Marvel Planet of the Apes (El Planeta de los Monos)

Desde que era un chiquillo me han fascinado los quioscos. Es una obsesión que todavía me acompaña. Aunque ya no son lo que eran, no puedo pasar por delante de uno sin pararme a inspeccionar todas y cada una de las publicaciones que cuelgan de sus paredes. El tránsito de mi infancia a mi adolescencia tuvo como decorado aquellos quioscos inundados de las portadas de la legendaria editorial Vértice. Entre aquellas espectaculares ilustraciones y la página final del inefable Tumbita de Tunet Vila descubrí mis primeros comics de Jack Kirby y Steve Ditko, el inicio de Conan en nuestro país, magazines como el cajón
de sastre Relatos Salvajes y revistas de monstruos vistos bajo el prisma marveliano. Deambular por las calles mirando aquellos quioscos era una fuente de contínua sorpresa para mis ojos de niño, y me ha convertido en el penoso personaje que soy. 

A estas alturas quien más quien menos sabe que El Planeta de los Simios es una película mítica de 1968 basada en la novela homónima de Pierre Boulle. Seguro que también saben de la nueva y fallida versión que no hace tanto corrió a cargo de Tim Burton. Y los más interesados en el tema se acordarán de la serie de comics que a finales de los 70’s también publicó (cómo no) Vértice bajo el apelativo de El Planeta de los Monos, con una de aquellas creativas traducciones que acostumbraba la editorial. Una colección de sólo 29 números que replicaba casi simultáneamente la edición del magazine en blanco y negro de Marvel entre 1974 y 1977. En ella se adaptaban las cinco películas de la serie más algunas historias de creación propia ambientadas en el mismo universo y que complementaban la línea cronológica original rellenando lagunas argumentales. 

Las portadas, al estilo de The Savage Sword of Conan, eran de lo mejor visto entonces en comic. Con una orientación totalmente pictórica, suponían verdaderos anuncios luminosos que te impelían a mirarlas. Los eficaces Doug Moench y Gerry Conway, quienes ya habían escrito episodios de todos los grandes personajes de Marvel, así como de Doc Savage y Shang-Chi, corrían con la parte del león de los guiones. Desde luego, la parte principal del magazine se destinaba a la adaptación de las cinco películas, serializadas en capítulos y por orden cronológico. La primera de ellas, precisamente la mejor de la serie, es la que está llevada al comic de forma más tentativa guiada por un dibujo bastante impersonal y anodino para el tema tratado, pergeñado por un excesivamente superheróico George Tuska

Sería con la adaptación de su secuela y la llegada de un pletórico Alfredo Alcalá que da lo mejor de sí mismo, cuando la revista coge fuelle. Alcalá desarrolla un estilo siniestro y espectacular, con sangre pegajosa chorreando en cada viñeta y unos simios espeluznantes. Se ocuparía también de adaptar la cuarta película, La Conquista del Planeta de los Monos (Simios), donde vuelve una vez más a librarse de clichés con un trabajo notabilísimo que supera a la película. Estaría por decir que es en estos comics en donde alcanza la plenitud, más aún si cabe que en sus colaboraciones con John Buscema para The Savage Sword of Conan. Su puesta en escena, su caracterización desbocada de personajes, su capacidad narrativa, todo es deslumbrante y desasosegador al mismo tiempo en estas páginas. 

Tras Alcalá llegan otros rápidos, baratos y brillantísimos dibujantes filipinos que usaría Marvel en la época, para ilustrar versiones extendidas de las películas. Con escenas que no salían originalmente en pantalla, aunque sí en el guión, superan así los problemas de presupuesto que lastraron las secuelas fílmicas y plasman un Nueva York realmente devastado tras la guerra nuclear y unos mutantes que literalmente se derriten. El grafismo sucio de Rico Rival consigue hacer de la adaptación de Huida del Planeta de los Simios un comic vibrante y lleno de tensión que mejora su versión cinematográfica de nuevo. Pero parece que las estrecheces económicas acaban afectando también al comic, arrastrado por su falta de éxito comercial. La última película, la peor de la serie, es también la que peores dibujantes tiene y menos espectacular resulta, con un baile de artistas que no la favorece en absoluto, y en el que la labor del español Vicente Alcázar, y los filipinos Sonny Trinidad, Dino Castrillo y Virgil Redondo resulta deslucida y fuera de sitio. 

La revista incluía también interesantes artículos sobre las películas, el maquillaje, la serie de televisión y otras curiosidades que a los lectores de la época nos parecían tan atractivos como salidos de otro mundo. Ensayos totalmente serios que a uno le hacían entrar hasta las cachas en ese mundo de fantasía y disparársele la imaginación. Pero el plato fuerte eran las vertiginosas historias originales escritas exclusivamente para el comic. Seriales como Terror en El Planeta de los Monos, magistralmente dibujada por un increíble Mike Ploog, que se luce con los lápices y su empleo del tenebrismo, aunque en los estertores de la colección sería reemplazado por un menos lucido Herb Trimpe. La serie de Ploog se ambientaba en una época similar a la serie de televisión, con profusión de extraños mutantes, comunidades enfrentadas, un Ku Klux Klan simio y, finalmente, monos vikingos. 

Un par de curiosos relatos autoconclusivos llevaban el mundo de El Planeta de los Simios a la Edad Media. En la primera historia veíamos una oscura aventura de odios y luchas entre ejércitos simio y humano armados con cotas de malla y espadas, que si bien no encaja en el universo de las películas, sí que presenta una vuelta de tuerca atractiva y llena de imaginación, cercana a la fantasía heróica con mensaje pesimista. La otra historia, casi surrealista, se centraba en la ficción artúrica, con Camelot en El Planeta de los Simios. Un desbarajuste encantador que partía de la novela de Mark Twain Un Yanki en la Corte del Rey Arturo, y conseguía un resultado entre fascinante y descacharrante que ampliaba el espectro del mundo creado en los largometrajes, y profundizaba en los misterios de la llamada Zona Prohibida

Pero lo mejor de todo, junto a la fantástica aportación de Ploog, sería Crónicas de Historia Futura, un serial de piratas ilustrado por un insuperable Tom Sutton en estado de gracia. Un relato onírico, recargado, barroco y sucio hasta decir basta. Con unos simios siniestros, humanos animalescos, mutantes repugnantes y situaciones de un malsano sentido del humor, entre lo surrealista y lo poético. Todo un trip psicodélico llevado por el peculiar estilo de Sutton, totalmente diferente a lo que se podía ver en el comic comercial. Tristemente este hilo argumental quedaría inconcluso cuando una vez acabada la adaptación de las películas, se cierra la colección y las series en marcha quedan colgadas. Dudo mucho que alguna editorial actual, pongamos Dark Horse, recupere algún día Planet of the Apes en un par de esos tomos tipo guía telefónica, pero si así fuera, yo estaría el primero en la cola. Aunque no tuviese que recorrer quioscos. Sería bestial.