La industria del cómic hasta 1930 (II)

La segunda metamorfosis se producirá alrededor de 1915. Hablamos del nacimiento de los “Sindicates“. Los “sindicatos” son agencias que centralizan, canalizan y comercializan informaciones y material periodístico. El primer sindicato será el “International New Service“. Los periódicos habían sido los encargado de la contratación de los dibujantes y del control de su obra así como de su difusión pero la inclusión de estas agencias en el marco de la historieta permitió a los diarios formalizar un contrato por un determinado personaje o historieta siendo libres de todo lo que rodeaba a la producción con anterioridad. Se produce el fin de la etapa periodística en beneficio de un elevado nivel capitalizado de división del “trabajo y de la producción. El material norteamericano gozará, a partir de ahora, de una amplia difusión internacional.

Las primeras consecuencias en el anterior esquema, las encontramos en lo referente al artista. Este se incorpora como empleado de una empresa en la que debe adaptarse a unas normas preestablecidas por ésta, empobreciendo la fantasía de su “trabajo “teniendo como contraprestación un mayor enriquecimiento personal. Fruto de la mencionada división del trabajo, se introduce la figura del guionista. La obra será, ahora, fruto de dos cabezas (o ideado por una y ejecutado por otra). El cómic alcanzará, por regla general, un mayor nivel a partir de los años ’00 cuando la explosión de nuevos géneros requiera una mayor investigación socio histórica en la creación de los mismos, es el caso de “Buck Rogers” (D. Calkins y R.F. Nowlan) en 1929 o “The Phantom” (R. Moore y L. Falk) en 1936, por poner dos ejemplos.

Los sindicatos realizaran, sociológicamente hablando, la misma función que venían realizando los diferentes periódicos a comienzos de siglo. Los cómics encarnaban un producto fácil consumo por ser un medio de comunicación “intelectualmente asequible” y la proyección de unos valores sociopolíticos muy determinados. Con ellos nace las “Family strips” que recogen episodios hogareños pero siempre respetuosos con la “tradicional institución familiar (“The Gumps“, 1917, de Sidney Smith), de las que derivaría las “Girl strips” cuyas protagonistas serán personajes femeninas en las que se tratarán temas como la moda (“Wínníe Wínckle“, 1920, de Martin Branner), la huerfanita (“Líttle Orphan Anníe“, 1924, de J. Crawford y J. Arthur) o el matrimonio norteamericano (“Blondie“, 1930, de Chic Young). También mostraran las modas sociales como los automóviles (“Gasoline Alley‘, 1919) o aventuras basadas en el cine o la literatura como “Wash Tubb!a” (1924) de Roy Creane.

La obra final recibirá cambios muy significativos. Los factores expuestos anteriormente producen una estandarización de las historias como representación de la industrialización del cómic, los dibujantes abandonan las fantasías del “modern style” para adaptarse a formatos preestablecidos. Estos formatos serán la daily-strip, que ocupa un fragmento de página de contenido heterogéneo (narración completa -gag- o seria una ­historia larga-), con una publicación diaria o semanal, el comic-book que aparecerá en los años ’30, o la proliferación de daily-strips que reducieron el formato en pos de una economía de publicación. Esto supuso una simplificación y un esquematismo gráfico (personajes apiñados, desaparición de los detalles, no hay espacio para los decorados, …), esto se agravó con los periódicos de formato tabloide: Daily Mirror (1903) o New York Daily News (1919). A todo ello se le añadirá el poder del sindicato para retocar tiras, para suprimir viñetas, modificar lenguajes o elegir el sucesor de una determinada colección.

El triangulo compositivo ha variado en tan sólo veinte años de forma significativa pero hasta los años 60, cuando se busque publicar lejos de las grandes “maquinarias editoriales” y surjan nuevos géneros, no sufrirá modificación.

En 1929 habían nacido dos series de temáticas diferentes: Tarzán de Harold Foster y Buck Rogers de D. Calkins (dibujo) y P.F. Nowlan (guión), a lo que se le unirá Dick Tracy de Chester Gould, todas bajo las directrices del News Syndicate. En 1933, el King Feature Syndicate pasa al contraataque y lanza tres nuevas series con un mismo autor: Alex Raymond, “Secret Agent X-9” (en oposición a Dick Tracy), “Jungle Jim” (a Tarzán) y “Flash Gordon” (a Buck Rogers). La competencia había dado un nuevo fruto, la Edad de Oro del cómic norteaméricano había nacido y con ellos, los años ´30.