“Un amigo para Frank”, de Jake Schreier

Un amigo para Frank cartel

Un amigo para Frank cartelUn debut muy interesante el de este director neoyorkino, presentado en Sundance y que ha tenido bastante éxito, debido a un equilibrio muy logrado entre una historia dramática ambientada en un futuro cercano que la adscribe al género de la ciencia-ficción y una serie de peripecias que la acercan a la comedia, contando además con una serie de reflexiones sobre temas como el efecto que tiene la tecnología en las personas y en las relaciones familiares.

Robot & Frank, título original de la película, podría tratarse de un capítulo de la serie británica Black Mirror si no fuera por su tono optimista. Protagonizado por Frank Langella dando vida a un ladrón de guante blanco especializado en joyas que se retiró hace tiempo y que vive solo en el estado de Nueva York, en un pequeño pueblo. A través de la visita de su hijo Hunter, nos enteramos de que ha tenido una vida difícil, que ha pasado por la cárcel y que para colmo, ahora está perdiendo la memoria y comportándose cada vez de forma más errática. Para quedarse más tranquilo, Hunter le compra un robot doméstico que le ayude con las tareas del hogar, le prepare la comida y en definitiva le lleve por un camino más sano.

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La ambientación es esencial en estos primeros compases de la película, en un futuro cercano pero plausible, donde las comunicaciones son con videopantalla, los coches algo más modernos y la robótica ha avanzado unos pocos pasos. Pero todavía estamos lejos de los androides todopoderosos presentados en películas como Yo, robot; aquí el nuevo compañero de Frank es muy parecido al modelo HONDA ASIMO japonés que ya existe, este que parece un astronauta en miniatura, aunque con la suficiente envergadura como para que quepa un actor dentro del traje –el presupuesto de la producción es ridículo: 2,5 millones de dólares-.

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La película va discurriendo por el camino de la comedia más asequible y entrañable, mientras se va construyendo la relación entre ambos, pasando del rechazo inicial a la indiferencia y luego a la necesidad. Juntos intentarán impresionar a la bibliotecaria del lugar, una Susan Sarandon que se reserva la mayor sorpresa de la trama en su desenlace y luego idearán una vuelta a la anterior vida del protagonista, aunque implique delinquir de nuevo.

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Langella está muy bien en este papel, con mucho carisma, pese a tirarse la mayoría del metraje hablando con el robot. Sus problemas de salud y la relación con su familia ponen el toque dramático y se pasa de puntillas por otros temas, como la digitalización de los libros, la sustitución de personas por robots o la curiosa forma de interaccionar con la tecnología, que al final siempre nos cambia, sea para bien o para mal. Sus hijos están interpretados de forma correcta por James Marsden, con el que repite tras la desconcertante The Box; y Liv Tyler.

La película es muy sencilla, pero se hace entretenida, graciosa y simpática y no deja de tener un poso de drama muy interesante alrededor del personaje de Langella, que va perdiendo sus recuerdos poco a poco. Recomendable.