La ciudad de los zombis, un análisis urbanístico

Para el cómic de superhéroes, la gran ciudad norteamericana ha sido siempre toda una fascinación que además ha formado parte importante en su estructura formal: nuestra mente está llena de la típica imagen de tipos columpiándose o sobrevolando el skyline de los gigantescos edificios de rascacielos. La inspiración fundamental siempre ha sido Nueva York, esa urbe fundada en su origen por colonos holandeses y que con el paso de apenas unos siglos se ha transformado en un lugar cosmopolita y lleno de vida, enfebrecido por la construcción en vertical debido a la escasa disposición de suelo y a la alta acumulación de inversores; en definitiva, una de las capitales del mundo. Gotham o Metropolis son algunas de sus versiones en papel, o incluso ha prestado su nombre real, como en el caso de Marvel. Pero Nueva York es una urbe muy habitada por sus ciudadanos, y no es la típica ciudad estadounidense. Es más, probablemente su morfología responda más a una gigantización del tipo europeo, donde los cascos urbanos son densos debido a la menor disposición de terreno y a la acumulación de estratos de las diferentes civilizaciones superpuestas que han pasado por su corteza. Quizás sea más típicamente norteamericana la imagen del granjero que aparece en la serie Smallville, o al menos es lo que más se da, pero antes de profundizar en esto hablemos de otras cuestiones previas necesarias para entender mejor las ideas que aquí queremos exponer.

“Los muertos vivientes”, en el fondo, nos parecen una actualización del cómic de superhéroes en el siglo XXI: igualmente los protagonistas son seres con una habilidad fundamental, la de sobrevivir en un contexto de peligro (el apocalipsis zombi representa la crisis económica, energética, de valores, etc. en la que estamos inmersos hoy día), y cada uno de ellos pues destaca en algo concreto que le hace especial, como disparar, liderar, pelear, escabullirse, etc. Pero Robert Kirkman, aunque inicia la acción en una urbe sureña de importancia –Atlanta– elige representar la acción principal de su obra superheroica en otro tipo de escenario externo a las grandes ciudades, idea creemos que más acorde para acercar con fidelidad la idiosincrasia de esa otra parte del país.

Básicamente ésta es la trayectoria histórica que lleva a la configuración actual de su territorio: los colonos del territorio americano, sobre todo al norte del continente, entendieron desde el principio que debían extenderse por él y ocuparlo en toda su amplitud para dominarlo, porque nada de la cultura que allí había les supuso de interés. Es una realidad que hicieron tabula rasa, y empezaron a construir de cero. En la práctica, esto suponía mucho espacio disponible y muchas riquezas por explotar. Cuando se llegó a la otra costa, la oeste en el Pacífico, el país quedaba ya dominado urbanísticamente por las grandes ciudades que fueron apareciendo en el proceso, pero parece que la gente aprendió a vivir separada, y además motivado por otra serie de factores causados por el capitalismo feroz, condicionaron el tipo de dispersión urbana al que actualmente se ha llegado, donde es inconcebible idear apenas ningún trazado de transporte público para los desplazamientos (¿cuál sería la ruta principal?). Se creó el sueño americano, motivando a sus habitantes a la expansión por las vastas extensiones del continente para controlarlo. Eslóganes arquitectónicos como “La casa de la pradera” (Prairie House) del fundamental arquitecto Frank Lloyd Wright espoleaban a la población para asentarse y animarlos a luchar contra los elementos que tamaña empresa supone (región inhóspita y solitaria, de huracanes, terremotos, climas extremos, indígenas lógicamente hostiles).

La praxis de “Los muertos vivientes”, en los más de 70 números aparecidos hasta ahora, ha tenido lugar en varios estados de la costa sureste de los Estados Unidos. Kirkman no gusta de airear su vida privada, pero parece que es oriundo de esa zona. Todo se origina en Kentucky, donde Rick Grimes despierta del coma en el hospital. Entonces recorre 500 Km y se traslada al estado de Georgia en busca de su familia, por ser su mujer de allí, y a partir de aquí se emprende un primer viaje del grupo formado hacia el sur. Con la llegada de Abraham, Rosita y Eugene se emprenderá el segundo viaje de las aventuras descritas hacia el norte, en busca de la ciudad de Washington. En esta fabulosa aportación que ofrecieron los compañeros de “Sigue al conejo blanco” podemos ver todos los acontecimientos situados en imagen aérea real de Google Earth (en algunos casos las suposiciones son sólo orientativas, un poco libres).

Atlanta (Georgia) es la primera ciudad que aparece en el argumento, y donde Kirkman y sus dibujantes más se detienen en narrar la visión urbana que de las grandes ciudades tienen. En primer lugar, hay que decir que presenta diferencias notables con Nueva York. Para situarnos bien en el contexto, conviene decir que Atlanta es una metrópoli de clima bien definido (veranos calurosos, con abundantes lluvias, e inviernos suaves-fríos) y que celebró los Juegos Olímpicos de 1996, lo que le supuso un gran motor de crecimiento. A día de hoy es la tercera sede de los EE.UU. con más número de empresas en su suelo; alberga la central de grandes compañías como Coca-Cola o Fortune-100. ¿Qué significa esto? Pues que en su urbanística mandan más las empresas que el propio gobierno del estado, si algo no les gusta simplemente se trasladarían y pagarían sus impuestos en su nueva localización, lo que no conviene para la administración del lugar y por eso se les da carta blanca.

Consecuencias importantes para su tejido de ciudad son que el capital se concentra en un escaso territorio, el del centro urbano (apareciendo la competición en altura entre empresas, o sea, morfológicamente los rascacielos), y sin ciertas normas lógicas de higiene formal las construcciones se desparraman ocupando gran parte del trazado y apareciendo multitud de infectos callejones sin luz que vemos en muchas películas o tebeos. También, el valor del suelo se incrementa descomunalmente y ello provoca que la población que reside en él termina por desplazar su residencia a las afueras. Otro fenómeno brutal que se produce es que las grandes multinacionales realizan constantemente operaciones de especulación del suelo, demoliendo edificios y dejando grandes descampados en pleno centro, esperando que se revaloricen y poder venderlos a una compañía más fuerte; esto se conoce como el efecto Donut, ya que la gran ciudad genérica estadounidense se está quedando vacía por su ombligo, dicen algunos teóricos urbanitas. Es una diferencia importante con Nueva York, mucho más habitada en sus espacios. Actualmente, en Atlanta habitan 250.000 personas, la mayoría viven solos y son ricos, y otras 250.000 se trasladan diariamente desde los alrededores hasta el centro para trabajar, comprar y acceder a los servicios básicos, todos ellos en su vehículo privado. Las distancias que han de recorrer son descomunales en comparación a lo que estamos acostumbrados en Europa, y viajan a través de grandes infraestructuras a escala territorial–autopistas de varios carriles, grandes puentes, inmensos nudos- que penetran en la totalidad de la configuración interior urbana. Con lo ya dicho hasta ahora sobra decir que una ciudad de este tipo es incómoda para pasear por el mero placer de hacerlo, es descomunal en todos los sentidos para la escala humana, pero si sumamos la gran diferencia de riqueza y pobreza entre los habitantes del centro de la ciudad, los primeros trabajando allí y por lo tanto no habitando la calle, y entre los segundos muchos que llegan esperanzados y acaban malviviendo sin techo en un colosal centro de negocios lleno de gente podrida de dinero… se puede imaginar el alto índice de conflicto criminal que se produce.

Ésta es la ciudad a la que llega el protagonista de nuestra historia, Rick. Se une a un grupo que habita en las afueras del casco central, cercanos a un bosque. No hemos dicho que es una actuación típica de los políticos yanquis la de introducir donde pueden grandes bolsas de espacios verdes para cumplir índices estadísticos de calidad ambiental, inconexas entre sí y a modo de enormes pegotes entre las zonas de asfalto, sin mucho sentido de hacer habitable la ciudad, ¿quién va dando un paseo para ver a su amigo a través de un “parque” que tardaría horas en atravesar? Al final sólo se hace presente el hormigón (podemos fijarnos en la imagen aérea que ofrecemos más arriba). La verdad es que vista desde un análisis urbanístico la ciudad de Atlanta ya nos parece insegura e incómoda, pero además Kirkman en su guión refuerza el concepto, minándola de zombis. Las grandes ciudades en su obra son el lugar más peligroso, donde se acumulan mayor aglomeración de no muertos, y las escenas de los zombis que llegan desde ella a través de los bosques y hasta el campamento que han establecido para pasar la noche constituyen momentos escalofriantes, de ahí la necesidad acuciante que sentirá Rick de levantar las tiendas y alejarse de las ciudades todo lo posible, no utilizándolas más que como un almacén de víveres.

Probablemente, la metáfora que introduce Kirkman con sus monstruos es que la ciudad norteamericana, concebida desde la perspectiva que hemos descrito aquí, es inhabitable en cierta medida. A nuestro entender es bastante así, pues los protagonistas del relato acaban por hacer del viaje por el territorio su seguro de supervivencia. En sus aventuras se mueven por amplias regiones, como decimos, evitando las grandes aglomeraciones urbanas y siguiendo otro tipo de rastros de humanidad a través de las grandes vías de comunicación terrestres, apartando vehículos de la carretera, apropiándose de otros para desplazarse y en general moviéndose bastante para encontrar provisiones. Son bestiales los saltos que se van produciendo en el paisaje, pues aparecen chalecitos dispersos colgados de una autopista de varios carriles en cada sentido. O pequeñas barriadas que surgen de repente en la vastedad, con grandes casas exentas –el espacio ocupado no es problema-, de perímetro ajardinado (ejemplo ilustrador puede ser la casa de los Simpsons), pero que nunca serían consideradas un pueblo puesto que no cuentan con ningún servicio y la mayor parte del día están deshabitadas y sólo son ocupadas para dormir, necesitando el coche para todo, por supuesto. Podemos decir que buena parte del territorio estadounidense está poblado, pero en general la impresión que nos llevamos es la de un lugar deshabitado, vacío, y con gente poco habituada al típico “trato de vecinos” que por ejemplo sí se da en muchos sitios de España. Así, los zombis son llamados caminantes, viajan en rebaños,… se mueven en su lúgubre danza en busca de su alimento, la carne viva. Lugares como la granja de Hershel, solitaria y rodeada de amplias zonas de campo acaban siendo sitios terroríficos por su desolación.

Por todo lo descrito aquí, consideramos inquietante el carácter que adquiere la forma de habitar el espacio por parte de muchos norteamericanos al este, sur y centro del país (al oeste difiere por la influencia de la urbanística hispana), y nos afirmamos en la hipótesis de que Kirkman lo está usando como uno de los pilares de su narración para esta obra. Como ya es sabido, a través de los tebeos -en su doble vertiente imagen y palabra- somos capaces de aprender mucho de la cultura donde se producen, en este caso particular de “Los muertos vivientes” nos incide continuamente en un tipo de Ordenación Urbana y Arquitectónica, se convierte en un recurso argumental de relevancia.