Crítica Superman, el hombre de acero
Cada vez es más frecuente que los grandes blockbusters del verano vengan precedidos por enormes campañas de marketing que sitúan las expectativas del espectador a un nivel altísimo; tanto, que cuando llega el día del estreno es raro que no se sepa no ya solo el argumento, sino prácticamente toda la película, incluidos muchos de sus detalles. Por desgracia, con Man of Steel dichas expectativas no se han visto satisfechas y una vez vista la película se puede afirmar que lo mejor de la misma se encontraba en el trailer. Más o menos como ocurrió el año pasado con Prometheus.
Con Christopher Nolan como productor -como director ha sido una de las apuestas seguras de la Warner en los últimos años: la trilogía de Batman u Origen-, el personaje se aleja de la esencia más conocida por el gran público, en un intento de modernizarlo, si entendemos dicho término como convertirlo en un personaje más de videojuego que se pasa una enorme parte del metraje pululando por la pantalla a una velocidad increíble, como si se tratara de un borrón. Nolan contó de nuevo con la colaboración de David S. Goyer, uno de los guionistas más exitosos de los últimos años, gracias a estar ligado al género superheroico –también ha hecho sus pinitos en televisión con la decepcionante Flashforward y la todavía por explotar Da Vinci’s Demons-. La historia de ambos comienza con los últimos estertores de un planeta moribundo, Krypton y continúa con el viaje en la Tierra de uno de sus supervivientes, un joven Clark Kent en busca de respuestas, mientras va ayudando donde puede aquí y allí. Hasta que logre encontrar un vestigio de su pasado, desencadenando sin querer una invasión kryptoniana del planeta, por lo que el protagonista tendrá que decidir de qué lado quiere estar. Mientras se va contando la trama principal, en paralelo y a modo de flashback se nos ofrecen numerosos momentos del pasado de Clark Kent en Smallville, el pueblo de Kansas donde sus padres adoptivos lo criaron como uno más de la familia.
La elección de Zack Snyder para la silla de director no carecía de cierto riesgo. Su mejor película sigue siendo su debut con Amanecer de los muertos. Su siguiente trabajo le valió ganarse la atención de todo aficionado a los cómics y el inicio de una extensa colaboración con la Warner: la exitosa adaptación de 300, la obra de Frank Miller; lo que le valió años después rodar Watchmen. Grandes superproducciones que no acababan de convencer y a las que siguieron una película de animación con búhos parlantes y un proyecto personal muy vistoso pero vacío de contenido: Sucker Puch. Sin duda no son los mejores credenciales para ocuparse de un reboot millonario que tiene en el punto de mira instaurar una franquicia cinematográfica tal y como lo está haciendo Marvel alrededor de Los Vengadores de Joss Whedon.
Snyder abre con un prólogo que tiene lugar en Krypton donde el protagonismo corre a cargo de Jor-El, padre de Superman e interpretado por Russell, con una serie de secuencias muy confusas donde es difícil entender qué está pasando. Todo ocurre muy deprisa y aunque Crowe lo intenta, los efectos especiales y los cromas ganan todo el protagonismo, haciendo que nos centremos en la acción y olvidemos todo lo demás, algo que va a ocurrir en la parte final de la película. Después seguimos los pasos de un Clark ya adulto, interpretado por Henry Cavill, la mejor elección de casting de la película. La apuesta por el realismo en una película de ciencia-ficción de este calibre llega con la inclusión del ejército norteamericano y todo lo que rodea esa subtrama. En esta parte central destacan los recuerdos de Clark, convirtiéndose el actor Kevin Costner en lo mejor de la película y lo único emocionante de la misma, si dejamos de lado una de las muertes más absurdas que recuerdo. Su mujer Martha, interpretada por Diane Lane, cumple con su papel en algunos momentos más íntimos con su excepcional hijo. La investigación de Lois Lane para descubrir al extraterrestre que vive escondido entre los humanos es una buena idea pero muy mal contada, de nuevo rápida y sin mucha explicación y lo único destacable del personaje interpretado por Amy Adams, muy desaprovechada en todo el metraje, al igual que su jefe en la ficción Perry White, en la piel de Lawrence Fishburne.
Finalmente nos encontramos con la llegada del General Zod a la Tierra y su plan de terraformación del planeta en un nuevo Krypton, enfrentándose a Kal-El que decide optar por la Tierra. Enormes explosiones una detrás de la otra mientras los kryptonianos se pelean unos con otros, mucha confusión y un Superman bastante inepto que lo único que consigue hacer es soltar puñetazos y lanzarse de golpe contra los enemigos, dejando de lado la cantidad de seres humanos inocentes que palman en el proceso. A Lois sí que la salva las veces que haga falta, pero en el camino se ha dejado a miles de personas. El desenlace final con Zod, como poco, es discutible. Michael Shannon bien en estos papeles al límite, aunque su particular voz y entonación se echan de menos en la versión doblada
La película tiene poco o nada que ver con el superhéroe de los cómics. Su esencia está desaparecida, apenas hay rastro de Clark Kent cuando es adulto y lo mejor, sobre todo gracias a los acordes de una partitura de Hans Zimmer bien contenida teniendo en cuenta lo que se ve en pantalla, son los momentos intimistas con los Kent. Por desgracia todo queda sepultado por los efectos especiales, el ruido, las batallas interminables y las continuas explosiones; los personajes volando catapultados atravesando paredes y rompiendo cosas, los alaridos de furia y el descontrol que Snyder otorga a todo la producción, incapaz de que quede algo claro en pantalla, con tanto movimiento. ¿Dónde han quedado las cámaras lentas? ¿Las coreografías de Watchmen?
Man of Steel es una película descompensada. Todo ocurre demasiado deprisa y sin mucha explicación y se echa en falta más metraje para el desarrollo de los personajes. Pero como la película se va a las dos horas y media, poco más se puede hacer ante tanta acción. Pero sobre todo el fallo imperdonable es que, si bien es cierto que no llega a aburrir, no emociona en ningún momento. Creo que hasta me gustó más Superman Returns, que ya es mucho decir.