Cenit y ocaso de los primeros X-Men
Hoy día no existe persona que ignore quienes son los X-Men. Aunque la pregunta tendrá múltiples respuestas, dependiendo a través de qué medio haya conocido el entrevistado a los personajes.
Para los que han llegado al concepto mutante desde el cine, la respuesta será muy parecido a la de los que se engancharon a los héroes con Chris Claremont en 1976: Lobezno, Tormenta, Rondador Nocturno, Coloso…
Si preguntamos a lectores de la serie que se sumaron en torno a los noventa, para ellos el equipo será: Rogue (Pícara), Gambito, Psylocke (Mariposa Mental), Lobezno, Bishop… Y así podríamos continuar, extrayendo mil composiciones distintas para el grupo. Pero lo cierto y verdad es que todo comenzó con un grupo de seis personas, allá por septiembre de 1963.
Stan Lee ya había creado al panteón sagrado de la Marvel. En sus cómics habían aparecido (ya con éxito) Los Cuatro Fantásticos, Spiderman, Los Vengadores, Daredevil y Hulk. Entonces recurrió a crear un nuevo grupo con una premisa distinta a las anteriores. En todos los cómics lanzados por Marvel en sus dos primeros años, los poderes de los héroes solían ser consecuencia de accidentes, experimentos o acciones inducidas exteriormente a los propios personajes.
Pero para la nueva serie se planteó un concepto nuevo: personas ya nacidas con poderes extraordinarios. Y esta era la baza fundamental de la cabecera. No eran personas que habían tenido que adquirían nuevos poderes, eran personas que tenían que aprender a vivir en una sociedad de seres normales habiendo nacido distintos. La eterna premisa “utilizar nuestros poderes para defender un mundo que nos odia” se convertía en un mantra que la mitad de los mutantes (así llamados por Lee a los nacidos con poderes sobrehumanos) de la serie asumían en su vida, mientras que la otra mitad rechazaba.
Los seis primeros mutantes conocidos en Marvel conformaron la Primera y Original PATRULLA X (X-Men). El profesor Xavier, Cíclope, el Ángel, la Bestia, el Hombre de Hielo y la Muchacha Maravillosa aprendían a utilizar sus poderes en pos del mundo, mientras que el Sapo, Mente Maestra, Mercurio y la Bruja Escarlata (con Magneto a la cabeza como líder) pensaban que el destino les había provisto de poderes para regir el mismo mundo.
El conflicto y el tratamiento de los personajes era novedoso, pero no parece que esos conceptos fuesen del agrado de la mayoría de lectores. De manera que la serie, a pesar de arrancar con dos pesos pesados en su timón (Stan Lee y Jack Kirby), no lograba igualar las ventas del resto de colecciones. Unus el intocable, Juggernaut, El Desvanecedor, Lucifer, El Extraño, Bolivar Trask y los Centinelas, La Mole, … ninguna de las amenazas contra las que se enfrentaban parecían incentivar al lector. Todo esto supuso que a partir del número 12, Kirby (quizás sobrecargado de trabajo) empezase a realizar solo bocetos que eran acabados por JAY GAVIN, marchándose de la colección en el 18. Esto supuso un descenso de la calidad gráfica, además de una pérdida importante de los nuevos conceptos introducidos.
En el 20 es Stan Lee quien deja la colección en manos de un muy joven Roy Thomas, el cual, acompañado por Werner Roth y Don Heck, llevará a la serie (con más o menos acierto) a través de aventuras de tono mediocre. Durante un parentesis, Thomas es sustituido a los guiones Gary Friedrich, el cual iniciará una saga que culminará Arnold Drake, llevando al grupo a una renovación estética (cambio de los uniformes de la escuela por uniformes personales no muy bien diseñados) y otra motivacional (Xaviers muere y han de seguir ellos solos adelante). A todos estos cambios se le sumo la llegada por dos números de un nuevo personaje al elenco de héroes y a un dibujante revolucionario: Lorna Dane (Polaris) y Jim Steranko.
Mientras que los Vengadores se caracterizaban por alterar la composición del grupo cada pocos números, los X-Men habían sido fieles al espíritu de familia inspirado por los 4F. De modo que la llegada de un personaje afín al grupo era una idea revolucionaria y, a la vez, una premonición de lo que décadas después sucedería en la colección. Steranko tan solo realizó la portada del 49 y los números 50 y 51 completos. Pero incluso siendo muy corto su recorrido gráfico en la serie, marcó el inicio del canto del cisne de la colección, la cual crecía en calidad, pero no lograba remontar las cifras de ventas.
Tras un lapsus de un número (dibujado por un primerizo Barry Windsor-Smith) comenzaría la saga del Monolito Viviente, la cual traería (igual que antes) a un nuevo personaje y a la pareja de autores que encumbraría la serie poco antes de su cierre: Alex Summer (Kaos), Roy Thomas y Neil Adams.
Aunque la saga comienza en el 54 sin esta pareja, son ellos los que la culminan de forma magistral. Y, partiendo de este punto pudimos disfrutar de unas sagas sin parangón (La vuelta de los Centinelas, Saurón y la Tierra Salvaje y la vuelta triunfante de Magneto) que nos llevarían al número 66, último de la serie en cuanto a historias nuevas (ya que en lugar de cancelar la misma, se decidió seguir la numeración pero reeditando historias antíguas). La calidad gráfica de Adams en estos números es increíble, siendo acompañado por unos guiones que (a diferencia de la primera etapa de Thomas en la serie) han sabido envejecer muy bien, ya que su lectura sigue siendo tan fresca hoy como cuando se escribieron.