La “muerte” (o desgaste) del formato Omnigold
Uno de los grandes retos del lector y/o coleccionista de cómics es preservar sus ejemplares a lo largo de los años, para poder disfrutar el máximo tiempo posible de dichos números.
En el discurrir de la historia de los tebeos en España han sido muchos los formatos que han pasado por las manos de los cientos de miles de lectores que disfrutaron de décadas de aventuras de sus personajes preferidos. Desde el estilo apaisado en papel de prensa en el que se leían en los años cincuenta aventuras de colecciones como “Hazañas bélicas” o “Roberto, Alcázar y Pedrín”, pasando por las publicaciones en grapas de diversas series o las legendarias “novelitas” pertenecientes al volumen uno de la editorial Vértice, los formatos de edición han ido evolucionando con el tiempo, en parte innovando con respecto a ediciones internacionales (Bibliotecas Marvel) y en parte trasladando otros ya estandarizados (el de novela gráfica, por ejemplo).
Centrándonos en el mercado superheróico (donde el tebeo pasa de ser un elemento de distracción pasajero a artículo preciado de colección), la selección de un formato ideal para el lector se convierte en un caro ejercicio que le obliga a renovar sus colecciones a medida que las nuevas reediciones de las antiguas series van saliendo a la venta.
Para el aficionado Marvel español en concreto, las reediciones comenzaron en los setenta, cuando Vértice (ante la escasez de nuevos materiales que editar) decidió volver a publicar las mismas aventuras que se leyeron adaptadas a formato novela de lomo encolado en el volumen uno, transformados en formato cómic americano cosido por grapas centrales (lo que sería el volumen tres). Estos cómics eran en blanco y negro hasta finales de los setenta, y ya en sus últimos números editados, lanzaron el formato grapa pero a color.
Durante los ochenta el formato de grapa a color sería el utilizado por Surco y Bruguera, además de serlo por Forum en sus inicios. Pero mientras Surco y Forum optaron por publicar material inédito, Bruguera publicó el 90% de su fondo Marvel sobre ediciones de números publicados anteriormente por Vértice (recortando viñetas y páginas y con traducciones terribles y reinterpretativas, creando diálogos distintos a lo publicado en U.S.A.).
No es hasta principios de los noventa que Planeta (desde su división de cómics conocida vulgarmente como Forum) comienza a publicar formatos de reedición de mayor número de páginas y en lomo cosido, agrupando sagas legendarias de las distintas colecciones. Fueron las cabeceras “Obras maestras” y “Orígenes Marvel” las que abrieron el camino a formatos desconocidos que ilusionaron al aficionado, y donde comenzó el terrible vicio de conservar, en mejores formatos, las etapas memorables de cada colección (hay que recordar que, por ejemplo, el “Born again” de Daredevil se publicó inicialmente como complemento de Spider-man).
A día de hoy, el formato más alabado por la mayoría de los usuarios de tiendas especializadas es el conocido como OMNIGOLD, que es un tomo con gran cantidad de páginas (de 400 a 800), editado en tapa dura, y con el que el aficionado completista y/o coleccionista puede agrupar gran cantidad de cómics americanos a un coste proporcionalmente económico (en cuanto al precio unitario de cada número contenido en el tomo).
Otra de las ventajas que argumentan sus numerosos seguidores es la estética al figurar en la estantería dichos tomos (en cuanto a uniformidad y alineación), así como la solidez de la edición o el contenido de extras y artículos aclaratorios en el mismo.
Y no deja de ser cierto que la faceta coleccionista que habita en cada lector está satisfecha con estas características novedosas. Sin embargo este mismo formato posee unas debilidades que pueden convertirlo en una edición no deseada por la faceta lectora-compulsiva del comprador.
Uno de los principales inconvenientes de los omnigold es el peso: Al contener tal cantidad de páginas, el manejo de uno de estos tomos convierte el ejercicio de su lectura en imposible si se quiere leer acostado en la cama, o en una sesión de halterofilia en la que, habitualmente, podemos sufrir ciertas molestias en los brazos al mantener suspendido el libro durante un periodo largo de tiempo (40 minutos, por ejemplo), un problema que no se puede solucionar con un atril o apoyando el tomo en una mesa debido a que su gran número de páginas hace inviable el poder abrirlo de par en par.
Este último detalle me da pie para comentar uno de los clavos en el ataud del formato: El temido “clac”.
El “clac” es el sonido que cualquier comprador de estos formatos teme, y es el producido cuando se intenta abrir en exceso el omnigold y se rompe uno de los encolados que unen las agrupaciones de páginas de su interior, emitiendo el temido crujido.
Lo más sencillo sería decidir no aperturar en exceso el tomo durante su lectura. Sin embargo, dependiendo de las aventuras contenidas y reeditadas, esta decisión puede ser inviable si se quieren disfrutar de ciertas “splash pages” (páginas completas o dobles) o ciertos bocadillos alojados cerca del margen que corre cerca del lomo.
Ese “clac” se suele reflejar físicamente en una irregularidad en la zona de adherencia y cosido junto a lomo y en una apertura forzada en esa zona del omnigold cada vez que se vuelva a abrir por esa página, quedando “herido” el tomo de por vida.

que hemos visto en muchos libros. Aún siendo una consecuencia que no aparece hasta pasado bastante tiempo (por lo que es posible que aún no la haya sufrido ningún lector, debido a lo reciente del formato), es otra característica negativa anotada en el debe del omnigold.
La última debilidad del formato reside en su lomo y es otro defecto que aparecerá en el futuro de aquel
Efecto “U” de las páginas centrales de un libro de más de 500 páginas, después de varios años en una estantería
que hemos visto en muchos libros. Aún siendo una consecuencia que no aparece hasta pasado bastante tiempo (por lo que es posible que aún no la haya sufrido ningún lector, debido a lo reciente del formato), es otra característica negativa anotada en el debe del omnigold.
El lateral se compone de un lomo de cartón que no está unido al lomo de costura de las páginas y que se encuentra adherido a las tapas de cubiertas por la propia lamina de impresión de dichas tapas. Esta unión es débil, para facilitar la apertura del tomo, y, con el paso del tiempo, la lámina se vuelve quebradiza, pierde elasticidad, y termina por partirse, separándose del tomo y dejando el lateral sin protección.
Es un efecto que conocemos de ediciones como los Superhumor, los Asterix o los Tintín, los cuales, a base de muchas relecturas y aperturas terminaban por perder el “canto” donde aparecía el título del tomo.Evidentemente, la solución a dos de estos tres aspectos negativos del formato pasa por leerlos lo mínimo posible, para preservarlos de abrirlos en demasía. Y, posiblemente, sea ésta una solución que muchos compradores pongan en práctica, debido, sobre todo, a que las aventuras contenidas en dichos tomos son historias muy leídas y archiconocidas por sus adquisidores, los cuales las han disfrutado mil veces en otros formatos anteriores. Son los que yo denomino los coleccionistas completistas, es decir, lectores veteranos con solvencia económica que buscan ediciones con el máximo número de cómics americanos incluidos en un tomo, con buena rotulación, papel, color digitalizado y traducción, en un formato sólido que viste mucho en la “comicteca”.
Sin embargo, yo, como lector empedernido que soy, no puedo acumular tomos con el simple objetivo de “vestir un estante para que quede bonito”. Los cómics son un entretenimiento que se disfruta al leerlos y así cumplen su función y para mí, que he leído, leo y leeré mi “tebeoteca” antes, ahora y en el futuro, el formato omnigold se me antoja incómodo y frágil. ¿Y por qué tengo algunos? Por la sencilla razón que hay números y colecciones que sólo han sido publicados en este formato en español.
Una vez analizados los pormenores del omnigold y expresada mi opinión (absolutamente subjetiva) sobre su utilidad, no puedo sino reconocer que, para aquellos aficionados a Marvel que quieran tener etapas completas de ciertos personajes en una edición cuasi definitiva, es una buena elección su adquisición.
Para mí, el mejor formato sigue siendo la grapa (siempre y cuando no mezclen colecciones en la misma), seguido muy de cerca por el formato que ECC está utilizando en su edición de ASTRO CITY, un libro de tapa dura, de unas 120-200 páginas con un contenido de unos seis a diez cómics americanos.
¿Y el tuyo? ¿Cual es tu formato ideal?