[Releído] Hellblazer, de Garth Ennis
Pues tonteando, tonteado, ayer noche mismo dí el cierre al cuarto tomo de Un cínico a las puertas del infierno de la edición de Norma. Esto es lo que viene a ser el Hellblazer #83, o el final de la larga etapa de Garth Ennis en la serie.
Y el comienzo del guionista en la serie no pudo ser más explosivo: Constantine condenado a muerte por un cáncer de pulmón. Cuando leí la saga la primera vez, editada en tres tometes por Zinco, me quedé alucinado y cabreado. Alucinado por lo que acababa de leer. Cabreado por el increíble salto de material que se había dado en la serie y porque no tenía pinta de seguir editándose. Curiosamente fue Norma la que se quedó con los derechos y comenzó a publicar semirregularmente las desventuras del personaje.
Y precisamente por ser la primera etapa más regular y continuadamente publicada por éstos lares quizá sea una de las más alabadas. Y yo pensaba exactamente lo mismo. Sólo que ésta última relectura, ya más saturado y leído sobre el personaje, me ha empañado un poquito ésa visión.
No cabe duda que la versión de Constantine de Ennis tiene carisma. Su primera saga es espectacular. Y a partir de ahí tiene un hilo conductor bastante definido que remata en su última saga. Pero…
Si te gusta el Ennis de toda la vida es un poco más de lo mismo, y la serie quizá pierda el contenido de horror que estaba presente en la anterior etapa de Delano o en la primera saga de Ennis. Lo que más encontramos aquí es lo que suele gustarle al irlandés: unos tipos hablando en un bar, en un sofá, en un coche, en la calle, debajo un puente… sobre temas escabrosos.
Y precisamente con la inclusión del personaje que prácticamente es el motor central de gran parte de la etapa, Kit, es cuando el amigo Constantine empieza a dejar de ser el personaje que conocíamos hasta ahora. El enamoramiento de John, el comportarse como un colegial enchochado en algunas ocasiones, la depresión post-relación… No sé, no sé…
Pero en contraposición tenemos ése Diablo que no es el demonio (quien quiera tenerlo claro que se lea la última saga), ése hijo de Chantenelle y Tali (¿semillita quizá de lo que sería Preacher?), el tratamiento que da a los amigos de Constantine, los diálogos (¡menudos diálogos!)…
Y en el apartado gráfico contamos en gran parte de los episodios con el amigo Esteve Dillon, con ése dibujo claro y limpio, pero capaz de resultar desagradable o exageradamente explícito cuando se trata de plasmar la violencia y sus resultados en la anatomía humana. Lo cual respalda la sensación de que la serie ha dejado de ser de miedo sobrenatural para ser de miedo a lo que es capaz de hacer un ser humano a otro. Un Dillon que se acoplará perfectamente a los guiones de Ennis para dar lugar luego a la mencionada serie de Preacher.
Una de cal y una de arena. Un Constantine más cabronazo por un lado y más patético por otro. Una irlandesización velada de la serie (o no tan velada) alejándose de la britanización a la que Delano la había sometido. En la parte del terror cambiamos lo paranormal por amenazas más religiosas , ya que pasamos de demonios ávidos de almas humanas al eterno enfrentamiento entre ángeles y demonios. Es más, como he comentado ya, a menudo se pierde el aliciente paranormal para que las amenazas sean realmente personas humanas, en muchas ocasiones más peligrosas y crueles que cualquier ser ultraterreno. Un Hellblazer igual, pero distinto (¿recordáis lo que mencionaba de las versiones del personaje?). Y aún así el balance general de la etapa es bueno.