y que se encargaría de corregir, dar nuevo formato y colorear los álbumes en blanco y negro de Tintín. Junto a ellos también se encuentran Quick y Flupke (otros dos personajes creados por Hergé) y el propio autor.


– En “Tintín en América” aparece el único personaje real con su apodo sin modificar: Al Capone.
– En “Los cigarros del Faraón” Hergé vuelve a utilizar a su amigo, colaborador y responsable del acabado de los álbumes Edgar P. Jacobs en uno de los sarcófagos que encuentra Tintín en la sepultura del faraón Kih-Oskh. La momia que está a la derecha de Jacobs aparece como I. E. Roghliff (la palabra jeroglífico en francés). En la viñeta siguiente hay un sarcófago con un tal Carnawall, en referencia a Lord Carnarvon, el científico que supuestamente fue la primera víctima de la maldición de Tutankamon.
– En el mismo álbum (aunque no aparece su nombre) hace acto de presencia Henry de Monfreid, un famoso aventurero y escritor francés, el cual fue durante una etapa de su vida traficante de armas en el Mar Rojo.
– Además de Hernández y Fernández, hace su aparición por primera vez Allan Thompson, al que veremos posteriormente en aventuras como “El cangrejo de las pinzas de oro” o “Vuelo 714 a Sidney”. Esta aparición está realizada para el formato álbum, ya que en la edición original de “Le petit vingtième” no se ve quien es el capitán del navío.
Para la sexta aventura (diciembre de 1935 a febrero de 1937), Hergé continua sumergiéndose en culturas misteriosas y desconocidas. Y si su última narración había llevado a Tintín de paseo por la remota Asia (India y China), en la siguiente enviará a su joven reportero a indagar un misterio que le hará investigar y conocer las misteriosas tradiciones de las tribus de Sudamérica. Pero Hergé decide aprovechar la acción para ridiculizar un conflicto bélico que acababa de terminar: La Guerra del Chaco.
Entre 1932 y 1935, Paraguay y Bolivia mantuvieron una guerra por controlar el territorio del Chaco Boreal, un territorio árido y despoblado que le abría las puertas a los bolivianos hacia el río Paraguay, vía marítima para acceder al océano Atlántico (Bolivia perdió el acceso al océano Pacífico en la guerra del Pacífico de 1879). Aunque existía la teoría de que esto no era sino una tapadera para que Bolivia explotase un supuesto yacimiento petrolífero en suelo chaqueño, a través de la Standard Oil (yacimiento inexistente, como se comprobó después).
En “La oreja rota”, Hergé utiliza el episodio de Tintín para ridiculizar el conflicto (en base a la teoría del petróleo) y a los dos países sudamericanos, teniendo conocimiento del mismo a través de la revista satírica ya mencionada Le Crapouillot (ya que no se habla del conflicto en los medios, a nivel general). Pero también usa su narrativa para denunciar el tráfico de armas y a uno de los artífices de la historia real, Basil Zaharoff (un traficante del que se decía que se lucró vendiendo armamento a ambos bandos, tras motivar él mismo el conflicto), retratándolo de forma físicamente fiel, pero alterando un poco su nombre:

Aunque en la edición de la que véis la viñeta, aparece como Bazaroff, cuando la aventura apareció en el semanal “Le petit vingtième” el 6 de agosto de 1936, su apellido fue escrito como Mazaroff.
Hay que decir que la fuente de información que influenciaba a Hergé (Le Crapouillot) era una revista que se nutría de temas morbosos y reales (pero poco demostrables con fuentes fidedignas) como el tráfico de armas y drogas, los falsificadores de moneda o el poder de las sociedades secretas (hay que recordar que para parte del mundo católico de aquellos años, la francmasonería era un peligro real que había que descubrir y denunciar, y contra el que luchar).
En el aspecto puramente argumental, Hergé mezcla el conflicto bélico del Chaco con la influencia de la sociedad consumista sobre la forma de vida de los aborígenes, representados aquí como la tribu de los arumbayas, nombre ideado por el autor. Y en cuanto a secundarios famosos, veremos por primera vez al General Alcázar y al traidor Pablo (Juan Paolino en la versión original), y, aunque se nombra al general enemigo (Tapioca) no lo llegaremos a ver.
Al final Tintín recupera el fetiche que motiva toda la historia, y los dos personajes que tan sólo querían el fetiche por el diamante de su interior, mueren víctimas de su propia codicia hundiéndose en el mar, para posteriormente verlos llevados en volandas por pequeños demonios con alas de murciélagos y tridentes, final con clara influencia católica. La figura del abad Wallez sigue presente.
Estas son cuatro planchas de una página que acompañaron a la primera edición de la aventura, y que se han perdido posteriormente en el montaje de los álbumes.




El 15 de abril de 1937 da comienzo una nueva aventura de Tintín, “La isla negra”. La publicación del personaje sigue sujeta a la aparición del semanario católico, aunque por poco tiempo. En este caso (y siguiendo los parámetros que el autor leía en Le Crapouillot) el asunto que Hergé denuncia (y persigue a través de su personaje) es la existencia de bandas de falsificadores de divisas. Y, haciendo honor al recorrido por el mapa mundi que el reportero está realizando, la acción se sitúa en Inglaterra, ocasión que aprovecha Hergé para homenajear a un personaje británico: El malvado Müller aparece con el apodo de Mull Pachá, a semejanza del oficial británico John Glubb, líder de la Legión Árabe (ejercito del rey de Jordania) y que se hacía llamar Glubb Pachá. De hecho, la residencia de Müller está en Sussex (Eastdown en el álbum, Eastbury en el original de 1937), lugar de residencia del británico desde 1956 hasta su muerte.
En cuanto al álbum, tan solo se puede resaltar la labor de actualización que en él se hace al pasar a formato álbum, modernizando los uniformes de las personas que aparecen (pilotos de aviación, enfermeras etc.) así como todos los vehículos, ya sean trenes, aviones o coches, los cuales se adaptan a modelos más acordes a la época en que se retoca y redistribuye la aventura.

Al igual que sucedió en el libro anterior con la aparición de Allan Thompson, aquí podemos ver en los álbumes actuales la marca de whisky “LOCH LOMOND” en lugar de la denominación genérica de Old Scotch. Estos dos cambios (y algunos más en álbumes siguientes) se realizan en las aventuras a posteriori, para, con estos detalles, dar consistencia al conjunto de la obra, creando un halo de continuidad que invita a la complicidad del coleccionista o lector.

Al igual que sucedió en las entregas de “La oreja rota”, en esta ocasión hay otras cuatro planchas que pertenecen a la publicación original, que se han perdido a la hora de montar los tomos. Son un excelente tesoro de coleccionistas que ahora podéis descubrir y disfrutar:



